¿Por qué Chile y no Cuba?

Roberto Álvarez Quiñones.
Roberto Álvarez Quiñones.

Quiero imaginarme que varios extraterrestres  llegan  a la Tierra  fascinados  con un modelo de sociedad  llamado comunismo que,  gracias a  una  Internet galáctica y una tecnología aún impensable para los terrícolas, ellos en su planeta han podido estudiar a fondo. Desean conocer esa maravilla social donde las riquezas creadas son repartidas equitativamente entre todos los habitantes, como buenos camaradas, tal y como la diseñó su creador Carlos Marx.

De inmediato son llevados a Cuba.  Caminando entre escombros y fétidas  aguas por las calles de  Centro-Habana  les explican que en todo el país se aplica el sistema socioeconómico que a ellos tanto les gusta. Y luego  son trasladados a Chile y les informan que  hace 56 años esa nación tenía exactamente el mismo nivel de vida que Cuba, pero que allí tozudamente se niegan a adoptar el modelo marxista.

Los ETs  se quejarían  de que les están tomando el pelo. Según lo que ellos “saben” debe ser al revés,  por lo que están viendo en Chile es allí donde hay comunismo  y no en Cuba.  Entonces, para convencerlos definitivamente,  son llevados  primero a Corea del Sur y luego a Corea del Norte.

Dejando la fantasía a un lado, quienes  en Latinoamérica,  España y otras partes del mundo aún elogian  y admiran  a lo que muchos siguen llamando la “revolución cubana” bien harían en ir a residir por un tiempo en la isla tropical.

Pero no a vivir dentro de una aséptica burbuja turística, sino en un cuartucho destartalado,  sin dólares o CUC, sin automóvil, comiendo  lo que “dan” por la libreta,  robando al Estado para poder comprar en el mercado el resto de los alimentos y  todo lo demás,  haciendo las guardias de los CDR,  asistiendo a los mítines fascistas de repudio –o palizas– a los disidentes y periodistas independientes. Sin agua potable buena parte del día, viendo la “Mesa Redonda” en la TV,  alumbrándose con un “mechón” en los apagones,  sin acceso a Internet,  y  leyendo “Granma”  en las mañanas para en la tarde convertirlo en papel higiénico.  Porque es así como vive la abrumadora mayoría de los cubanos desde hace décadas.

Escogí Chile  –país paradójicamente  gobernado hoy por una admiradora de Fidel Castro–  para contrastarlo Cuba,  porque es el caso perfecto para ello.

Hermanos gemelos

En 1958 Cuba y Chile eran hermanos gemelos en materia económica,  con un  tamaño demográfico  similar (Cuba 6.6 millones de habitantes y Chile, 7.2 millones).  Ese año, según el Anuario Estadístico de la ONU, ambos países  registraron un Producto Interno Bruto (PIB) per cápita casi idéntico: Cuba $356 dólares, y Chile $360 dólares. El PIB total  fue de $2,360 millones en Cuba, y $2,580 millones en la nación austral. Por cierto, ese per cápita de Cuba en 1958 fue el doble que el de España ($180), la Madre Patria.

Pero al año siguiente  una revolución dirigida por un ex pandillero universitario  derrocó al dictador cubano Fulgencio Batista, para supuestamente restablecer la democracia.  Sin embargo,  poco después de tomar el poder, ese comandante revolucionario, Fidel Castro, expropió a la “burguesía explotadora al servicio del imperialismo”,  estatizó todas las empresas, fábricas y bancos,  se apropió de todos los medios de comunicación, implantó el socialismo marxista-leninista, y proclamó a Cuba “Territorio libre de América”.

En Chile, en cambio, todo siguió igual.  Continuaron con la “arcaica” economía de mercado. A principios de los años 70 hubo intentos de hacer algo parecido a lo de Cuba, pero a la manera socialdemócrata  lasalleana, mediante el libre juego democrático y el sufragio universal.  El experimento terminó en tragedia:   un golpe  derechista no sólo truncó los intentos de “socializar” a Chile, sino que instaló allí  la más sanguinaria dictadura militar conocida en Sudamérica en muchas décadas.

Sin embargo,  se mantuvo la libertad económica y  el libre mercado.  Al restaurarse la democracia, en 1991,  se afianzó en Chile el  capitalismo liberal  y se convirtió en la nación latinoamericana más abierta al mundo.

