Roberto Alvarez Quiñones
Al menos 13 ancianos internados en el Hospital Psiquiátrico de Holguín, murieron hace unos días (febrero de 2023) “por desnutrición, anemia y bronconeumonía, en resumen, por mala atención”, reveló a un periodista independiente un médico de ese hospital que no reveló su nombre por razones obvias de seguridad personal. Otro galeno de la misma instalación hospitalaria agregó: “Daban lástima las condiciones de esos pacientes: caquécticos, con sarna, piojos…”
Tres semanas antes, en enero de 2023, murieron 10 bebés recién nacidos en el hospital de maternidad del municipio habanero de Diez de Octubre a causa infecciones y bacterias que contrajeron por falta de higiene en la sala de los recién nacidos prematuramente.
La noticia de los ancianos fallecidos ahora en Holguín evoca la muerte de 26 pacientes en el Hospital Psiquiátrico de La Habana (en la localidad de Mazorra) no hace mucho en, víctimas fatales del frío porque no tenían abrigos que ponerse, ni tampoco frazadas para taparse cuando dormían, pero básicamente por la severa desnutrición que sufrían debido a la reducida y pésima alimentación (sin los valores nutritivos mínimos).
Vecinos de Mazorra denunciaron entonces: “muchos de los trabajadores del hospital crían puercos con la comida que le roban a los enfermos”. Una mujer dijo que ella veía “a pacientes a medio vestir en el CUPET (estación gasolinera) de enfrente pidiendo limosna”.
Van al turismo el 33% de las inversiones, y a Salud Pública el 2.2%
Esto expresa dramáticamente el divorcio que hay en Cuba entre el gobierno “revolucionario”y sus gobernados. Entre enero y septiembre de 2022 el régimen destinó al sector turístico 15,833 millones de pesos, y apenas 1,029 millones de pesos a la ya casi colapsada Salud Pública, según la Oficina Nacional de Estadísticas e Información (ONEI).
O sea, el castrismo invirtió solo el 2.2% de todo el capital desembolsado en Salud Pública, y en el sector turístico el 33.5%, pese a que en los últimos años se ha reducido en un 32% la capacidad hospitalaria del país, pues han sido cerrados nada menos que 64 hospitales.
Y es que, aunque de capa caída y con los hoteles con una tasa de ocupación que no sobrepasa el 35%, el turismo extranjero sigue reportando ingresos multimillonarios a los mafiosos de GAESA, el pulpo transnacional-militar-capitalista que aún encabeza a sus 91 años de edad Raúl Castro “El Cruel”, y que ostenta el poder real en la isla.
No obstante, a estas alturas esos jerarcas dictatoriales militares o civiles, hablan maravillas de la “revolución”. Y para colmo reciben los halagos y el respaldo político y económico de gobiernos como el de Colombia, cuya vicepresidenta Francia Márquez, de visita en La Habana, hace unos días se deshizo en elogios a la “Potencia Médica” que es Cuba. También la halagan Andrés López Obrador de México, Lula de Brasil, y mujchos otros gobernantes de países occidentales. Eso es francamente inmoral, ofensivo y muy injusto para el sufrido pueblo cubano.
Cerrados 64 hospitales; cayó en un 33% la capacidad hospitalaria
Porque nunca antes un gobierno abusó, maltrató, y abandonó tanto a su pueblo. Datos oficiales aislados (como siempre) muestran que en Cuba en los últimos 10 no solo han sido cerrados 64 hospitales, sino también ha desaparecido el 15% de las clínicas, incluyendo las comunitarias, y han sido cerrados miles de consultorios del médico de la familia, una de las vitrinas de la propaganda castrista cuando el tío soviético Volodia lo financiaba todo en la isla, incluyendo el sistema sanitario nacional.
Cuando se acabó el abundante “maná” que caía desde Moscú se vino todo abajo. Hoy los pacientes en Cuba hacen regalos a médicos y dentistas para poder ser atendidos. Muchas intervenciones quirúrgicas no se realizan por falta de cirujanos.
