
Estudiante indocumentada que creció en Bell está contenta por su permiso de trabajo, pero sus aspiraciones van más allá de lo personal
Por Agustín Durán
aduran@laitnocalifornia.com
En la página de Facebook de Delia Arian Nava, estudiante del Acta del Sueño, se lee como una de las principales premisas de su vida:
“I have no special talents. I am only passionately curious.”
— Albert Einstein
Sus maestros la describen como una estudiante determinada a lograr su educación, algunos políticos como una estudiante entregada a la causa cívica en general y una líder natural, su madre como una niña muy apasionada que se involurcra en todo y su abuelita como un torbellino, nadie la para, y ahora que tiene su permiso de trabajo, menos.
Como si el permiso de trabajo fuera para todos, desde el más chico hasta el más grande de la familia rodean a Delia Arian Nava, llenos de alegría y en muestra abierta al apoyo que la joven estudiante siempre ha recibido en su hogar.
El día de la entrevista que Latinocalifornia realizó a la joven en su casa de Bell, todos los miembros de la familia estaban en la sala, sentados alrededor de ella, como esperando las preguntas, por si acaso Delia no supiera contestar una de ellas.
Inclusive el más pequeño de la familia, Ricardo, de 9 años, le dijo a su hermana que él también quería contestar.
“Mis padres siempre me han apoyado y desde pequeña me dijeron que no tenía documentos y que tenía que trabajar el doble que los demás para lograr mis objetivos”, expresa Delia, ante la mirada de toda la familia.
Después de todo, la ocasión no era para menos, Delia acaba de recibir su permiso de trabajo, gracias al proceso de Acción Diferida.

El documento le permitirá emplearse, tener un Seguro Social y sacar una licencia de conducir con la que espera manejar hasta la Universidad de California en Los Ángeles (UCLA) institución de donde se quiere graduar. Es un sueño difícil de cumplir sin préstamos o becas a las que ahora tiene acceso, pero que cuesta trabajo obtener.
“Sé que voy a lograr mis metas”, asegura firme y llena de confianza. “Las cosas se van a ir dando para que termine mi universidad y después pueda hacer lo que siempre he querido, ayudar a la gente, tener una organización sin fines de lucro que ayude a las personas que no han tenido las mismas oportunidades que yo”.
Una y otra vez, la joven no se cansa de nombrar a sus padres, a sus maestros, algunos políticos, líderes comunitarios y personas que siempre la han impulsado a salir adelante, incluyendo a su exmaestro Mark Forte de Mount St. Mary’s College, universidad de donde tuvo que salir porque no tenía los 24 mil dólares que le cobraban con todo y becas que había recibido gracias a su 3.5 de promedio general y a su decidida participación en la comunidad.
Forte indicó que él y otros de sus colegas maestros estaban impresionados por todo lo que Delia hacía para aprender y obtener su educación.
“Arian es una alumna determinada que parece no dejará que ningún reto la aleje de sus objetivos”, expresó el profesor. “Arían es más que una estudiante denominada AB-540, ella es una alumna que ha crecido en la lucha y se ha convertido ya en una activista comunitaria, líder en la lucha de los derechos por una educación equitativa para todos”.
Sergio Infanzón, concejal de Bell Gardens, dijo que conoció a Delia en una marcha del sureste animando a los estudiantes del Acta del Sueño a seguir luchando.
“Su discurso me llamó la atención. Es una joven muy dedicada, dinámica, entregada a la causa cívica en general, una líder natural”, expresa el político, quien ha visto como la joven organiza a estudiantes y se va a Arizona o a Nevada para marchar, protestar o apoyar una causa que ella considere justa.
“Eso no lo hace cualquiera”, enfatiza. “Ella es de las que te dice que llega a una hora y ahí esta, con jóvenes listos para trabajar, sin importarle que en ocasiones se tenga que levantar a las 4 a.m, para irse en autobús y andar cargando su mochila todo el día”.
Con tan sólo 20 años, la joven, que espera obtener un título en sociología y ciencias políticas, quiere asegurarse que los jóvenes como ella tengan las mismas oportunidades que ella tuvo, quiere ayudar a los desamparados y hacer de la sociedad un lugar más humanitario y equitativo para todos.

Como si estuviera viendo un mar de oportunidades, Delia mira su permiso de trabajo y, aunque le emociona el hecho de poder seguir realizándose como persona, su pensamiento va más allá de sus logros personales y ahora piensa en voz alta.
“Lucharé para que pueda haber una reforma migratoria y así, millones de personas como algunos de mis familiares y amigos, puedan vivir tranquilos y pensar en su porvenir lejos de vivir con miedo, pensando que algún día pueden ser deportados”, indica.
Y agrega: “Considero injusta la situación de toda la gente indocumentada en este país, de todos los que vienen buscando una vida mejor y que pagan con miedo día tras día. Lo veo a diario en mi familia. No son criminales ni son personas malas. Somos familias tratando de tener una vida feliz en un país que en los libros de historia nos enseñan que es una nación hecha por el trabajo de los inmigrantes que vienen por las mismas razones que nosotros”.
Delia ha trabajado con el gobernador Jerry Brown, con el asambleísta Ricardo Lara, la congresista Lucille Roybal-Allard y la activista Dolores Huerta, entre otros. Desde sus 16 años participa y organiza marchas, colecta firmas, visita políticos dentro y fuera de California y próximamente se va a Kansas a la convención de United We Dream de los jóvenes del Acta del Sueño.
“Veo mi situación como injusta, pero no creo que soy una víctima. Ni veo a mis compañeros como víctimas. Somos luchadores y sólo soñadores en el aspecto que soñamos por un día mejor sin racismo y leyes injustas. Pero al mismo tiempo estamos desesperados y demandando esos cambios para que todos vivamos con libertad, justicia y felicidad”, manifiesta con convicción la joven.