
“La prosperidad es un gran maestro; la adversidad es mucho más grande. La posesión embota la mente, la adversidad la fortalece”.
William Hazlitt
Históricamente la economía ha experimentado altibajos cíclicos en los niveles de bienestar. Esos ciclos se conocían muchos siglos antes de que los economistas modernos estudiaran el fenómeno y teorizaran al respecto.
Enseguida un extracto de una de las teorías económicas más reconocidas de este tema: “Los Ciclos Económicos, es un término utilizado para referirse a los cambios que se producen en la economía. Desde la Revolución Industrial, la actividad financiera de los países capitalistas industrializados ha fluctuado desde niveles altos a niveles bajos, arrastrando tras de sí al resto de la economía. No es predecible la duración de un ciclo, pero sus fases sí lo son. Los economistas citan cuatro fases: auge, recesión, depresión y recuperación – “vacas gordas y vacas flacas”, según La Biblia.
Durante el periodo de auge aumenta la producción; sin embargo, a medida que éste continúa empiezan a surgir obstáculos que impiden que se prolongue. Estos factores conducen a un periodo de recesión, los empresarios se vuelven pesimistas y según van cayendo las utilidades deciden ahorrar el dinero en vez de invertirlo, hasta que el desempleo se generaliza. Estamos, ahora, en una fase de depresión. La recuperación de la depresión suele ser lenta y desigual al principio, pero inmediatamente gana fuerza. El nivel de empleo crece, aportando un mayor poder adquisitivo. La inversión en las industrias de bienes de consumo crece. El deseo de aventurarse en nuevos negocios reaparece. Se ha iniciado un nuevo ciclo…”
Como referencias teóricas y bíblicas están muy bien, ¿pero qué pasa en nuestra descalabrada economía? Ya sea en lo personal o en el contorno del país.
Los malestares económicos tienen causales internas y externas. Lo interno tiene que ver con lo que sí podemos controlar y lo externo no. Ejemplifico en uno y en otro caso: como país pudiésemos estar mejor si el gobierno no hubiese gastado – durante décadas – más de lo que le ingresaba, si no hubiera corrupción, endeudamiento, desacuerdos políticos y demás. Tendríamos una mayor fortaleza para sortear los efectos de los vaivenes económicos de un mundo global. Creo que sí se pueden hacer muchas cosas para mejorar, pero falta voluntad – y patriotismo – de los gobernantes, los políticos y de ciertos empresarios.
En el ámbito particular de cada quien igualmente hay mucho que hacer. Procuremos, primero, solucionar – aunque parezca egoísta – nuestra situación individual. Y si todos hiciéramos eso el país entero cambiaría.
– “Pero es que no hay empleo, no hay oportunidades, las condiciones son adversas, el gobierno no hace lo que le toca, etcétera” – Los que dicen esto tienen razón, en parte. Y en parte no, pues a unos les está yendo bien mientras a otros les está yendo mal. Habría que ver por qué es así para los unos y los otros. A los que les está yendo bien es porque han aprendido a aprovechar – y a buscar con empeño – a las vacas gordas. Y los opuestos se conforman con los desechos vacunos.
Si estuviésemos en una situación de desastre nacional, como la de 1995, no habría un crecimiento del PIB. Pero sí lo hay (aunque muy pequeño todavía), lo que significa que existen empresas y personas que sí están haciendo negocio. Por ello, lo importante es encontrar una oportunidad de mercado no satisfecha… o no totalmente, y plantar en ella nuestros mejores recursos y talentos. Ya que tenemos las facultades de explorar, de crear, de construir y capitalizar coyunturas. De encontrar las vacas gordas dentro de una manada de reses flacas.
Si se logra el éxito, luego habrá que concienciarse bien de los famosos ciclos y no desbordarse en el gasto o inversiones improductivas, por aquello de que la vaca enflaque. Y la clave está en el ahorro, aunque desgraciadamente no estamos acostumbrados a hacerlo.
Hay que hacer del ahorro un hábito virtuoso, y transmitirlo a las generaciones siguientes. Con la dificultad que esto supone en un ambiente consumista, de inmediatez… y del “compre ahora y pague después”.
El autor es Consultor en Dirección de Empresas. Correo: manuelsanudog@hotmail.com
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D. R. © Rubén Manuel Sañudo Gastélum. Se prohíbe la reproducción de este artículo sin el permiso de su autor.