Día del Medio Ambiente

Patricia Guevara.

Hace casi cuarenta años, el mundo, a través de los países miembros de Naciones Unidas, dedicó el 5 de junio a recordar la importancia del ambiente. En la actualidad, la fecha es prácticamente celebrada en todos los países del orbe y cada año surgen voces a favor de lo que se hace para cuidar los recursos naturales y aquellas que se alzan para decir lo que aún no estamos haciendo o hemos dejado de hacer. Desde nuestro punto de vista, ambos segmentos, tienen su dosis de razón.

El primer día mundial del medio ambiente se celebró en 1972 en Estocolmo, Suecia. Desde ese entonces, se cambia, cada año, la sede del evento principal y la temática. Este 2011 la celebración se llevó a cabo en India. El tema fue: “Bosques: la naturaleza a su servicio”.
La idea de la celebración surgió con el propósito de aumentar la conciencia sobre los graves impactos de la deforestación y la degradación forestal, destacando los valores esenciales de los bosques como preservadores de la biodiversidad, así como la relación entre la salud de los ecosistemas forestales y nuestra calidad de vida.

Cada vez, México se une a los festejos a través de actividades organizadas por asociaciones y autoridades. Prevalecen conferencias, debates, exposiciones y festivales. En mucho menor medida se recuerda con la siembra de árboles, tarea principal con la cual, al paso del tiempo, se genera y preserva la vida a la que dan origen los bosques.

En una conmemoración como esta, vale la pena conocer cuáles son los retos que como país enfrentamos en la materia. Existe legislación ambiental sólo que leyes, reglamentos, acuerdos y decretos en favor del medio ambiente no se conocen y, en consecuencia, no se respetan y no se hacen cumplir.

Los distintos sectores de la sociedad desconocemos las funciones y responsabilidades de las instituciones encargadas de vigilar el cumplimiento de la normatividad ambiental. Entre éstas, figuran la Semarnat, la Profepa, la Conabio, la Conafor y la Conagua. Todas ellas son responsables de velar por el ambiente. Si conociéramos sus funciones, quizá nos resultaría muy sencillo contribuir en el cumplimiento de las leyes e incluso, exigir acciones eficaces y eficientes.

Gran parte de los desechos tóxicos que se producen están mezclados con residuos orgánicos e inorgánicos y otros elementos de lo que llamamos “basura”, en los tiraderos al aire libre. Esta situación se da aun cuando existen leyes que regulan el manejo de residuos sólidos.
A lo anterior, sumamos en México el ayuno que persiste en la generación de cultura ambiental que permee en la sociedad. El tráfico de especies resulta negocio altamente redituable y persiste la comercialización de plantas y animales, incluyendo ejemplares en peligro de extinción.

Contaminación de los cuerpos de agua: en nuestro territorio existen mantos acuíferos que están altamente contaminados debido a que reciben las descargas de aguas negras provenientes de zonas urbanas.

Uso de energías contaminantes: la estrategia nacional de energía 2011, presentada recientemente, incluye el uso de combustibles fósiles como carbón, petróleo y gas natural, dejando de lado el aprovechamiento de fuentes renovables de energías, aun cuando México tiene un enorme potencial. Tanto la Comisión Federal de Electricidad como Pemex y por supuesto, la Sener deben acelerar el paso para diversificar las fuentes de acopio y uso pues la celebración del Día Mundial del Medio Ambiente está prácticamente en su cuarta década y las acciones no concuerdan con la edad.

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