
– A N Á L I S I S –
Por Rubén Moreno
Hubo un tiempo en el que California, si fuera considerado como un país, era catalogado como la quinta potencia económica del mundo. Representaba el 20% del dinero que se mueve en todo Estados Unidos.
Muchos factores, además de la crisis, terminaron por arrastrar ese encomiable lugar a la posición octava a la vez que perdía terreno en el plano nacional con la marcha de empresas que habían dado aliento al Estado Dorado.
No se sabe cuánto más brillo perderá su economía mientras los gobiernos locales y el estatal tratan de afinar sus presupuestos para ajustar los déficit que alcanzan muchos ceros, pero lo que sí está claro es que California no está produciendo los recursos humanos necesarios para sacar las cuentas del futuro adelante.
Según los datos más recientes del Departamento de Educación de California (CDE), el 76.3% de los estudiantes que comenzaron la secundaria en 2007 lograron graduarse a tiempo en 2011. Comparado con el año anterior, supone un aumento del 1.5% en el número de graduaciones.
Aunque el superintendente de Instrucción Pública, Tom Torlakson, se congratula de este avance, la realidad es muy distinta a la que quiere reflejar el CDE cuando envía su comunicado anunciando que el número de graduados ha ido en aumento y el de abandono escolar en retroceso.
Esto es cierto a tenor de los resultados si se comparan los dos últimos años siguiendo el mismo patrón de mediciones, pero dista mucho de los números que se veían hace una década y mucho más de los que se reportaban hace dos.
Aunque los latinos constituyen la mayoría de los estudiantes en las escuelas públicas de California, solo el 70,4% logró el año pasado obtener su diploma de secundaria. Los alumnos hispanos están aún lejos de graduarse en los niveles que lo hacen los asiáticos y anglosajones: 89.7% y 85.5% respectivamente. Estos números altos hacen que suba el promedio de graduaciones por encima de la tasa que reflejan los datos del grupo que representa la mayor cantidad del alumnado.
Teniendo en cuenta que la población de California es cada vez más latina, y que sus estudiantes no se están graduando de la secundaria al ritmo que lo hacen sus compañeros de otras etnias, cabe preguntarse quiénes terminarán siendo los ingenieros, médicos, abogados y profesionales que necesita el estado cuando la mayoría de ellos no puede ir a la universidad.
Solo el 32% de los hispanos que se graduaron de secundaria el año pasado lo hizo con las clases requeridas para poder matricularse en cualquiera de los sistemas públicos de educación superior en California, comparado con el 40,3% en promedio entre todos los grupos.
A la vista salta que California no está preparando a los estudiantes hispanos para que sean los trabajadores del futuro que tiren delante de su economía cuando solo uno de cada tres puede proseguir sus estudios. Terminarlos es otra cosa bien distinta. Varios reportes sugieren que solo uno de cada diez hispanos que comienza la universidad logra licenciarse, mientras el estado continuará necesitando cientos de miles de licenciados capacitados para realizar los trabajos del mañana.
Comparando manzanas con manzanas –como piden los administradores escolares- California graduaba hace una década al 88,3% de los estudiantes que comenzaban el último año de secundaria mientras que hace dos décadas ese índice superaba con creces el 90%. El año pasado, ese número fue del 82,9%.
Mientras tanto, California continúa perdiendo estudiantes por el camino.
Del más de medio millón de estudiantes que se tenían que haber graduado el año pasado, 72,320 dejaron los estudios y casi 43 mil aún no han completado todas las clases.
La tasa de abandono escolar del año pasado se situó en el 14,4% teniendo en cuenta las nuevas mediciones -17,4% si se siguen los patrones anteriores-, cuando se analiza el número de estudiantes que comienzan la secundaria pero que no termian el último curso. Hace una década, esa cifra apenas era del 11%.
Los estudiantes latinos son, después de los afroamericanos, los que en mayor proporción engloban el abandono escolar.
Aunque el estado quiera maquillar las cifras de los estudiantes que se están graduando –mirando el vaso medio lleno en lugar de medio vacío-, los recortes en educación y los despidos de maestros se están dejando notar en los resultados académicos cuando no se está graduando el número de estudiantes suficientes y cuando la mayoría de ellos no cumple con los requisitos para ir a la universidad.
De esta manera, el Estado Dorado será difícil que pueda sostenerse sobre sí mismo si no es capaz de preparar en casa a la fuerza laboral del futuro. Algunos economistas sugieren que si los estudiantes no están capacitados para tomar las riendas de la economía, entonces tendrán que seguir viniendo más profesionales de otros países con sus licenciaturas y doctorados a sacar la situación adelante.
Será cuestión de tiempo ver qué tonalidad adquiere el dorado de California.
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