¿Qué resultados?

Medio siglo después de que ambos países tomaron rumbos distintos,  nada mejor que  echar un vistazo a los resultados obtenidos.

Chile en 2013, según  el Banco Mundial,  registró un PIB nominal de $277,200 millones de dólares. Con una población de 17.6 millones de habitantes, ello representó  un per cápita de $15,732 dólares, el más alto de Latinoamérica y  superior al de 14 países de Europa, incluyendo a Rusia, Polonia, Turquía, Ucrania, Bulgaria, y otros países de la Unión Europea.

Cuba, en tanto,  en 2013 tuvo un PIB nominal  –en términos reales y no los inflados por el gobierno, que presenta  los gastos sociales, de educación y salud como nuevos valores  agregados–apenas superó los  $42,000 millones, por lo que el  PIB per cápita fue de $3,783 dólares. O sea, que hoy la producción bruta (PIB) chilena es siete veces superior a la cubana y el PIB per cápita en Chile cuadruplica al de Cuba.

Chile exportó bienes en 2013 por valor de  $78,812 millones, y  Cuba exportó bienes por  $5,587 millones, según un reporte  de la Oficina Nacional de Estadísticas de la isla, que siempre exagera  el valor de las exportaciones al manipular  la paridad del dólar con la doble moneda cubana.  Pero, con cifras infladas  y todo,  el valor de las exportaciones de productos chilenos  fue 14 veces superior al de los productos cubanos.

En Chile hay un 11% de personas que viven por debajo de la línea de pobreza.  En la Cuba “superior”  casi todos sus ciudadanos son pobres, muchos muy pobres, y no pocos sobreviven  en la más  triste miseria, sobre todo muchos ancianos.  Sólo escapan de la pobreza  los integrantes de la nomenklatura  comunista,  sus familiares, y quienes orbitan en torno al turismo y el mundillo de la moneda convertible.

Con nuevas leyes, Cuba aspira a elevar su ínfima captación de capitales, que hoy no supera los $160 millones anuales.   Chile, de acuerdo con la CEPAL,  sólo en 2012 obtuvo inversiones extranjeras directas  por  $30,323 millones (189 veces más que Cuba), cifra con la que  desplazó a México como segundo receptor de inversión extranjera directa en la región, y fue superada sólo por Brasil ($65,272 millones).

Transnacionales y ‘venas abiertas’

Chile incluso ya tiene sus propias transnacionales “imperialistas”. En 2012 sus empresarios invirtieron en el extranjero $21,090 millones de dólares.   Y  fue Lenin quien dijo que el capitalismo pasa a su fase superior cuando es capaz de exportar capitales.  Dos tercios de esas inversiones  se quedan en Latinoamérica.  Me gustaría saber  qué opina Eduardo Galiano de estos “pulpos”  chilenos ¿desangran a América Latina, o ya  “Las venas  abiertas”  de su panfletario e inexacto libro se  cerraron?

Cuba  insiste en actualizar un sistema socioeconómico inservible. Chile, que no quiso “liberarse”,  está hoy a punto de hacer su entrada en  el Primer Mundo. Incluso ya es miembro de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), que agrupa a las 36 economías más desarrolladas.

Chile es el país que mayor ritmo de crecimiento económico sostenido ha tenido en América Latina en los últimos 20 años. Es el  mejor  insertado en la economía global, con más tratados de libre comercio,  más transparencia y libertad económica.  Cuba,  que en 1958 se ubicaba entre las cuatro naciones con mayor ingreso per cápita de la región,  es hoy una de las cuatro más pobres y  más atrasadas tecnológicamente –sus ciudadanos no tienen libre acceso a Internet–, junto con Haití, Nicaragua, y Honduras. Y en La Habana funciona el mismo gobierno desde 1959.

Como cubano me gusta soñar que,  de no haber sufrido el cataclismo  comunista, Cuba probablemente  seguiría siendo el hermano gemelo económico de Chile. Y  quizás (¿por qué no?) mi bella isla tropical sería  el integrante número 37 de la OCDE.

En fin, no hay que venir de ignotos planetas para asombrarse y enterarse de que el amor a la “revolución” castrista por control remoto, sin padecerla en vivo,  no es confiable.

 

 

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