
María Morales ya no lleva en su canasta artículos de limpieza, sino libros para regalar
Por Agustín Durán
Manejó más de dos horas para llegar a la escuela primaria Nimitz en Huntington Park donde un grupo de madres de familia la esperaba y después de 90 minutos, no sólo las inspiró y las hizo escribir, sino les demostró con sus palabras, poesía y experiencias que nunca es tarde para salir adelante.
Una de las madres escribió por primera vez algunos de sus sentimientos que la han entristecido por años; otra lloró al escuchar a su hija de 13 años expresar en palabras cuanto la quería; y otra, sólo lloró al escuchar los retos que una mujer inmigrante tuvo que pasar para lograr su educación.
María Morales obtuvo su maestría en educación el año pasado, 37 años después de que sus padres le dijeron a los 18 años que tenía que trabajar de costurera para que sus hermanos pudieran ir a la escuela.

Cinco años más tarde la enviaron a Estados Unidos donde trabajó de campesina, niñera y limpiando casas; se casó y una vez más tuvo que esperar a que sus hijos crecieran para poder seguir su educación.
Sin embargo, la espera no fue fácil porque había memoria de abuso infantil, violencia doméstica y el trabajo de tener que sacar a sus cinco hijos adelante ella sola, ante la deportación de su esposo.
No obstante, Morales se graduó del colegio comunitario en el 2005, de la universidad en el 2009 y finalmente obtuvo su maestría en el 2012.
Tal fue la emoción y orgullo que sintió al graduarse de la universidad (2005) que en ese tiempo escribió su primer libro “Mi Graduación” que ahora se puede conseguir en Amazon.
Actualmente, ella es maestra sustituta en los distritos de Pamdale, Lancaster y Hart donde enseña a los niños, adultos y personas que piensan que el inglés o la educación no son para ellos, y trata de ayudarlos a ver el valor de la educación y la diferencia que hará en sus vidas.
“Hoy en mi canasta ya no llevo productos de limpieza, ahora llevo libros para regalar”, expresó la inmigrante de Monterrey, México, quien con alegría cuenta su historia a las madres que la escuchan atentas, con asombro y lágrimas en los ojos.
Entre sus consejos Morales pide que escuchen a sus hijos si es que hablan de abuso, solicita que apaguen la tele un ratito y dejen de ver las novelas o el fútbol para aprender inglés o terminar la escuela. Habla de sacrificio y ganas de querer cambiar su vida y la de sus familias.
Y para animar a las mujeres que por alguna razón no se valoran y sienten que su lugar no está en la escuela, les enfatiza: “Yo no soy lista soy terca. A mí no me dicen que no se puede porque más me aferro”.
Con su sencillez, Morales se gana la confianza de las madres al grado de que ellas mismas expresen sus sentimientos, les pide a todos que vean a la escuela como su segundo hogar y que no se preocupen si su casa está limpia o no, ya que de todos modos la gente siempre va hablar, pero la educación nadie se las quita.
Entre sus anécdotas y experiencias, Morales declama sus poemas: “Mis Manos”, “Mi México”, “Entre Dos Países, Entre Dos Amores”, y “Mi Canasta”, éste último con gran énfasis porque es precisamente como llegó a la escuela primaria Nimitz en Huntington Park, con una canasta llena de libros para regalar.
Gracias a los sacrificios y ejemplo de la maestra, uno de sus hijos ya terminó la universidad y otros tres están estudiando. Además, la ayuda económica que envió a México sirvió para que en su familia hoy haya dos doctoras, un ingeniero, una maestra y una abogada.
Mi Canasta
En mi canasta no hay fruta ni pan
En mi canasta sólo hay libros para regalar
Libros para divertirse lunes, martes y miércoles
Libros para meditar jueves, viernes y sábado
Libros para encontrar la fe pérdida para el domingo.
En mi canasta no hay fruta ni pan
En mi canasta solo hay libros para regalar
Libros para el niño que empieza a vivir
Libros para el joven que se niega a vivir
Libros para el anciano que tiene miedo al porvenir
Libros para la mujer para que sea dueña de su porvenir.
En mi canasta no hay fruta ni pan
En mi canasta sólo hay libros para regalar
Ven por tu libro y empieza a soñar
Ven por tu libro y abre ventanas a tu mundo
Ven por tu libro y dile adiós a la ignorancia
En mi canasta no hay fruta ni pan
En mi canasta sólo hay libros para regalar
María Morales, 1998.