Un día de 1993, un cirujano buen amigo mío que trabajaba en el Hospital Universitario Miguel Enríquez (antigua Benéfica de La Habana), y cuyo nombre me reservo por ahora, me confesó que muchas veces él no podía operar porque no tenían allí ni gasa para contener la sangre, ni el hilo especial para hacer las suturas de las heridas.
Sin embargo, el régimen mantiene en el extranjero a miles de médicos, sobre todo especialistas, como semiesclavos en unos 60 países, a quienes confisca entre el 75% y el 80% de sus salarios en divisas. Tampoco importa si los servicios médicos para los cubanos andan cada vez más escasos de galenos. Primero las divisas para la oligarquía gobernante, y luego la salud del pueblo.
El personal de Salud Pública ha sido drásticamente reducido
El economista cubano Carmelo Mesa-Lago demostró que entre 2008 y 2016 el personal de salud fue reducido en un 22%, el número de técnicos cayó un 54% y las enfermeras en un 16%. Sólo en 2010 fueron despedidos 47,000 empleados de ese sector. No se dispone de cifras posteriores.
Todos los hospitales rurales, otro baluarte de la propaganda castrista, y los puestos rurales y urbanos fueron cerrados en 2011. Los campesinos y sus familias son referidos a hospitales regionales, pero por falta de transporte en los casos de emergencia sus vidas corren peligro. La mortalidad materna aumentó nacionalmente un 34% entre 2007 y 2015. Han descendido drásticamente los diagnósticos y las pruebas costosas.
En la isla hay dengue, lepra, cólera, malaria, paludismo, tuberculosis, sarna en humanos, zika y chikungunya (transmitidas por el mosquito Aedes Aegypti, de plácemes en las aguas albañales que inundan calles, parques y patios). Y muchas otras enfermedades bacterianas y virales que remontan la isla a los tiempos de la colonia.
OMS: Cuba fue uno de los países con más muertes por el Covid
En cuanto al Covid-19, nunca se sabrá la cifra exacta de cubanos que murieron, o mueren aún. La dictadura dice que fallecieron 8,530 personas y se contagiaron 1.112.525 de personas. Falso, miles de personas fallecieron de coronavirus, pero en sus certificados de defunción los médicos fueron obligados a escribir “bronconeumonía” u otras causas “no relacionadas” con el virus chino.
Además, la propia Organización Mundial de la Salud (OMS) que mantiene unas demasiado amistosas con La Habana, asegura que Cuba está a nivel mundial “entre las naciones con las cifras de muerte más altas de la pandemia, en relación con su población”, según un estudio de esa institución publicado por la revista británica The Economist.
Y digo esto con mucho dolor, porque una prima hermana mía muy querida, Nieves Cruz Quiñones, y su esposo, Alejo Martí, murieron de Covid-19 en Ciego de Avila en julio de 2021, luego de una triste agonía, sin recibir atención médica. Ambos eran exprofesores de la universidad avileña. Fueron internados en el edificio de una escuela de deportes en las afueras de la ciudad, con un solo médico para más de 100 pacientes. Allí no había antibióticos ni medicamentos de ningún tipo, ni oxígeno, interferón, o anticoagulantes. Había un balón de oxígeno, pero inservible porque carecía de la boquilla para inhalar.
Por lo demás, no es posible abordar en un artículo periodístico toda la dramática dimensión del desastre de los servicios de salud en Cuba, incluyendo la inaudita falta de medicamentos imprescindible y de la tecnología adecuada. Harían falta no menos de 300,000 palabras solo para esbozar tal catástrofe con más detalles, sus causas y consecuencias, ya francamente letales.
Regresando al presente, es ostensible que la crisis de la Salud Pública en Cuba se agrava peligrosamente. Ya mueren masivamente en los hospitales ancianos y niños recién nacidos a causa de infecciones debido a la falta de higiene, de medicamentos, de equipamiento adecuado y de una buena atención médica.
En fin, estos párrafos, hasta aquí, al menos dan una idea ilustrativa de la “potencia médica” que inventó e hizo tan famoso a Fidel Castro. Sin duda, estamos ante otro gran “logro de la revolución”.