Benedicto XVI se despide de sus feligreses en El Vaticano

Benedicto XVI prometió fiel obediencia a quien sea elegido como su sucesor.

 

Ante una  feligresía visiblemente emocionada por atestiguar uno de los momentos históricos más importantes en la historia de la Iglesia Católica, el Papa Benedicto XVI dejó hoy jueves el Vaticano y se dirigió a la residencia de verano de Castel Gandolfo, donde estará recluido hasta que se elija a su sucesor.

El pontífice, que es el primer Papa en renunciar en más de 600 años, prometió obediencia incondicional a quien lo suceda en el cargo para dirigir a la Iglesia Católica, que atraviesa uno de los periodos más críticos en su historia, especialmente por los mútiples escándalos derivados de las denuncias de sacerdotes pederastas.

Prácticamente todos los analistas coinciden en que el legado de Benedicto XVI estará marcado definitivamente por su falta de acción para castigar a los responsables de estos crímenes que, sin duda, serán una pesada carga para quien lo suceda.

Benedicto XVI, quien de ahora en adelante será llamado Papa Emérito, renunció bajo el argumento de que su salud se ha deteriorado en forma notable y le impide continuar con su misión.

El Papa llegó a su nueva residencia en Castel Ganfolfo a bordo de un helicóptero que por varios minutos rodeó la  Ciudad del Vaticano y voló sobre el Coliseo y otros puntos conocidos de Roma para dar al pontífice una última vista de la ciudad de la que también es obispo.

Las campanas de la Basílica de San Pedro y de todas las iglesias del sector sonaban mientras el helicóptero sobrevolaba la ciudad.

Antes de partir, el Papa publicó su último tuit desde su cuenta recién abierta en diciembre.

“Gracias por su amor y cariño. Que siempre experimenten la alegría que brinda el colocar a Cristo en el centro de sus vidas”, dijo Benedicto XVI, antes de cerrar para siempre su cuenta, que contaba ya con dos millones de seguidores.

Poco antes, frente a una multitud que lo aclamó en Castel Gandolfo, pronunció el siguiente discurso:

“Queridos amigos, me siento feliz de estar con ustedes, rodeado por la belleza de la creación y sus buenos deseos que me hacen tanto bien. Gracias por su amistad y su afecto. Ustedes saben que este día es distinto para mí que los precedentes: ya no soy el sumo pontífice de la Iglesia católica, o lo seré hasta las 8 de la tarde y después ya no.

Soy un simple peregrino que inicia el último tramo de su peregrinación en esta Tierra. Pero igual quisiera… agradecerles… quisiera con todo mi corazón, con mi amor, con mis oraciones, con mi reflexión y con toda mi fuerza interior, quisiera trabajar por el bien común y por el bien de la Iglesia y la humanidad. Me siento muy apoyado por la simpatía de ustedes.

Sigamos adelante con el Señor por el bien de la Iglesia y el mundo. Gracias, imparto mi bendición de todo corazón. Bendito sea Dios Todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo. Buenas noches. Gracias a todos”.

 

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