Las sospechas hacia Trump

 

María Luisa Arredondo.
María Luisa Arredondo.

María Luisa Arredondo*

La investigación en torno a la interferencia de Rusia en las elecciones estadounidenses se ha convertido en un circo político debido, en gran medida, a la conducta inapropiada, irresponsable y, posiblemente, criminal del presidente Donald Trump.

A diferencia de Ronald Reagan, quien durante el caso conocido como Irán-contras, cooperó decididamente con las autoridades incluso a costa de su propia imagen, Trump ha hecho hasta ahora lo imposible por zafarse y descarrilar la investigación sobre Rusia, sin importarle la gravedad de lo que está en juego.

Como declaró bajo juramento el exdirector del FBI, James Comey, a Trump lo único que parece preocuparle es que él mismo no esté bajo investigación y que se le dé carpetazo al asunto lo antes posible. El presidente ha confirmado esta apreciación en todos los comentarios que ha hecho al respecto, ya sea en conferencias de prensa, entrevistas o en sus famosos tuits.

A pesar de que, pese a sus abismales diferencias ideológicas, tanto demócratas como republicanos coinciden en que Rusia interfirió en el proceso electoral de este país, Trump ni siquiera ha reconocido que se trate de un ataque real. Como presidente de la democracia más poderosa del planeta, lo que hubiera correspondido es que defendiera enérgicamente el derecho soberano que tenemos como estadounidenses a elegir libremente a nuestros representantes políticos, sin interferencia de ningún gobierno extranjero y que dictara medidas para sancionar a los agresores.

El exdirector del FBI, Robert Mueller, quien ahora está a cargo de la investigación especial sobre Rusia.
El exdirector del FBI, Robert Mueller, quien ahora está a cargo de la investigación especial sobre Rusia.

Trump, sin embargo, ha optado por mantener un silencio sospechoso hacia el gobierno de Vladimir Putin. Igualmente sospechoso resulta que haya despedido a Comey por la investigación sobre Rusia, como él mismo lo admitió, y todavía más sospechoso es que ahora quiera deshacerse del fiscal especial Robert Muller, un hombre íntegro y de gran prestigio que encabeza la investigación independiente sobre la injerencia de Moscú.

La situación es aún más delicada porque todas las agencias de inteligencia de Estados Unidos coinciden en que el gobierno de Putin ha tratado de interferir en los procesos electorales de otras democracias occidentales, como ocurrió recientemente en Francia, y que está determinado a continuar con esta ofensiva.

Aunque Comey testificó que mientras él estuvo al frente del FBI, el presidente no era objeto de investigación, no se puede pasar por alto que gran parte de los allegados de Trump sí lo son, entre ellos su yerno Jared Kushner y el secretario de Justicia, Jeff Sessions.

Tampoco se puede descartar que a estas alturas Trump no esté ya bajo la mira de las tres investigaciones que se llevan a cabo sobre la posible colusión con los rusos. Este escenario es el que posiblemente lo ha llevado a considerar despedir a Mueller, lo que, de concretarse, terminaría por confirmar las sospechas en su contra.

*María Luisa Arredondo es la fundadora y directora ejecutiva de Latinocalifornia.com

 

 

 

 

 

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