
Chicago (EFE).- Una madre latina, que fue abusada por su esposo en California y se refugió en Chicago, celebrará el Día de la Madre en un albergue y junto a sus tres hijos el próximo domingo, agradecida por la ayuda recibida y convencida que se puede escapar del ciclo de violencia doméstica.
“Voy a convivir plenamente con mis compañeras de albergue y a disfrutar de ese día maravilloso”, dijo Marisol Martínez, madre de dos varones de 4 y 9 años y de una niña de 10.
En una entrevista realizada en un lugar de la ciudad, que pidió no ser revelado, esta mexicana oriunda del estado de Guerrero relató las peripecias vividas a partir de noviembre de 2010, cuando se separó de su esposo en California y “salí huyendo de las peleas, pleitos y humillaciones diarias”.
“Ese hombre literalmente barría el piso conmigo, era horrible”, dijo.
Marisol y su pareja cruzaron la frontera en 2010, se casaron en California y vivieron en el condado Orange, Corona y Riverside.
Sin embargo, la relación comenzó a deteriorarse por los abusos verbales y psicológicos del esposo, y sospechas de abusos sexuales contra los niños que Marisol denunció a la policía pero nunca fueron probadas.
“La policía me sacó de mi casa y me mandó a un refugio donde estuve cuatro meses en lista de espera para recibir terapia. Mientras tanto, el padre de mis hijos nos amenazaba de muerte y se sentía con derechos por el poco dinero que nos pasaba”, relató.
Según cifras oficiales, todos los años hay miles de mujeres indocumentadas que son víctimas de violencia en Estados Unidos. En general se estima que cuatro millones de mujeres sufren anualmente por lo menos una agresión grave por parte de su pareja.
“Yo no tenía orden de protección, vi que no me iba a dejar en paz y decidí poner distancia entre los dos”, dijo Marisol, quien vino a Chicago donde tenía familiares.
Además, a pesar de que las autoridades no comprobaron las sospechas de agresión sexual contra los hijos de la pareja, Marisol dijo que el varón mayor que en esos momentos tenía 8 años “cambió el carácter, lloraba mucho y tenía mucho miedo”.
“Yo además me sentía deprimida e impotente por no haber conseguido que se hiciera justicia, porque él nunca pisó la cárcel”, agregó.
Según estudios, las víctimas de violencia doméstica tienen más probabilidades de sufrir de depresión, ansiedad, estrés, trastornos del sueño y alimenticios, así como desórdenes mentales.
Los niños a su vez sufren a menudo de ansiedad, depresión, trastornos alimenticios y del sueño, además de retrasos del desarrollo.
En Chicago, Marisol vivió con un hermano y un primo y ahora trabaja y está alojada con sus hijos en un albergue, donde además de alimentos recibe ayuda legal para tratar de divorciarse.
Según las últimas cifras publicadas por el Departamento de Servicios a la Familia de la municipalidad, en Chicago el 21% de las denuncias telefónicas de violencia doméstica corresponde a mujeres latinas jóvenes con hijos pequeños. El gobierno local trabaja con más de 400 agencias que ofrecen ayuda confidencial en la ciudad y en el estado de Illinois.
“Los primeros meses en Chicago fueron difíciles, nunca en mi vida había andado en tren y no conocía la ciudad. Ahora estoy mejor, aunque todavía tengo miedo de que él me acuse de rapto de niños e intente quitarme la custodia”, dijo Marisol.
A pesar de todos los sufrimientos, esta madre se siente satisfecha por “haber logrado cosas que nunca imaginé. A veces decaigo, no es fácil, pero una voz interior me dice siempre que sí, se puede, y quedan muchas cosas más por hacer”.
Para el Día de la Madre el refugio prepara una cena de convivencia con “algunas sorpresas”, para que Marisol y otras mujeres en su misma situación puedan festejar.
“A quienes han sufrido como yo les pido que abran los ojos, porque nada es imposible”, concluyó.