“Miseria mental”

Manuel Sañudo Gastélum.

“El pobre carece de muchas cosas; el avaro de todo”

 Séneca Anneo

La miseria en el pensar se traduce en estrechez de miras en las decisiones del negocio.  Que traslada, fatídicamente, a trabajar y a vivir en un ambiente de escasez que lo alejará de la rentabilidad óptima, y de la abundancia.

Es juicioso apuntar, antes que todo, que no debemos confundir el prudente sentido del ahorro, de la sana exigencia de costo – beneficio y demás buenos y recomendables criterios de productividad; sin los cuales la empresa se distanciará irremediablemente de uno de sus fines primordiales: maximizar las ganancias. Que, de no lograr la maximización de las utilidades muy probablemente se caiga en un proceso de conformismo que le llevará a raquíticos dividendos y de ahí a las pérdidas.

 La “Miseria Mental” es sinónima de pensar con mendicidad: de regatearle recursos a la empresa y con desacertados criterios de ahorro. Es negarle fortaleza financiera a la compañía restándole los insumos – justos y precisos – para la consecución de sus fines. Este mísero cavilar cala a todos los elementos de la empresa: empleados, equipos, tecnología, presupuestos de gastos, instalaciones, etcétera.

 Sencillamente pensemos en la clase de empleados que se tendrán, o en lo que se convertirán, y su sentir para con la empresa, si sus salarios son pagados con retraso, en parcialidades o con tabuladores por debajo del mercado (aprovechando el desempleo existente), como es el lamentable caso de ciertas negociaciones.

No es que sea partidario del dispendio. Soy enemigo de aquellos que se gastan el dinero de forma irresponsable o con equivocados criterios de causa y efecto. Soy del pensamiento de que los negocios son como las plantas: si no se les provee de lo que requieren – en sus componentes elementales de tierra, agua, sol y nutrientes – el fruto será pequeño o ninguno. Llegando, inclusive, a la muerte de la plantación.

Este sencillo ejemplo, de la sapiencia popular conocido, pasmosamente no tiene cabida en las mentes de ciertos empresarios, pues sus percepciones están anegadas por pensamientos de miseria y por desfigurados paradigmas de lo que es el ahorro y el insumo – efecto.

¿Por qué existe esta miseria mental en parte del empresariado?… Es difícil saberlo. Intuyo que todo se remite a la capacidad de percepción de cada individuo emprendedor. Y este tema cae en los terrenos de la biología, la educación, la inteligencia, el buen sentido de los negocios y de una acertada concepción de lo que significa ser el dueño de un negocio.

El dueño, finalmente, será el responsable del mísero pensar… o del derroche y la suntuosidad. Extremos absolutamente opuestos que, sin embargo, llevan a un mismo nocivo desenlace: la muerte del negocio, como en el ejemplo de las plantaciones.

 

No escatimar, ni despilfarrar. El justo medio es la respuesta.

 

El autor es Consultor en Dirección de Empresas. Correo: manuelsanudog@hotmail.com

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