
María Luisa Arredondo
No fue un discurso triunfalista. Lejos de enumerar los logros de sus primeros cuatro años de gobierno, en su segunda toma de posesión el presidente Barack Obama habló de los muchos pendientes que enfrentará, entre ellos la reforma migratoria, el cambio climático, la ampliación de los derechos de los homosexuales y la lucha contra la violencia causada por las armas.
El discurso de Obama fue también una férrea defensa de sus ideales liberales y de su visión para iniciar una era en la que Estados Unidos avance hacia la meta de convertirse en una sociedad en la que todos sus miembros sean iguales “no sólo a los ojos de Dios sino de todos nosotros”.
Ante una multitud estimada en alrededor de 800 mil espectadores, provenientes de todos los rincones del país, Obama se refirió, por primera vez en un discurso presidencial, a los derechos de los homosexuales, específicamente al de contraer matrimonio.
“Nuestro trabajo no estará finalizado hasta que nuestros hermanos y hermanas gay sean tratados bajo la ley como todos los demás”, subrayó Obama frente al Capitolio, rodeado de su esposa Michelle, sus hijas, el vicepresidente y los miembros del Congreso y del gabinete.
A diferencia de hace cuatro años, cuando predominó el tono triunfalista y el optimismo, tanto en el discurso de Obama como entre los asistentes, ahora prevaleció la mesura y la reflexión en lo que mucho que queda por cumplir.
Dentro de las promesas incumplidas, el jefe de la Casa Blanca se refirió a la prioridad que le dará su gobierno para que Estados Unidos continúe siendo la tierra de las oportunidades para millones de inmigrantes, en una alusión indirecta a su apoyo a la reforma migratoria. Habló, asimismo, de la necesidad de defender a la clase media y a las mujeres para que obtengan un salario igual al que ganan los hombres por el mismo trabajo que hacen.
Como se esperaba, el presidente hizo también una referencia especial a la violencia causada por las armas de fuego y a la urgente necesidad de que los niños de todo el país “desde las calles de Detroit hasta los montes Apalaches y los tranquilos caminos de Newton” estén protegidos. Este asunto, sin embargo, se anticipa que será altamente divisivo pues no sólo la mayoría de los republicanos se opone a una mayor restricción en la venta y posesión de armas sino también muchos demócratas.
De manera sorpresiva, Obama mencionó el problema del cambio climático que, durante los cuatro primeros años de su gobierno, permaneció prácticamente ignorado. Pero, según sus palabras, durante su segundo mandato, será una de sus prioridades. Evitar hablar de este problema, dijo, equivaldría a “traicionar a nuestros niños y a las futuras generaciones”.
El presidente dijo además que, a pesar del inmenso déficit que enfrenta el país, la solución no consiste en reducir los programas sociales ni abandonar a los más desprotegidos porque ello debilita a la nación e impide que haya igualdad de oportunidades. “Reconocemos que no importa qué tan responsables seamos con nuestras vidas, cualquiera de nosotros, en cualquier momento, puede enfrentar una pérdida de empleo, una enfermedad repentina o su casa se la puede llevar una terrible tormenta”, dijo Obama. Es en esos momentos, agregó el presidente, que el gobierno debe responder a través de Medicare, Medicaid y Social Security.
“Esos programas nos fortalecen. No nos hacen una nación que sólo recibe, nos liberan de los riesgos que hacen que este país sea grande”, subrayó el mandatario.
Casi al final de su discuso, Obama exhortó a los ciudadanos a participar con sus ideas en los grandes debates de la nación para ayudar a delinear el destino del país. “No sólo tenemos que votar sino hacer que nuestras voces se escuchen en defensa de nuestros valores más perdurables y de nuestros ideales”, manifestó.
Aunque la ceremonia de la toma de posesión de hoy no tuvo el aire festivo de hace cuatro años, muchos estadounidenses consideran que en sus siguientes cuatro años Obama tendrá un mejor desempeño por la experiencia que ha adquirido y porque ya no tendrá la presión de reelegirse.
Una encuesta de CNN dada a conocer el domingo indica que el 54% de los estadounidenses cree que el presidente hará un trabajo superior al promedio, durante su segunda gestión. Sólo un 43% piensa que su desempeño será pobre o menor al promedio.
Y en general, siete de cada diez personas en este país espera que las políticas de Obama tengan éxito.