Por Aitana Vargas
Los Ángeles, CA.-En las calles de Bell se respira el descontento, la frustración y la falta de confianza en una clase política que durante los últimos quince meses no ha logrado restaurar la imagen de la ciudad como la población lo exigía. A dos años de la convulsión política que sacudió a esta pequeña localidad californiana, la ciudadanía hace balance sobre el estado y la gestión de ésta. Y la gran mayoría concluye que falta transparencia y que queda mucho por hacer.
Alma Rico, una madre de origen mexicano que vive en Bell con su esposo e hijos desde hace 22 años, denuncia que las mejoras en la gestión de la ciudad por parte de la nueva administración han sido prácticamente inapreciables en los dos años posteriores al estallido del escándalo de corrupción.
“No se ha avanzado lo que yo esperaba o lo que ellos [las autoridades] nos prometieron que harían”.

Para esta madre acostumbrada a dedicar su tiempo libre a la creación y desarrollo de programas comunitarios y sociales como Parents for Patrol, la mayor lacra que sufre Bell es la de haber descuidado la educación y la calidad de vida de las nuevas generaciones – esos niños y muchachos que forman la espina dorsal de la ciudad y sobre los que un día recaerá la enorme responsabilidad de soportar el peso económico de una población adulta que irá envejeciendo y abandonado la fuerza laboral.
“Mis hijos son ahora unos adolescentes, las drogas están a la orden del día. Hay muchos ‘drop outs’ [abandono escolar] en las escuelas de alrededor. Al ellos hacer el ‘drop out’ [abandonar la escuela], no hay trabajos para ellos porque ¿quién les va a dar trabajo alrededor? Nadie. La ciudad no les está ofreciendo alternativas para el deporte y los mandan a la calle. Y caen a las drogas, y caen al graffiti, a la delincuencia y al robo”, se lamenta Rico.
“Con todo lo que el señor Rizzo nos robó, con todo el abuso de poder, que hizo contra los ciudadanos, cuando él estaba, la recreación era muchísimo mejor de lo que hoy es”, añade.
Para algunos residentes, sin embargo, la principal preocupación es la falta de apoyo y recursos destinados a satisfacer las necesidades de la población de la tercera edad de Bell.
“Daría mi vida porque aquí se hiciera un centro para los Seniors al igual que en todas las ciudades de los alrededores”, comenta Hilda Rodríguez, una residente que lleva unos cuarenta años en Bell.
Esta inmigrante cubana reivindica el lugar de los ancianos en la sociedad ya que ellos – con su sabiduría, experiencia y enseñanzas – pueden inculcar valores a la juventud que ayudarían a resucitar a Bell de sus cenizas.
Rodríguez concibe la falta de atención a la tercera edad como un síntoma más dentro de un conjunto de políticas fallidas por parte de los nuevos líderes que gestionan la ciudad, y quienes no se deciden a eliminar las malas prácticas de la administración de Robert Rizzo.
“Tenemos aquí un cáncer que nos está comiendo y que se llama Golden State Water Company, una compañía de agua que es la más cara de toda California”, dice Rodríguez.
“El alcalde dijo que iban a hacer una auditoría pero ¿qué auditoría? ¿cuándo? ¿cuando yo me muera?”, añade indignada.
En medio de las críticas y el descontento generalizado, algunos residentes señalan que ahora la ciudad se encuentra en mejores manos que hace dos años cuando se destapó la caja de abusos y corrupción.
“Nosotros teníamos un administrador que era realmente un desastre, y ahora tenemos un administrador que nos está enseñando las leyes que deben de ser, lo que se tiene que hacer. Y no nada más a nosotros sino también a los concejales,” dice Carmen Bella, una exempleada de banco mexicana de 77 años que lleva décadas viviendo en Bell con su familia.
Pero incluso para ciudadanos como Bella que ven mejoras en la gestión de la nueva administración y que hacen un “balance positivo” de ésta, es difícil obviar que los fantasmas del pasado siguen dejando su huella en el Bell de hoy.
Bella denuncia enérgicamente la votación del concilio del pasado mes de mayo donde se le otorgó un nuevo contrato de siete años a la compañía de recogida de basura Consolidated, la cual había sido objeto de duras críticas durante la etapa de Rizzo debido a sus elevadas tarifas a residentes y comerciantes.
“Eligieron a la misma compañía de basura que había antes. Una vez que ellos [los concejales] han votado, uno no puede ya hacer mucho. Hay muchas personas que se conforman con lo que tenemos. Al acudir a las juntas y ver lo que ocurre, la gente se va conformando y va diciendo bueno, pues así lo dejamos”.
Con un gesto que evidencia resignación, Bella concluye “nos toca esperar hasta que las nuevas elecciones vengan” a pesar de que “hay personas que todavía estamos ahí dándole”.
Aunque el escándalo de corrupción ha unido a la comunidad de Bell para luchar y defender sus propios intereses, existe temor entre la ciudadanía a denunciar la falta de transparencia y las malas prácticas que persisten en la gestión de la ciudad. Algunos individuos que en un primer momento accedieron a compartir sus testimonios y opiniones con este periódico, acabaron retractándose ante el temor de posibles represalias.
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