
“El conocimiento es el tesoro; pero el juicio es el tesorero del hombre sabio”
William Penn
Lo desconocido, todo aquello de lo que carecemos de información, lo nuevo, los cambios y el salir de nuestras costumbres, nos atemoriza, nos da miedo. Y el miedo inhibe la decisión, paraliza el accionar, y muchas veces es producto de la ignorancia, de la falta de investigación sobre el futuro que queremos alcanzar, y de la renuencia a modificar nuestro presente.
Recuerdo la ocasión en que, al final de una reunión de análisis de las alternativas de crecimiento para su empresa, el dueño terminó con una mezcla de emociones ambivalentes y contrapuestas. Me dijo: – “Por un lado, sé que no tengo opción y que tengo que rediseñar la forma de hacer negocio; pero, por el otro, me intimidan los riesgos que enfrentaré”. Al día siguiente volvimos a repasar el proyecto en cuanto a su esencia, recursos requeridos, ventajas y peligros, hasta que él comentó: – “Ahora que lo veo más claro, y que dispongo de más información, he decidido entrar de lleno en el nuevo esquema. No cabe duda que la ignorancia es fuente de temor”.
Creo que tú también habrás vivido emociones – y parálisis decisorias – muy afines a las de este empresario, no nada más en tu trabajo, sino que también en lo personal. Y con frecuencia escucharás que la vida es un sumario de cambios constantes; la diferencia está en que algunas personas sí se adecuan – y provocan los cambios – y en que otras se resisten a evolucionar, aún a sabiendas de lo inevitable del cambio. Pero no puedes o no debes ir contra la corriente natural de la vida. “Adaptarse o morir”, dice el famoso proverbio. La encrucijada que afrontarás es la de ir con el cambio o en contra de él. Lo sensato es lo primero; lo segundo es casi como una guerra perdida de antemano… Entonces, ¿cómo facilitar tu proceso de adaptación?…
Sugiero que empieces por lo que arriba se señala: informarse bien, y no nada más de tu novedoso proyecto a seguir, sino de algunas otras áreas como las siguientes:
– El mercado: Representado específica y primordialmente por tus clientes. ¿Cuáles tendencias están variando? ¿Qué nuevos satisfactores están pidiendo que nadie más se los esté dando?
– Las nuevas generaciones de clientes: ¿Dónde están; quiénes son; qué quieren; cuál es su poder adquisitivo; dónde y cómo viven?
– La competencia: Los nuevos actores en el escenario y los que ya están: ¿Qué están haciendo? ¿Cuáles invenciones, precios, procesos, valores agregados y demás elementos competitivos están promoviendo?
Debes de ser plenamente realista en cuanto a que ellos igualmente están en búsqueda de cambios; si no todos ellos, la mayoría sí lo está, y cada vez con mayor velocidad. Además con la circunstancia agravante de que antes los competidores eran los de la ciudad o de la región, y si acaso del escenario nacional. Ahora son los del mundo en general.
– La economía y la política: En muchos países todavía están sumamente ligadas la una con la otra. Y no olvides los cambios en las leyes y regulaciones que continuamente se presentan.
– Las tendencias e innovaciones tecnológicas: La cultura, la sociedad, las costumbres, y hasta el clima, que cada vez está siendo más disparejo e impredecible.
– Tu propia persona y tus colaboradores: La actitud y la cultura de todos frente a la necesidad de permanecer informados y en posición proactiva, de cara a los nuevos tiempos.
Vivimos la era de la información. Si la posees, tienes poder, en especial si es oportuna y fidedigna. Es necesario que elijas los conocimientos que te sean puntuales para tus planes; de otra forma terminarás inundado de datos a los cuales no podrás o sabrás sacarles provecho. Puesto que, debido al alcance de los medios actuales, estamos viviendo una etapa de mega información. Hay mucha más de la que podemos asimilar y aplicar.
Evita caer en la exuberancia de información. Es bueno escuchar todo, pero el buen juicio debe de guiarte con la brújula de la averiguación acertada. De otra suerte acabarás peor que al principio, con más dudas y temores ante tantas variables informáticas. Aun así, no podrás tener a la mano toda la información, hay que usar adecuadamente la que tienes y tomarte el tiempo necesario para tener un poco más; pero tampoco es bueno que retardes las decisiones en la vana espera de acumularla totalmente. Siempre habrá un riesgo que correr, varios detalles que no podrás conocer hasta que emprendas la acción.
“Se hace camino al andar”, dijo el poeta Antonio Machado.
Manuel Sañudo Gastélum
Coach y Consultor
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