La reforma migratoria de Clinton

Ana Uribe.
Ana Uribe.

Ana Uribe*

La promesa de reforma migratoria para los inmigrantes indocumentados en Estados Unidos ha sido expresada en el tercer debate presidencial por la candidata demócrata, Hilary Clinton. De hecho, el tema lo ha asumido a lo largo de su campaña.

En el tercer debate, Clinton fue enfática al mencionar que evitará la separación de familias con la deportación, aunque no abordó el tema de los niños migrantes que cruzan la frontera. Para descalificar la negativa de Trump de transparentar sus impuestos, Clinton afirmó que la mitad de los indocumentados pagan más impuestos que él.

Hay esperanza en los más de 11 millones de indocumentados que viven en Estados Unidos, pues la candidata mencionó una reforma migratoria con posibilidades de ciudadanía. Aunque no ha entrado en detalles, se trata de una promesa de campaña que también expresó Obama en su tiempo, y no logró cumplir.

La acción ejecutiva de Obama conocida como DACA, para apoyar a los estudiantes indocumentados ha conseguido que miles de estudiantes encuentren alivio legal y mejoras en su vida económica y laboral, pero no hay posibilidad de conseguir la ciudadanía. La otra opción ejecutiva para apoyar a padres de los indocumentados, conocida como DAPA, ni siquiera ha sido aprobada por la corte. El gobierno de Obama, no sólo será reconocido por sus alivios migratorios como su grano de arena a la reforma migratoria, sino por la deportación de 2.5 millones de indocumentados, una cifra mayor que cualquier presidente en la historia.

El tema migratorio, como nunca antes, ha estado presente en el discurso de campaña de los candidatos presidenciales en Estados Unidos. Trump ha marcado una línea dura con su propuesta del muro fronterizo y deportaciones. En el pasado debate vicepresidencial, el republicano Pence se refirió a “the Mexican thing” (la cosa mexicana) como expresión reduccionista e irrespetuosa de los migrantes.

La promesa de Clinton de apoyar una reforma migratoria a su modo, le rendirá seguramente frutos en las elecciones del 8 de noviembre. La expectativa es grande, de no atenderse, se cobrará la factura política con la credibilidad en los candidatos demócratas para el futuro. Habrá una desilusión social con consecuencias devastadoras, por los sueños frustrados, el activismo anulado y la separación de familias. Tiempo al tiempo, no queda más que esperar y volver a confiar.

*anauribewriter@gmail.com

 

 

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