Uno de los tesoros invaluables de cualquier familia es contar entre sus integrantes con un niño. Su sola presencia le da vida al hogar y su imaginación y ocurrencias cautivan el corazón de cualquiera. Estos seres mágicos son el ingrediente que marca la diferencia y le da un sentido especial a nuestra vida. Tristemente no siempre son correspondidos por algunos adultos a su alrededor que, en lugar de representar amor y seguridad, se convierten en entes dañinos cuando quebrantan irreversiblemente la integridad de nuestros pequeños al perpetrar cobardemente un abuso sexual en su contra.
Constantemente se escuchan casos de abusos en las escuelas e iglesias. Sin embargo poco se habla acerca del que se comete por familiares y amigos que -por desgracia- es muy común. De acuerdo a la empresa Safety Ever after, “el 90% de los casos los comenten familiares y conocidos” como tíos, primos, vecinos, amigos, abuelos, padrastros, hermanos e inclusive los propios padres.
El problema es alarmante y merece una campaña de prevención mundial. En el libro “The courage to heal” de Ellen Bass y Laura David, se afirma que “existen estudios serios que aseguran que una de cada 3 ó 4 niñas y 1 de cada 6 niños han sido abusados cuando alcanzan los 18 años, sin importar la clase, cultura, religión o sexo”
Una actriz estadounidense, quien solicitó que no se mencione su nombre, presentó un monólogo en un festival de Los Ángeles a finales de marzo, acerca del abuso sexual que sufrió por parte de un tío durante varios años. Relató que nunca dijo nada por temor a que nadie le creyera y porque su familiar (que tenía la imagen ante su familia de ser una persona amable y muy consentidora con sus sobrinas) le advirtió que no debía decir nada.
Otra víctima mexicana, que prefiere guardar el anonimato, dice que salió huyendo de su patria a causa del trauma emocional que la persiguió por muchos años “No podía continuar viviendo en el mismo lugar que mi tío. Me pregunto ¿Por qué me eligió a mi? Y ¿Por qué nadie en mi familia se dio cuenta? Era obvio que lo aborrecía. Cuando crecí y me di cuenta de lo que me había sucedido, no me cansé de maltratarlo verbalmente. Mi familia, pensaba que era grosera. “Yo me sentía culpable de lo que me había pasado y por eso me lo guardé”, indicó “Todavía cuando me acuerdo lloro”, añadió.
Una mujer mexicana de 37 años de edad, quien también desea mantener el anonimato, fue abusada por su abuelo y su hermano cuando tenía 5 y luego 13 años. “Tengo sentimientos encontrados, porque soy parte de una familia en la que varios miembros fuimos víctimas de abusos sexuales. En mi caso mi abuelo y hermano destruyeron a la niña que había en mí, eso es algo que nunca me podrán regresar. Me encantaría tener un hermoso recuerdo de la infancia, pero mi única referencia es el dolor, miedo, sentimiento de culpa, enojo y frustración”. Comentó: “Tuve miedo de hablar por mucho tiempo porque pensé que mi papá no me iba a creer y que mi mamá se iba a morir al enterarse” Confiesa
La lista de víctimas es larga. Sus relatos conmocionan mi alma y me producen coraje, impotencia y un profundo pesar al ponerme en los zapatos de los niños que desafortunadamente todos los días continúan siendo víctimas de abusos sexuales.
¿Por qué es un tema prohibido para muchos padres? ¿Qué nos hace cegarnos y hacernos de la vista gorda cuando presentimos que algo ha cambiado en el comportamiento de nuestros hijos? ¿Cuál es el propósito de empeñarnos en creer que ningún miembro de la familia o amigo sería capaz de cometer un abuso en contra de nuestros pequeños?
La respuesta es clara. Por ignorancia y temor a ser juzgados, a ofender, señalar y difamar a una persona cercana que de haber cometido este crimen atroz, debería estar tras las rejas y ser registrado en una institución mental. El manejo del delito ya lo tiene tipificado el gobierno. Sólo hace falta ser justos y aplicarlo por igual, sea quien sea el victimario.
A mediados de marzo asistí a una plática de prevención del abuso sexual infantil en la que se dieron recomendaciones para prevenirlo y tratar el tema con los pequeños de una forma afectiva. Lo más destacado se resume en estos consejos:
1. Se puede prevenir en un 80% un abuso si evitamos encuentros privados de un niño con un adulto.
2. Enseñarles a los hijos que ellos son los dueños de su cuerpo y nadie puede tocar la zona de sus genitales; deben aprender a pedir permiso para irse a otro lugar con alguien y avisar antes recibir algún regalo “especial” .
3. Motivarlos a decir en voz alta lo que no les gusta cuando alguien los haga sentir incómodos con frases como: “No me hagas cosquillas”, “No me toques así” (lo importante es hacer respetar su decisión).
4. Reiterarles que sus padres representan seguridad y confianza y que los secretos no deben existir, aunque alguien les diga lo contrario.
5. Ayudarlos a reconocer quien puede ser una persona de desconfianza, con un lenguaje sencillo y apto para ellos. Se puede realizar un juego en el que se establezcan reglas básicas de respeto hacia ellos y pedirles que piensen en situaciones en las que una persona tramposa los tratara de convencer de que rompan las reglas.
Afortunadamente no todos los miembros de nuestra familia y amigos representan un riesgo para nuestros hijos. Lo importante es hacer conciencia del tema. Como padres tenemos la responsabilidad de cuidarlos y protegerlos para que vivan a plenitud su infancia, como debe ser. “Más vale prevenir que lamentar”
Para mayor información acerca del tema puede contactar a Pattie Fitzgerald.-Safety Ever After. Tel. 310- 203- 1330. pattie@everafter.com