Mitt Romney, oídos sordos

Maribel Hastings.

Tras el decisivo triunfo de Newt Gingrich en la primaria de Carolina del Sur, la campaña del otro precandidato presidencial republicano, Mitt Romney, marcha a todo vapor en Florida donde se anticipa una dura pelea en la primaria republicana del 31 de enero en el Estado del Sol. La interrogante es si las posturas extremas de Romney en el tema migratorio y su promesa de vetar incluso la medida más limitada del DREAM Act lo lastimarán con el voto hispano de ese estado considerando que Gingrich ha asumido una postura más moderada en el asunto.

A una semana de la primaria floridana republicana, Romney ha pasado por varias facetas en su postura sobre el DREAM Act y en un debate en Tampa, Florida este lunes afirmó que podría apoyar únicamente el componente militar del plan que concede una vía de legalización a jóvenes que sirvan en las Fuerzas Armadas o prosigan estudios universitarios. Es la misma postura de Gingrich.

Romney ha descrito el DREAM Act como una limosna, lo ha tildado de amnistía y dice que si fuera presidente y la medida es aprobada, la vetaría. Pero  ahora, en Florida, reitera su apoyo al componente militar de una medida que goza de amplio apoyo entre la comunidad hispana y entre los estadounidenses.

¿Al llegar a Florida, siente pasos en la azotea y quiere ofrecer migajas, o demuestra una vez más su oportunismo político?

Florida es el primer estado donde el voto latino es significativo, no sólo en las primarias sino de cara a la elección general.

Como he dicho en otras ocasiones, aunque Romney gane la primaria republicana de Florida con el apoyo del conservador voto cubanoamericano y cubano del Sur del estado, y aunque finalmente resulte el nominado presidencial repubicano, su prueba de fuego será tratar de ganar el apoyo del voto hispano en una elección general ante el presidente Barack Obama. Y para eso tiene que ver más allá de Florida.

Aunque Romney tiene el apoyo de la plana mayor hispana republicana de Florida, también debería prestarle cuidadosa atención a los comentarios formulados por el ex gobernador de ese estado, Jeb Bush, una figura republicana respetada por muchos hispanos, no sólo de Florida sino de todo el país por su trato a ese sector de votantes y por su entendimiento de que ganarse el apoyo del voto latino es vital para la sobreviviencia política republicana a nivel nacional.

Siempre se ha especulado que Jeb Bush buscará la nominación presidencial republicana en algún momento y se habla del 2016 como una de esas posibilidades.

Jeb Bush no ha apoyado públicamente la candidatura de ningún precandidato afirmando que no se involucrará en el proceso intrapartidista en este momento.

Pero en una entrevista con Bloomberg News, Bush advirtió que la forma en que algunos republicanos han manejado el asunto migratorio puede convertirse en un problema para el partido en una elección general.

Esto, dijo, porque los votantes hispanos de estados oscilantes son a su vez de manera creciente votantes oscilantes y el tono, más que ninguna otra cosa, afirmó Bush, puede terminar aislando a los votantes hispanos que sientan que no son bienvenidos en el Partido Republicano.

No coincido con Bush en que se trate de un problema de tono. El problema republicano con los hispanos no es sólo de tono sino de sustancia.

Este jueves la Red Hispana de Liderazgo, co presidida por Jeb Bush, celebra su conferencia en Florida y el año pasado, tanto él como otras figuras republicanas hispanas, sonaron la voz de alerta de que el Partido Republicano tenía que cambiar el tono de su retórica.

Las advertencias cayeron en oídos sordos. Los republicanos a nivel nacional recrudecieron no sólo el tono sino la sustancia de medidas antiinmigrantes, sobre todo a nivel estatal, y el 2011 pasó a ser uno de los años más terribles para la comunidad inmigrante. Eso no fue ni es un problema de tono.

Tampoco es un problema de tono que la contienda por la nominación presidencial republicana se haya convertido en una competencia para ver quién es el más radical y quién le rehúye más a la responsabilidad de decir cómo solucionar el limbo migratorio de 11 millones de indocumentados, -excepto la brillante idea de Romney de la autodeportación-,  y quién opta por rechazar incluso la idea de legalizar a jóvenes sin documentos que quieren proseguir estudios universitarios o servir en las Fuerzas Armadas y que no llegaron a este país sin documentos por voluntad propia.

 Y nadie ejemplifica eso mejor que la campaña de Romney que sigue demostrando que tiene un problema de tono, de sustancia y de sordera.

 

**Maribel Hastings es asesora  de America’s Voice.

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