El muro fronterizo vs la Estatua de la Libertad

Frank Sharry*

Washington, DC – Hoy, Donald Trump se dirige hacia Arizona para abrazar su muro fronterizo. Esta noche, Chuck Schumer da su discurso de la convención frente a la Estatua de la Libertad.

Trump demonizará a los inmigrantes, afirmará de manera inexacta que su muro nos salvó de la pandemia y emocionará a su grupo cada vez menor de votantes blancos. Según se informa, tendrá a su lado al ilegalmente designado Chad Wolf y a quien será olvidada muy pronto, Martha McSally.

Schumer ensalzará las virtudes de la inmigración, pedirá una nueva hoja de ruta hacia la ciudadanía para los inmigrantes indocumentados en Estados Unidos y hablará de la mayoría multirracial que quiere grandes soluciones para desafíos que debieron enfrentarse hace mucho tiempo.

De acuerdo con Frank Sharry, Director Ejecutivo de America’s Voice, “en este crucial momento de la verdad para el experimento estadounidense, los votantes enfrentan una dura elección. El abismo entre las dos partes no podía ser más grande ni más claro.

Hoy, el líder del monocromático Partido Republicano celebra un ineficaz y costoso muro fronterizo. Está siendo pagado por los contribuyentes (no por México) con fondos desviados del Ejército y de asignaciones para alivio de desastres, y construido por contratistas corruptos para servir a los intereses políticos de un presidente que ha fallado en proteger a la nación de una pandemia mortal. El objetivo de Trump es desviar la atención de su histórica incapacidad de proteger a la nación en casa y enviar una señal de que los republicanos quieren amurallarse del mundo, especialmente del ‘otro no blanco’.

Hoy, el líder del diverso Partido Demócrata celebra la Estatua de la Libertad. Es un símbolo de la tradición de bienvenida de Estados Unidos a gente de todo el mundo, en un histórico esfuerzo para forjar una nación que extienda la libertad, la justicia y la igualdad para todos, independientemente de su lugar de nacimiento o su historia personal. El objetivo de Schumer es abrazar la naturaleza políglota de este país de ideales compartidos y enviar una señal de que los demócratas quieren reconocer formalmente a los 11 millones de inmigrantes indocumentados —muchos de los cuales arriesgan sus vidas como trabajadores esenciales—como los estadounidenses que ya son.

La opción es entre un Estados Unidos retrógrada, anclado en el etnonacionalismo de sangre y suelo, y un Estados Unidos que mira hacia adelante aspirando a una igualdad multirracial y multiétnica. El resultado determinará la viabilidad del experimento estadounidense”.

*Frank Sharry es Director Ejecutivo de America’s Voice

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