Depresión, la nueva cara del coronavirus

Martha Sáenz.
Martha Sáenz.

Por Martha Sáenz*

Tristeza , desesperación, miedo, angustia, dolor, frustración, enojo y desesperación son solo algunos de los nuevos rostros que podemos observar en los adultos alrededor del mundo. Por primera vez en este siglo la humanidad se ha visto rebasada por emociones tan dolorosas que no tienen comparación, este ha sido un hecho único, el Covid-19 nos ha sorprendido a todos.

 El coronavirus llegó para despertar a la humanidad la cual estaba viviendo un placido sueño de fantasía donde la lucha diaria centrada en una sociedad de consumo, solo se enfocaba en competir para obtener mayores beneficios económicos, profesionales y materiales. La llamada de atención es tan fuerte que no se logra asimilar la amenaza que abruptamente se puso como una nube gris sobre cada uno de los que vivimos en el planeta. Ahora la realidad ha cambiado, nuestras prioridades se están enfocando solo en una cosa por ahora inalcanzable: La vacuna para combatir el coronavirus.

 Vivíamos en un plácido sueño de ingenuidad y candidez, pensando que somos invencibles y que cualquier calamidad del mundo se encontraba tan lejos que ni remotamente nos podría alcanzar. El despertar fue brusco, duro y abrupto, las personas  nos negábamos a entender que las reglas de la vida habían cambiado y lo que es mas dolorosos; que ninguna persona volvería a dormir tranquilamente ante la amenaza presente del virus.

 ¿Qué sucedió? ¿Quién lo invento? ¿De dónde vino?  ¿Es una guerra entre países? ¿Qué es?. Un simple virus tan pequeño que no se puede ver, y tan grande siendo altamente contagioso y tan aterrador que nos puede destruir en unos días, que no respeta edad, raza, nivel económico, ni religión, está en todos los países y nos ha obligado a ver la cruda realidad de una pandemia. Por su parte los políticos están entretenidos peleando por quién será el mesías que salvará al planeta Tierra, compitiendo por colgarse la medalla de ser el primer descubridor de la cura y sobre todo el que acapara los reflectores como el salvador del mundo.

 La incertidumbre, la angustia y el caos referente  a la información fidedigna y certera solo han provocado que se haga más grande la ya comprometida herida. La depresión se refleja en la cara de los adultos, las dudas agobian, la enfermedad atemoriza y la cruda realidad los golpea como balde de agua fría para enfrentar la muerte repentina que desmoraliza. Ver el futuro incierto y aterrador entristece porque  las reglas del juego (o más bien las reglas del Virus) cambiaron.

 Esta llamada de atención es tan grande y desconocida que no sabemos cómo responder, a quién creer y que seguirá en un futuro.  La vida nos está obligando a detenernos y replantearnos nuestras metas, hoy se nos exige que aprendamos a valorar las cosas pequeñas pero realmente importantes. Obligadamente estamos conviviendo más con la familia, la vida se redujo a no salir de casa, a abandonar los trabajos, se acabó el alimento para el ego, lo superfluo y banal. Al mismo tiempo nos está forzando a poner atención en nosotros mismos, sí, con nosotros mismos y esto resulta amenazador. Nos quitaron de golpe todas las excusas que teníamos para estar distraídos y nos ha presionado a voltear y ver lo mas importante que tenemos los humanos: la Vida.

 Está resultando complicado concentrarse en los nuevos desafíos pero la sabiduría de esta crisis nos empuja a que no tengamos opciones para escaparnos o distraernos y a tomar el toro por los cuernos.

Las tareas  se han vuelto inmediatas, no se pueden hacer planes a largo plazo, ni desperdiciar el tiempo. La exigencia es urgente, no nos permite posponer la respuesta, la acción tiene que ser inmediata y sobre todo, tiene que ser efectiva. 

 ¿Y cuál sería esta tarea? La tarea es “ponernos en paz con nosotros mismos”. Se escucha como una frase muy sencilla pero implica un trabajo profundo y constante, se necesitan enfrentar los miedos internos, nuestras dudas, sobre todo las excusas que hemos fabricado y elaborado para no enfrentar la realidad. Cuando la amenaza de morir se presenta ante nosotros y  los que amamos, no nos queda atajo y solo podemos decidir en qué forma la enfrentaremos,  puede ser en un estado de negación e inconsciencia, ó,  enfrentando el miedo, superando la ansiedad, valorando lo realmente valioso y disfrutando la oportunidad de estar vivos.

 

 

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