Comey, clave para desenmascarar a Trump

Eduardo Blancas.
Eduardo Blancas.

Por Eduardo Blancas

El despido de James Comey, hoy ex director del FBI, por una decisión del presidente Donald Trump, toma por sorpresa a muchos, y aparentemente también al mismo Comey, quien se enteró fuera de sus oficinas en el Distrito de Columbia. El ex funcionario, supo de su despido a través de cortes informativos de la televisión cuando estaba reunido con sus empleados en California.

La salida se convierte en otro movimiento al estilo Trump, sin protocolos y a través de una carta que llegó a los medios de comunicación y al público antes que al mismo destinatario, en un ejercicio que dice tratar de brincar a los generadores de las “fake news”, es decir de las noticias falsas, quienes desde la particular perspectiva de Trump, son aquellos que no ven la misma foto que él, como serían CNN y Univisión, entre otros, medios a los que por cierto ha marginado de alguna u otra manera en la relación con la Casa Blanca.

James Comey. Foto: Politico.com
James Comey. Foto: Politico.com

El despido viene con la recomendación del Procurador General de los Estados Unidos, Jeff Sessions y del Subprocurador Rod Rosenstein, tras dos presentaciones importantes ante el poder legislativo: la del mismo James Comey, quien el 3 de mayo, frente al Comité Judicial del Senado dijo sentir nauseas de sólo pensar que pudo afectar la elección presidencial haciendo público unos días antes de la votación, que abriría otra investigación a la candidata Clinton. La otra presentación es la de la ex Fiscal General interina Sally Yates, quien el 9 de mayo, también ante el Senado, se presentó para reavivar el tema del General Michael Flynn, quien había sido contratado por la administración Trump como asesor de seguridad nacional, después de que ella, siendo procuradora, advirtió a la Casa Blanca del peligro que representaba Flynn, por sus vínculos con Rusia, mismos que lo hacían susceptible de extorsión. Aquí cabe señalar que la Procuradora interina Sally Yates, fue despedida por Trump el 30 de enero, por negarse a obedecer una orden ejecutiva contra inmigrantes de países de mayoría musulmana.

La carta de Trump a Comey, fechada en papelería de la Casa Blanca, contiene una extraña y aparentemente poco cuidada redacción, pues además de hacer el despido, menciona de modo personal que a pesar de haberle informado en tres ocasiones de que no era investigado por el FBI, estaría tomando tal decisión.

Incluir en la misiva el asunto personal de que no le había investigado, haría parecer que el mensaje habría sido escrito de modo descuidado y casi sobre las rodillas en otro furioso arranque comunicativo del presidente. Pero en política, nada, o poco, es casualidad, y atendiendo a este dicho, cabría la teoría de que el mandatario le está diciendo al público, no a Comey, que el FBI no le investiga. ¿fake news de las fake news? Eso el tiempo lo dirá, aunque la lógica ya nos lo esté diciendo.

Comey seguramente ya tenía los días contados al frente del FBI. Sus apariciones públicas, brincándose a la Procuradora de la administración Obama, Loretta Lynch, para anunciar las investigaciones contra Clinton, lo pusieron en el lugar menos indicado para un funcionario que debe pasar prácticamente desapercibido, al igual que el proceso de sus pesquisas.

La situación no podía ser más delicada, a menos que Comey pidiese mas recursos económicos y humanos a la Procuraduría para la investigación del Rusia-gate y eso, fue lo que pasó. El hoy ex director del FBI pidió esos recursos al Subprocurador Rod Rosenstein apenas unos días antes de que éste y el procurador, le recomendaran a Trump despedirle.

El tema no podría ser más interesante, hace recordar la dimisión de Richard Nixon en agosto de 1974, cuando ya no pudo contener la enorme bola de nieve que el allanamiento y robo de documentos en las oficinas del Partido Demócrata en Washington, lo estaban llevando a un juicio político, sólo se le presentaban esos dos caminos: el juicio o la renuncia, y terminó saliendo por su propio pie de la Casa Blanca y de la investidura presidencial.

Con Comey o sin Comey, la investigación del FBI va a continuar su camino. Las filtraciones de Watergate de hace casi 43 años salieron del entonces subdirector del Buró Federal de Investigaciones hacia dos periodistas.

No podemos dejar de ver las afrentas que en este escándalo recibió el buró, y que la prensa, también insultada y tachada de mentirosa, es el cuarto poder, y que de los dos lados hay un profundo interés por limpiar sus imágenes y por llegar al final de la investigación del Rusia-gate.

Dice la Casa Blanca que el motivo para correr a James Comey, es por la situación de los correos electrónicos de la candidata demócrata Hillary Clinton, pero en la carta de despido Trump se menciona a si mismo.

Se entiende que James Comey ya no tiene compromisos de trabajo con el gobierno federal, lo que le daría la libertad de dejar salir detalles que aún serían secretos de la investigación al presidente Trump y su grupo.

Si James Comey dijo que sentía náuseas, es posible que pronto vomite verdades, que tarde o temprano harían cambiar el rumbo de esta administración.

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