
Frank Sharry*
El presidente Trump está frenéticamente tratando de distraer la atención de su mala gestión y de su incompetencia. Su fracaso a responder efectivamente a la crisis de coronavirus costará cientos de miles de vidas estadounidenses. Además, podría costarle la reelección. Trump y sus aduladores, obsesionados con aferrarse al poder a toda costa, están desesperados en señalar con el dedo hacia otro lado.
La división y la xenofobia definen la historia, el carácter, la presidencia y la campaña de reelección de Trump. Deberíamos estar consternados, pero no sorprendidos, de que eso defina la respuesta de su gobierno a esta crisis de salud pública.
Necesitamos una movilización nacional para aumentar pruebas médicas, camas de hospital, respiradores, mascarillas y equipo de protección. En lugar de ello, Trump incrementa la xenofobia. Anuncia sus decisiones de mantener fuera a los chinos y a los europeos, y llama ‘virus chino’ al coronavirus; y sin embargo, dos meses después de esta crisis, la mayoría de los estadounidenses con síntomas no pueden recibir la prueba. Ahora intenta bloquear a los solicitantes de asilo y está pidiendo cientos de millones de dólares para construir campamentos en la frontera sur. Mientras tanto, nuestros proveedores de salud no pueden obtener mascarillas, ni equipo de protección que les permita continuar con su heroico trabajo sin resultar infectados.
Esta es una crisis de salud pública que necesita una respuesta multidimensional en nuestras ciudades y estados. No es una crisis fronteriza que exija seguir el guión de Trump de sus políticas nativistas y de dividir y distraer. La historia juzgará duramente a un presidente que, en un momento decisivo para nuestra nación, se apoya en el racismo en lugar de la capacidad.
*Frank Sharry es Director Ejecutivo de America’s Voice