“¿Mamá, por qué si vivimos en una isla no comemos pescado?”

Roberto Alvarez Quiñones

Dos preguntas célebres y sus respuestas inolvidables:

1)“¿Espejito, ¿Quién es la más bella del reino?  Eres tú, mi reina. Hasta que un día, la respuesta es: la más bella es tu hijastra, Blanca Nieves”

 2) ¿Mamá, por qué si vivimos en una isla no comemos pescado? Por el comunismo, mi’jo, por el comunismo. Cuando tú crezcas sí vas a comerlo porque ya aquí no habrá comunismo. Pero, psst, no vayas a decírselo a nadie, porque te puede oír la vieja Jacinta (presidenta del CDR)

Dejando ahora a un lado el universal e inmortal cuento alemán de los hermanos Grimm, enfoquémonos en la otra respuesta, que aunque no de ficción, lo parece, por lo cual así la comienzo:

Había una vez una vez una hermosa isla tropical, grande, rodeada de azulitas aguas (repletas de peces) a cuyos habitantes les encantaba el pescado, pero no lo podían comer.

Sí, sé en qué están pensando. En efecto, se trata de los habitantes de Cuba, la segunda mayor isla de América no congelada, luego de Terranova. Por razones obvias, al menos en este planeta, los isleños son los mayores consumidores de pescado, uno de los alimentos más valiosos y completos por su alto contenido de vitaminas, minerales, proteínas, Omega-3 y otros ácidos grasos beneficiosos para el sistema cardiovascular.

Cuando Cuba era un país normal esa regla natural se cumplía. Y tanto, que en 1958 era la nación latinoamericana con mayor consumo de pescado per cápita, según la FAO. En cambio, corriendo ya el año 65 de la “revolución” en esa isla caribeña prácticamente no se come pescado.

Su ingesta es privilegio de turistas foráneos, de consumidores que viven en países a los que se les exporta, o de la oligarquía que usurpa el poder en la ínsula. Que le pregunten a su Alteza Real, la infanta Mariela Castro, que se jacta sin pruritos de que le “encanta la cola de langosta” y ofrece banquetes langosteros a sus amistades en su amurallada mansión habanera.

Siendo isleños consumen el 33% de un pescado en todo el mes

Vale empezar por decir que hoy en Cuba el consumo de pescado total per cápita equivale a solo el 18% del consumo promedio mundial per cápita de 45.2 libras (en 2021), según la FAO, y el 4% de las 199.5 libras de pescado que se consumen en Islandia, el líder mundial. Los isleños cubanos apenas consumen 8.3 libras (3.8 kilogramos) de pescado al año, según el propio Ministerio de la Industria Alimentaria (MINAL).   

El consumo en Cuba se derrumbó de 35.2 libras de pescado en 1989 (cuando era aún mantenida por Moscú), a 9.4 libras en 2014, cifra muy distante de las 26.4 libras que como mínimo recomienda la Organización Mundial de la Salud (OMS). Luego cayó a las 8.3 libras de hoy, y a no dudarlo cayó de las 8 libras en 2022. ¿A cuánto descenderá en 2023?

Estos datos por sí solos constatan la maravilla que es el comunismo, que con su magia negra despojó a Cuba de su condición de ínsula. Para colmo, según el MINAL, “la pesca en aguas internacionales ha desaparecido“.

Actualmente los isleños cubanos solo comen la tercera parte de un solo pescado en todo el mes. Y con mucha suerte, cuando “aparece”, pues está perdido del mercado. Resulta que lo que “toca” por la cartilla de racionamiento es un solo pescado al mes para núcleos familiares de hasta tres personas, dos pescados si la familia tiene seis miembros, y 3 pescados si son más de seis. ¿Ocurre algo parecido en alguna otra isla?

Y no estoy hablando de manjares, sino de clarias, tilapias, carpas, jurel, y croquetas de pescado de ignoto origen. Es lo que le da a cada quién el sistema diseñado por Karl Marx.

¿Saborean los cubanos un pargo asado, o bacalao a la vizcaína?

¡Qué contraste! Recuerdo en la Cuba prediluviana el habitual consumo de pargo, mero, cherna, róbalo, atún, cabrilla, salmonete, serrucho, aguja (pez espada), dorado, truchas, cangrejos, mariscos y moluscos, que pescadores criollos capturaban en los alrededores de la isla y un poco mar afuera.

Testimonio de esa cultura cubana del pescado lo tenemos con el viejo y curtido pescador Santiago, el cubano protagonista de la novela “El Viejo y el Mar”, de Ernest Hemingway, que captura un enorme pez espada que luego se comen los tiburones mientras navega de regreso a Cojímar.

Esa formidable novela de “Papa”, como le llamaban a Hemingway en su finquita en las afueras de La Habana, en 1953 fue galardonada con el Premio Pullitzer de Ficción, y luego fue citada por el Comité que concede el Premio Nobel como una obra que contribuyó mucho a la concesión del Premio Nobel de Literatura que le otorgaron a Hemingway en 1954. Poco después fue llevada al cine de Hollywood, con Spencer Tracy como el viejo Santiago. 

