
Si en algo había sido consistente Donald Trump desde el inicio de su campaña presidencial era en el tema migratorio. Una y otra vez aseguró que deportaría a los 11 millones de indocumentados que hay en el país y que construiría un muro en la frontera entre Estados Unidos y México.
Por esta razón a muchos les tomó por sorpresa que en días pasados algunos de sus colaboradores hayan manifestado que el magnate podría suavizar su postura en torno a los indocumentados. Kellyanne Conway, que es su nueva coordinadora de campaña, dijo que Trump aún no decide si creará una fuerza de deportación para sacar del país a todos los que carezcan de residencia legal.
A esto le siguió una escueta declaración del magnate en la que señaló que su plan de inmigración se hará dentro de la ley y será similar al de Obama, quien a pesar de estar a favor de la reforma migratoria, ha deportado a más de 2.8 millones de personas, muchas de ellas sin antecedentes penales.
Estas declaraciones han sido interpretadas como un evidente signo de que Trump finalmente ha empezado a reconocer que deportar a 11 millones es totalmente inviable y contraproducente. Un estudio del centro American Action Forum estima que esta propuesta costaría entre 400 mil y 600 mil millones de dólares y crearía una grave escasez de mano de obra en sectores vitales para la economía como la agricultura, la construcción y la industria de hoteles y restaurantes.
Pero no sólo eso. Lo más seguro es que el principal motivo de esta posible moderación en la propuesta migratoria de Trump se deba simplemente a que después del tremendo desplome que ha sufrido en las encuestas, sus asesores le han dicho que necesita renovar su campaña y ser más incluyente con los latinos.
Como parte de su nueva estrategia, que básicamente busca atraer a las minorías, a los votantes indecisos y a muchos republicanos que se han alejado por su retórica xenofóbica, Trump expresó públicamente por primera vez que lamentaba haber hecho declaraciones ofensivas. Adicionalmente, le ha pedido a los afroamericanos que le den una oportunidad, se ha apegado a leer los discursos escritos y la semana pasada visitó el estado de Louisiana.
En este contexto, lo lógico sería entonces que buscara atraer a los latinos mediante una flexibilización en su propuesta migratoria.
Aunque sin duda esta acción sería positiva para los inmigrantes, no se puede soslayar que a estas alturas un cambio de esta naturaleza le beneficiaría poco a Trump. Por una parte, perdería la credibilidad de muchos que lo han seguido porque creen ciegamente que los indocumentados son los causantes de todos los males del país. Por otro lado, es obvio que millones de latinos verían este cambio como una acción por demás oportunista e hipócrita. En este sentido, lo único seguro es que, en lo que respecta al voto latino, es demasiado tarde para Trump.
**María Luisa Arredondo es la fundadora y directora ejecutiva de Latinocalifornia.com