EEUU pide a nuevo líder norcoreano respetar acuerdos en materia nuclear

La entonces secretaria de Estado, Madeleine Albright, y el fallecido Kim Jong II.

Estados Unidos llamó este lunes al nuevo gobierno de Corea del Norte a cumplir sus compromisos en materia nuclear, tras la muerte del gobernante Kim Jong-Il, pero no se pronunció sobre el futuro del país asiático, según AFP.

“Esperamos que el nuevo liderazgo norcoreano tome los pasos necesarios para apoyar la paz, la prosperidad y un futuro mejor para el pueblo norcoreano, incluyendo” respetar “sus compromisos para la desnuclearización”, dijo el portavoz de la Casa Blanca, Jay Carney.

También dijo que es demasiado temprano para hacer juicios sobre lo que la muerte de Kim Jong-Il significa para el futuro norcoreano o de su relación con el mundo exterior, incluyendo las conversaciones sobre su programa nuclear.

Kim Jong-Il, cuya salud era frágil desde hace años, murió el sábado, y su hijo Kim Jong-Un fue designado como su sucesor, anunciaron el lunes los medios oficiales del régimen comunista, declarado enemigo de Estados Unidos.

Por su parte, la secretaria de Estado Hillary Clinton pidió una “transición estable y pacífica” en Corea del Norte y afirmó que Estados Unidos desea tener mejores relaciones con el pueblo norcoreano tras la muerte del gobernante.

“Tenemos un común interés en una transición estable y pacífica en Corea del Norte, así como en la paz y la estabilidad regional”, declaró tras un encuentro con su par japonés Koichiro Gemba.

Varios grupos defensores de los derechos humanos, entre ellos Human Rights Watch y Amnistía Internacional, instaron a Corea del Norte a cambiar su dirección política tras la muerte de Kim Jong-Il, al que acusaron de haber liderado “un infierno en la Tierra” con el asesinato de miles, si no millones, de personas.

La muerte de Kim Jong-Il el sábado se produjo el mismo día en que su país aceptaba suspender su programa de enriquecimiento de uranio con fines militares, una precondición fijada por Estados Unidos para retomar las negociaciones sobre el desarme y la ayuda alimentaria.

Según una fuente diplomática anónima citada por los medios surcoreanos, Washington aceptó por su lado proporcionar a Pyongyang 240.000 toneladas de ayuda alimentaria.

Estos avances han sido considerados como naturales para favorecer el relanzamiento de las conversaciones a Seis (Estados Unidos, Rusia, las dos Coreas, China y Japón) sobre la desnuclearización de Corea del Norte, que ha tenido sus marchas y contramarchas.

Esas conversaciones buscan convencer a Pyongyang de renunciar a sus ambiciones nucleares a cambio de una importante ayuda energética y alimentaria. Las negociaciones se encuentran en un punto muerto desde diciembre de 2008. Corea del Norte rompió toda discusión en abril de 2009, un mes antes de proceder a realizar un segundo ensayo nuclear.

Al recibir el 13 de octubre pasado a su cercano aliado el presidente surcoreano Lee Mung-Bak en la Casa Blanca, el presidente Barack Obama advirtió a Corea del Norte contra las provocaciones, que han sido una especialidad del regimen, asegurando que con ello solo lograría reforzar aún más su aislamiento internacional.

Por el contrario, “si el Norte abandona su búsqueda de armas nucleares y se dirige hacia una desnuclearización, se beneficiará con avances para su pueblo y de una mayor seguridad”, había dicho Obama, cuya administración intenta avanzar en este tema pese a la política emprendida por su predecesor republicano George W. Bush, quien había incluido a Pyongyang en el denominado “Eje del Mal”.

El ministro de Relaciones Exteriores japonés, Koichiro Gemba, estrecha la mano con la secretaria de Estado estadounidense, Hillary Clinton, este lunes en Washington. Clinton pidió una “transición estable y pacífica” en Corea del Norte y afirmó que Estados Unidos desea tener mejores relaciones con el pueblo norcoreano tras la muerte del gobernante.

La, por entonces, secretaria de Estado estadounidense, Madeleine Albright, saluda al líder de Corea del Norte, Kim Jong Il, antes de una cena en Pyongyang, el 24 de octubre de 2000. Estados Unidos reaccionó con prudencia en la madrugada del lunes a la muerte del dirigente norcoreano Kim Jong-Il, insistiendo en la necesidad de la “estabilidad” en la región pero reservándose el comentar a fondo sobre la desaparición de uno de sus más acérrimos e imprevisible enemigo.

El presidente de Corea del Sur, Lee Myung-Bak (2D) y su mujer, Kim Yoon-Ok (1I), son recibidos por el presidente de EEUU, Barack Obama, y su mujer, Michelle, a su llegada a la cena de gala de la APEC. Al recibir el 13 de octubre pasado a su cercano aliado el presidente surcoreano Lee Mung-Bak en la Casa Blanca, Obama advirtió a Corea del Norte contra las provocaciones, que han sido una especialidad del regimen, asegurando que con ello solo lograría reforzar aún más su aislamiento internacional.

Soldados norcoreanos miran hacia la parte sur desde la localidad fronteriza de Panmunjom, en la zona desmilitarizada que divide los dos países, el 2 de diciembre de 2011. La muerte de Kim Jong-Il el sábado se produjo el mismo día en que su país aceptaba suspender su programa de enriquecimiento de uranio con fines militares, una precondición fijada por Estados Unidos para retomar las negociaciones sobre el desarme y la ayuda alimentaria.

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