Los retos de Mitt Romney

María Luisa Arredondo.

Si algo han dejado claro las primarias republicanas para elegir al candidato que contenderá contra Obama es que los conservadores no logran ponerse de acuerdo, lo cual, a estas alturas, seguramente tiene encendidas las luces rojas en la campaña de Mitt Romney, el aspirante puntero.

La capacidad de Romney para aglutinar a todos los sectores de su partido quedó nuevamente en entredicho la semana pasada con los tres triunfos que se anotó Rick Santorum, a quien muchos consideran el verdadero candidato conservador.

Y es que, haga lo que haga, y diga lo que diga, Romney jamás será aceptado por los evangélicos ni por el movimiento ultraderechista del Tea Party. Varios sondeos de opinión indican que Romney y Santorum se encuentran virtualmente empatados.  La prueba de fuego para ambos tendrá lugar el próximo 28 de febrero en Michigan, donde se celebrarán las próximas primarias.

Para Romney esa elección revestirá una importancia especial porque su padre fue gobernador de ese estado y él creció ahí. Hace sólo unas semanas, se pensaba que tenía la victoria asegurada, pero hoy la situación ha dado un giro espectacular. Las más recientes encuestas sobre la intención del voto en ese estado le dan a Santorum el 39%  y a Romney el 24%.

En caso que Santorum gane, tendrá combustible para continuar  en la contienda, aunque pocos auguran que pueda desplazar a Romney.  Éste le aventaja no sólo en el número de delegados obtenidos en las primarias y caucus que se han celebrado en diez estados sino en otro factor decisivo: el dinero. Sin embargo, aunque lo más probable es que Romney finalmente se imponga, llegará muy debilitado a la contienda de noviembre.

El ex gobernador tendrá que librar una batalla cuesta arriba para enfrentar a Obama. El mejoramiento de la economía y el retiro de las tropas de Irak le han dado un nuevo brillo a la imagen del presidente que goza actualmente de un nivel de aprobación envidiable: el 53% afirma tener una opinión favorable de su gestión, de acuerdo con una encuesta de CNN. Romney, por su parte, a duras penas alcanza un 34%.

Para atacar a Obama, Romney tendrá que cambiar su discurso en lo que se refiere a la economía. Pero no sólo eso, tendrá también que enfrentar sus propias contradicciones. Muchos votantes lo ven con desconfianza por sus posturas cambiantes. En 1994, por ejemplo, declaró que apoyaba los derechos de las mujeres para abortar y los de los homosexuales. Cuando se convirtió en gobernador dio marcha atrás en estos temas y  aprobó una ley para ofrecer seguro médico universal en su estado. Ésta  le sirvió de modelo a Obama para su reforma de salud a nivel nacional, pese a lo cual Romney se opone férreamente a ella y niega cualquier parecido con el plan que él impulsó.

Pero tal vez lo que más lo ha hundido es su falta de sensibilidad social. El hecho de declarar que no le preocupan los más pobres, pese a que constituyen el 17.3% de la población,  simplemente no tiene justificación en un político que aspira a la presidencia.

 

**María Luisa Arredondo es directora ejecutiva de Latinocalifornia.com

 

 

 

 

 

 


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