Un año de La Meta del Planeta

“Se tú mismo el cambio que quieres ver en el mundo”: Ghandi

Patricia Guevara.

Recientemente, celebramos el primer aniversario de la transmisión del programa de radio La Meta del Planeta. En ese foro, celebrado en la Casa Universitaria del Libro, gracias a la generosidad del rector José Narro, pudimos compartir con los asistentes algunas cifras que ahora deseo hacer partícipes a ustedes: la economía de México depende 95 por ciento del petróleo; importamos el 45 por ciento de las gasolinas y combustibles que consumimos cada día en nuestros vehículos o en los medios de transporte motorizado; la seguridad nacional en el siglo XXI dependerá del éxito que tengamos en el uso de gas natural y fuentes alternas de energía.

No se conoce a cabalidad la problemática ambiental de México por la simple y sencilla razón de que el tema no está en la agenda político-mediática de manera consistente. Carecemos de estrategias vigentes para analizar y controlar la polución en el agua y en el aire; desconocemos la contaminación que se produce en las zonas industriales; carecemos de una estrategia para avanzar en la ruta de las energías alternativas para abandonar gradualmente los combustibles fósiles e incorporar, de manera consistente, las limpias.

Nos asusta la explosión de Fukushima, Japón pero descocemos cuál es el avance que tiene nuestro país en materia de energía nuclear y si realmente constituye una fuente alternativa y viable de energía.

La separación de residuos sólidos es aún una utopía; los contenedores aún no son colocados de manera suficiente y tampoco acorde al tipo de desechos. En la ciudad México, mercados como el de Sonora, La Merced o la Central de Abasto, sitios emblemáticos, no cuentan aún con separación de desechos sólidos.

Diariamente generamos alrededor de 20 mil toneladas diarias de lo que llamamos basura sin darnos cuenta que residuos como el vidrio, el aluminio y el plástico, entre muchos otros, pueden constituir una fuente de riqueza y de sustentabilidad, de generación de miles de empleos. Las calles son utilizadas para arrojar toneladas de esos desechos y el drenaje debe ser bombeado para arrastrar su contenido. Cada temporada de lluvias -lluvias, con frecuencia más atípicas-, se provocan inundaciones y caos permanente.

Cada año, lanzamos al drenaje mil cien millones de metros cúbicos de agua de lluvia debido a que carecemos de un plan rector para almacenarla y aprovecharla hasta el grado de potable.
Los desechos orgánicos, podríamos transformarlos en biodiesel. Sin embargo, carecemos del plan rector que lo permita, que lo impulse, que lo haga realidad. Ello, a pesar de que en nuestra UNAM y en el Instituto Politécnico Nacional y en muchas otras universidades públicas y privadas, contamos con el talento que da pie a la tecnología que puede hacerlo posible.

De los gases de efecto invernadero, la gran mayoría sólo conocemos -porque sólo de ellos se nos ha hablado-, el dióxido de carbono. Poco, muy poco, sabemos del metano y del óxido nitroso. Lo enviamos a la atmósfera sin cobrar conciencia del daño que le hacemos al Planeta y cómo repercute en nuestra salud.

Por fortuna, como sociedad, nos hemos sensibilizado e incrementado nuestro interés y preocupación por los efectos del cambio climático pero las consecuencias parecen ir más de prisa que las acciones y las soluciones.

La escritora norteamericana Rachel Carson fue sin duda pionera en contribuir a que las discusiones sobre el medioambiente se convirtieran en uno de los asuntos más importantes –si no el más importante—para la sociedad mundial en el siglo XXI.

Con su libro “Primavera silenciosa” (escrito en 1962), cuestiona las prácticas agrícolas y a los gobiernos. Desde entonces, hace ya medio siglo, formuló un llamado para transformar la manera en que la Humanidad percibía a la naturaleza.

Ella escribió: “La belleza del mundo vivo que he estado tratando de salvar, me ha dominado. Eso y las acciones insensibles y salvajes que se llevan a cabo… Por eso sentí la obligación de hacer algo. Si no lo hubiera al menos intentado, no me hubiera sentido feliz de nuevo. Pero ahora puedo pensar que he contribuido en algo.”

“Primavera silenciosa” sembró la semilla de un activismo mundial en favor de la preservación de la naturaleza. ¿Podríamos todos y cada uno de los humanos contribuir a la conservación? ¿Contribuir en algo, como decía Rachel, cuando la naturaleza ha contribuido en todo para nuestra sobrevivencia? ¿Qué no somos capaces de poder cuidar el agua, la tierra, la flora y la fauna? ¡Nuestros reinos nos los estamos acabando! ¿Realmente deseamos acabar con todo lo que éste Planeta nos ha brindado?

La paz del mundo que se ve amenazada por la carencia, cada vez más frecuente, del agua y por la crisis de alimentos que ya tenemos presente.

Debemos estar más allá de aquellos que han manoseado el tema ambiental, que han vivido de los recursos y cuyos resultados, han sido magros. El ambientalismo empieza con la comunicación y es necesario convencernos y convencerlos de que lo sustentable también puede resultar negocio; muy buen negocio, pero sobre todo, es necesario avanzar en la construcción de la paz mundial, teniendo como cimientos la preservación de la naturaleza y sus recursos.

Todos, podemos y debemos mantener el suelo fértil, el agua limpia, la flora y la fauna en equilibrio; respetar y conservar nuestros mares y ríos como decimos con frecuencia en el programa que transmitidos todos los martes y jueves de 19:00 a 20:00 horas (hora local ciudad de México) por www.romantica.com.mx

Como habitantes de la Tierra, tenemos que hacer todo lo posible por conservar este hermoso lugar. Nuestro hogar. Una acción por sencilla que sea si somos muchos, podemos alcanzar grandes colectivos. ¡Comencemos ya!

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