Hoy no pocos añoran los tiempos de la Flota Cubana de Pesca, que en los años 70 llegó a capturar hasta 100,000 toneladas anuales de pescado, fundamentalmente para la exportación, pero alguito les tocaba a los cubanos, como la aceitosa y no muy agradable macarela, y la merluza, esta sí excelente, pero racionada por la “libreta”.

Fui “invitado” a hacer un reportaje sobre la Flota Cubana de Pesca

La flota llegó a tener 90 atuneros rusos, 20 arrastreros por popa españoles tipo Calsa y 4 buques-fábricas construidos en Alemania Oriental, además de dos buques-cisterna rentados a España. en que Cuba. Claro, a cambio los soviéticos iban a lo suyo, utilizaban pesqueros para el espionaje radioelectrónico contra EE.UU en el área naval y estratégica de la OTAN (Atlántico Noroccidental)

Y hago aquí un paréntesis personal. A mediados de los años 70 fui “invitado” a hacer un reportaje para la revista “Mar y Pesca” sobre cómo operaba la Flota Cubana de Pesca. El entonces director de la revista, Aurelio Silverio, me facilitó la información necesaria que obtuve en la Dirección Ejecutiva de la Flota. Conversé con pescadores que estaban muy lejos de Cuba en aguas internacionales.

Claro, nada me dijo Aurelio de la financiación soviética de todo aquello, y mucho menos que muchos pesqueros eran centros soviéticos de espionaje en alta mar.

Pude percibir que operativamente era aquella una razonablemente eficiente flota pesquera. Así lo escribí y se publicó en la revista. De eso hace ya medio siglo, y hoy, en 2023, puedo agregar lo que entonces ni sabía, ni me habrían publicado: aquella flota era postiza y no el producto de la “revolución” que hizo creer Fidel Castro a los cubanos y al mundo.

Fue totalmente regalada por Moscú, y no fruto de la “revolución”

Fue creada con dinero que el Kremlin por razones políticas le sustrajo al pueblo soviético, y con barcos también prácticamente regalados por Moscú. Muy pocas personas sabían en Cuba del espionaje radioelectrónico que realizaba la KGB en aquellos barcos pesqueros contra EE.UU en el Atlántico Noroccidental, el área naval estratégica de la OTAN.

Al quedar destetado el castrismo de su nodriza rusa (al desintegrarse la URSS), todo se vino abajo. La economía cubana por sí sola era incapaz de operar aquella flota pesquera y dotarla de la costosa logística que ella implicaba.

Ya a fines de los años 80, antes de fallecer el “paganini” soviético, debido a la escasez de piezas y suministros de la URSS el régimen cubano  decidió desguazar casi toda la flota. Muchos barcos se vendieron a España, como chatarra. La flota pesquera que tanto propagandizaba el Partido Comunista de Cuba dejó de existir.

De los 10 países mayores consumidores 6 son islas pequeñas

Volvamos al punto. Este bajísimo consumo cubano de pescado ocurre en una isla. Algo inaudito. De los 10 países mayores consumidores mundiales per cápita de pescado no por casualidad 6 son islas. En cambio, los cubanos, siendo isleños, se pasean entre los terrícolas que menos pescado comen en el mundo.

El campeón mundial del pescado es Islandia, con 90.7 kilogramos (200 libras) de consumo per cápita. Luego siguen Maldivas (90.4 kg), Kiribati (76.7 kg), Hong Kong (70.7 kg.), Malasia (57.6), Portugal (56.8), Macao (56.3), Corea del Sur (54.9), Antigua y Barbuda (52.5), y Noruega (51.3 kilogramos).

Y mientras sigan Raúl “el Cruel” y su mafia militar en el poder no hay esperanza de que las familias cubanas de a pie puedan disfrutar en su casa un sabroso pargo asado, bacalao a la vizcaína, camarones con mango y piña, enchilada de langosta, ruedas de atún o de aguja fritas, o suculentas minutas de merluza empanizadas.

Nada de eso. El burócrata mayor a cargo de la pesca en el MINAL, Ariel Padrón, no hace mucho inusitadamente informó a Cubadebate: “La pesca en Cuba no va a recuperarse a los niveles que experimentamos hace más de tres décadas”.

Obviamente, Padrón no aclaró, pues perdía ipso facto su privilegiado cargo, que si hace más de 30 años el volumen de pesca de Cuba era mucho más alto se debió a que era todo financiado, obsequiado y montado por el mecenas soviético. Pero murió el bolchevique tío Sacha y se acabó la fiesta.

Al niño citado arriba le explicaron en la escuela el carácter insular de Cuba y no se explica por qué en su casa nunca se come pescado. La respuesta de su mamá lo lleva a otra pregunta: ¿qué es el comunismo y por qué siendo tan malo lo hay aquí?

Claro, de esta respuesta tendré que ocuparme en otra oportunidad.

   

 

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