
La decisión del gobierno de Barack Obama de respetar la legalización del consumo, la producción y distribución de marihuana para uso recreativo en Washington y Colorado representa una oportunidad de oro para que Estados Unidos emprenda una reforma realista, inteligente y justa de su política antidrogas.
Como lo dio a conocer un reciente memorándum del Departamento de Justicia, el nuevo criterio del gobierno federal no se aplicará solamente en Washington y Colorado sino también en los otros 20 estados de la Unión Americana que han aprobado el cultivo, uso y venta de la cannabis con fines medicinales.
Aunque no soy partidaria de la legalización irrestricta de la marihuana y otras drogas, considero que la medida es un primer paso para darle un giro de 180 grados a la actual política contra el narcotráfico, basada principalmente en la criminalización no sólo de productores y distribuidores sino, sobre todo, de los consumidores.
Esta política ha sido un rotundo fracaso porque no se ha traducido en el descenso en el uso de las drogas y lo único que ha generado es que las cárceles del país estén repletas de gente cuyo único delito ha sido tener algunos gramos de marihuana para su consumo personal. Lo que se necesita, en todo caso, es destinar más recursos tanto a la prevención como a la rehabilitación de quienes caído en las redes de la drogadicción. Es indispensable también empezar a regular la venta y distribución de la marihuana para impedir que los grandes carteles del narcotráfico adquieran cada vez mayor poder, con las terribles consecuencias que ello implica.
Por otra parte, hay que recordar que cualquier cambio en la política contra las drogas en Washington afectará directamente a otros países como México, que es uno de los principales productores de la marihuana que se consume en Estados Unidos y que actualmente libra una lucha encarnizada contra el narcotráfico.
Algunos legisladores mexicanos han encendido ya los focos rojos de lo que se podría esperar a raíz del anuncio de la nueva política de la Casa Blanca. En opinión de Eduardo Santillán y Jorge Zepeda, ambos del PRD, la acción de Washington de mantener la prohibición de la marihuana a nivel federal y permitir su legalización en el ámbito local tendrá consecuencias nefastas para los mexicanos. “Lo que Estados Unidos busca”, dicen, “es mantener cerradas las importaciones de marihuana de Latinoamérica, mientras consideran legal la que está dentro de su país”.
Los legisladores subrayan que uno de los principales efectos negativos de esta nueva política es que cada vez será más difícil hacer llegar la marihuana a Estados Unidos, por lo que aumentará tanto la violencia entre los narcotraficantes como el número de consumidores en territorio mexicano.
Otros políticos, entre ellos el expresidente Vicente Fox, opinan que la solución al grave problema de la violencia en México está en legalizar la marihuana, especialmente a raíz de los cambios anunciados en Washington. Fox ha sido fuertemente atacado por esta idea debido a que se ha mostrado interesado en sacar provecho personal pues quiere dedicarse al cultivo y exportación de la marihuana. Esto significa que no tiene principios, pues cuando era mandatario supuestamente estaba en contra de la legalización de las drogas. Pero al margen de estas críticas, son cada vez más los que piensan que al menos el Congreso tendría que iniciar un debate serio al respecto. Por lo pronto, la Asamblea Legislativa del D.F. celebra esta semana un foro sobre el tema que le permita esbozar una iniciativa para elaborar una nueva política contra las drogas.
Ante ello, es obvio que la Casa Blanca y Los Pinos deberían dialogar para replantear juntos la lucha contra el narcotráfico. Se necesitan implementar estrategias bilaterales que combatan este flagelo con mayor eficiencia y, sobre todo, que protejan a la ciudadanía de la violencia brutal derivada de esta guerra.
**María Luisa Arredondo es la fundadora y directora general de Latinocalifornia.com