La falta de tiempo para cocinar contribuye a comer mal y, por ende, al sobrepeso

Por Rubén Moreno
Cuando María Hernández llegó a vivir a Los Ángeles hace diez años procedente de su natal Monterrey, en México, pesaba 108 libras. Ahora, su báscula marca 280. En promedio ha subido 17 libras al año desde que vino a Estados Unidos.
“En este país no nos damos nuestro tiempo para comer saludable en casa y terminamos comiendo algo rápido en la calle porque estamos siempre a la carrera”, respondió Hernández cuando fue preguntada cómo justifica su sobrepeso.
Sin embargo, esta madre de cinco hijos que recientemente acudió a la primera feria de salud que se organizó en la ciudad de Bell confiesa también que, siempre que puede, utiliza productos naturales en la cocina, además de incluir frutas y verduras en lña dieta.
“Por eso vengo a este tipo de ferias, para aprender qué le puedo dar a mis hijas para que estén saludables”, indicó.
La situación de Hernández podría verse repetida en miles de hogares latinos.
“Muchos vienen aquí y comienzan a tener una vida más sedentaria”, explicó José Aceves, médico familiar de la Clínica Colima en Whittier. “Los alimentos más accesibles son los alimentos chatarra, porque son los más baratos. Por cinco dólares puedes comprarte una comilona de 3,000 calorías para día y medio”.
“Si lo haces un día, no hay problema. Pero durante un mes, dos meses y tres años ahí es cuando se empieza a ver la obesidad”, agregó Aceves, quien recuerda que junto al sobrepeso la diabetes es la enfermedad que más padecen los latinos.
Sin embargo, aunque varias organizaciones e incluso desde el mismo gobierno federal se promueve hacer ejercicio y comer saludable para combatir el sobrepeso, cada vez son más los restaurantes de comida rápida que aceptan que sus clientes puedan pagar con estampillas de comida que se conceden a las familias de bajos recursos.
“Esos cupones deberían ser para lugares donde venden fruta o verdura a un menor precio en lugar de que se puedan usar para comprar pizza o hamburguesas”, dijo Aceves. “Las pólizas del gobierno deberían estar alineadas en lo que estamos tratando de educar”.
“Debemos ser congruentes, porque por un lado estamos diciendo una cosa y por el otro hacemos otra. Facilitamos el acceso a la comida rápida, pero decimos que no coman comida chatarra”.

En algunas ciudades como Los Ángeles han terminado prohibiendo que en determinadas zonas no se abran más restaurantes de comida rápida ante el elevado número de residentes con sobrepeso. Pero en las ciudades pequeñas la manera de enfrentar el problema es muy diferente.
“En Los Ángeles le pueden decir a las cadenas que se vayan a otro lugar. Nosotros no podemos darnos ese lujo porque necesitamos negocios”, comentó Néstor Enrique Valencia, concejal de Bell. “Lo que sí podemos es pedirles que cataloguen sus menús según sean, así como hace el condado calificando con una A o B a los establecimientos”.
“Sabemos que los negocios apoyan esta comunidad y que pueden hacer algo”, agregó. “Todo empieza con la educación y podrían ser parte de una red para educar a la gente de forma que cada vez que los clientes compren con estampillas de comida reciban un papelito con información”.
“La gente quiere tener esos beneficios, pero hace falta educarlos para prevenir el sobrepeso”.
Para Gloria Medina, directora ejecutiva de la Cámara de Comercio de Bell, parte de la solución pasa por “volver a lo básico al igual que cuando nos educamos los papás cuando éramos pequeños”.
“Llegábamos a casa y la comida ya estaba hecha porque el papá era el que salía a trabajar y la mamá se quedaba en casa”, dijo Medina. “Aquí para mantener un hogar necesitas tener a los dos padres trabajando y la mamá no tiene tiempo de cocinar. Es más fácil comprar el especial de cuatro hamburguesas por 20 dólares y comer toda la familia”.
Pero también cuando no se tiene tiempo de cocinar, los suplementos alimenticios podrían ser una alternativa para adquirir las vitaminas que necesita el cuerpo.
“Es fácil salir de casa sin desayunar o tomar solo un café con pan”, comentó Emma Romo, distribuidora de productos energéticos. “También hay personas que piensan que desayunando tocino, dos huevos y papas han desayunado bien, pero están comiendo grasa y colesterol. De ahí que muchas personas a media tarde digan que se sienten sin energía porque no están tomando las vitaminas necesarias”.
“Las enfermedades se previenen comiendo saludable y hacienda ejercicio para tener el peso ideal”, apuntó Aceves. “Pero para eso debemos predicar con el ejemplo. Si no, no llegamos a ningún lado”.