
Madrid (EFE).- Este 6 de abril se cumplen 20 años del comienzo de la guerra de Bosnia, en la que se practicó la limpieza étnica y el genocidio por primera vez en Europa desde el fin de la II Guerra Mundial.
De las 98,000 personas que perdieron la vida en la contienda, que de desarrolló en Bosnia y Herzegovina entre abril de 1992 y diciembre de 1995, el 55%era musulmán, el 35% serbio y el resto croata y de otros grupos étnicos.
Según el Centro de Investigación y Documentación de Sarajevo, la mayoría de las víctimas -bosnios musulmanas y croatas (católicos)- fueron asesinadas de la manera más feroz, organizada, planeada, ya en los primeros meses de la guerra.
La contienda estalló cuando, siguiendo el ejemplo de Croacia y Eslovenia, Bosnia proclamó su independencia de la federación socialista de Yugoslavia el 6 de abril de 1992, tras un referéndum que fue boicoteado por los serbios, partidarios de unir en un único Estado a todos los serbios disgregados por las distintas repúblicas.
Ese día, los francotiradores serbobosnios dispararon contra unos manifestantes en el centro de Sarajevo. La lucha se extendió rápidamente por toda la región.
En Srebrenica, más de 7,000 varones musulmanes fueron asesinados después de que las tropas serbobosnias, bajo el mando del general Ratko Mladic, conquistaran ese enclave oriental de Bosnia en julio de 1995, pocos meses antes del fin de la guerra.
Sobre Sarajevo cayeron miles de proyectiles lanzados desde posiciones serbias en los montes de los alrededores y estuvo sometido a los disparos diarios de los francotiradores. Casi 11,000 personas murieron en los tres años y medio de asedio de la capital bosnia, que quedó devastada, y algunos de sus edificios emblemáticos, como la Biblioteca Nacional, sufrieron graves daños ya al inicio de la guerra. Los casos de violaciones y abusos sexuales fueron también numerosos durante la guerra de Bosnia.
Durante la guerra, las tres partes contendientes -musulmanes, serbios y croatas- crearon campos de concentración, como Omarska, Keraterm y Trnopolje, donde fueron torturadas y asesinadas miles de personas. En torno a un millón de habitantes de los más de cuatro que tenía Bosnia antes de la guerra abandonó sus hogares.
Veinte años después del inicio de la guerra, todavía no existe en el país la disposición para iniciar un verdadero proceso de reconciliación.
“La inexistencia de una verdad sobre la guerra, la falta de disposición a juzgar los crímenes, la continuación del saqueo son las consecuencias más serias del conflicto bélico que tienen impacto en nuestra actualidad y en nuestro futuro”, declaró el analista Momir Dejanovic.
Bosnia es un país fracturado por líneas étnicas, sin apenas capacidad para consensuar su pasado ni afrontar el futuro. Los dos entes autónomos que forman el país -el común de musulmanes y croatas, y el serbio- así como los tres pueblos, funcionan por su cuenta. Las instituciones centrales, las comunes de los tres pueblos, representan un conjunto de intereses que casi nunca coinciden, con una clara falta de cooperación que permita un funcionamiento eficaz del Estado compartido.
Para el futuro, el lema formal de las principales estructuras políticas es avanzar para ingresar en la Unión Europea (UE). No obstante, desde hace más de cuatro años, entre los políticos musulmanes, serbios y croatas no hay consenso sobre las reformas para un funcionamiento consolidado de las instituciones centrales de cara a agilizar el paso a la integración euroatlántica.
Muchos serbios prefieren mantener la amplia autonomía de su entidad, los musulmanes abogan por la centralización y la abolición de los entes, y a los croatas les gustaría tener una entidad propia. Bosnia es uno de los países más pobres de Europa y tiene un 40% de desempleo; aun así, los temas sociales son secundarios frente a una clara agenda política nacionalista.
Pese a ello, la Unión Europea y la OTAN creen que Bosnia-Herzegovina ha comenzado a ver en los últimos meses la luz al final de un largo túnel, tras dar una serie de pasos que parecen mostrar que las dos entidades autónomas que la integran creen en el futuro del país.
De hecho, el gobierno de Sarajevo prevé presentar en junio la candidatura al ingreso en la UE, así como avanzar claramente en el proceso de integración en la Alianza Atlántica. La elección en el diciembre pasado de un nuevo primer ministro, el croata Vjekoslav Bevanda (un economista con fama de honrado y eficaz), y la aprobación de dos leyes clave sobre la creación de una policía y un Ministerio de Defensa auténticamente unidos (tras muchos años de insistencia desde la UE y la OTAN) han dado un vuelco a la situación.
En Bruselas se achaca este cambio a varios factores exteriores: el ingreso de Croacia en la UE en julio de 2013; la declaración de Serbia como país candidato a la adhesión y la captura en suelo serbio de los últimos grandes criminales de guerra serbobosnios (Radovan Karadzic y Ratko Mladic) han mostrado a las dos entidades que debían avanzar unidas para no quedarse solas en el camino a la integración en Europa.
Los responsables bosnios han visto que, en este escenario regional de cada vez mayores avances hacia la integración en la OTAN y la UE (solo Macedonia está atascada en el proceso y eso por la disputa con Grecia por la cuestión de su nombre), o se ponían de acuerdo entre ellos o el país sería el último de la fila europea.
Mientras tanto, la OTAN cree que la ley sobre el Ministerio de Defensa “es un paso importante” que permitirá aplicar el programa de acción para la integración (MAP, un proceso previo al ingreso). De esa forma, Bosnia podría recibir en un plazo relativamente breve la invitación para ingresar en la organización, si bien no parece que la cumbre que la Alianza celebrará en Chicago el 20 y 21 de mayo llegará a tiempo de esa decisión.
Bosnia afronta aún graves problemas internos: las heridas de la guerra civil no se han cerrado del todo, mientras que el desempleo bordea el 45%, y hay altos niveles de corrupción y clientelismo político, pero al menos se percibe una nueva voluntad inexistente en los últimos 20 años.