
Por Agustín Durán.
Los Ángeles, CA.- Mientras miles de familias se preparaban para la cena de Acción de Gracias en Estados Unidos, decenas de mujeres salieron a las calles para pedirle al presidente Barack Obama que detenga la división de familias que lo único que trae es dolor a los niños.
Vanessa González de 19 años llegó con sus cuatro hermanos menores a apoyar la marcha que se inició en la esquina de Olympic y Broadway y terminó enfrente del edificio federal en la calle Los Ángeles donde instalaron una mesa con un pavo, pero con las sillas vacías, simbolizando la ausencia de los padres deportados.
“Mi padre fue deportado el año pasado y a mi madre casi no la vemos porque tiene que trabajar más horas para poder mantenernos”, expresó González, quien tuvo que dejar la escuela para cuidar a sus hermanitos y así poder sacar adelante a su familia.

“Mi madre trabaja limpiando casas de lunes a sábado y el domingo nos vamos todos a vender fruta para completar para los gastos”, agregó la joven, quien quería estudiar para enfermera certificada, pero ahora no sabe si algún día podrá regresar a la escuela.
González agregó que la ausencia de su padre no sólo les ha afectado económicamente sino anímicamente. Precisó que sus hermanos constantemente preguntan cuándo regresará su papá y por lo pronto a su hermano Eduardo lo quieren mandar a una escuela de educación adulta porque sus calificaciones bajaron tremendamente.
“Creo que la peor parte la están llevando mis hermanos porque no entienden toda la situación y los más grandecitos aunque la entiendan, no la aceptan y no se pueden concentrar bien en la escuela porque pasan pensando que posiblemente ya no volverán a ver a su papá”, expresó la joven.
El papá de los hermanos González es sólo uno de los 46 mil padres de familia, hombres y mujeres que han sido deportados durante los primeros seis meses del 2011, de acuerdo a un estudio realizado por el Applied Research Center, y publicado en la página Colorlines.com

El informe también revela que por lo menos 5,100 niños estadounidenses viven con familias de crianza o en el sistema de los condados, al no encontrar un familiar o persona allegada a la familia que pueda velar por el bienestar de los pequeños.
Sin embargo, para Abraham Bejarano, pastor y uno de los participantes en la marcha, los números develados en el estudio son muy conservadores y cree que el número de niños en el sistema de crianza seguirá creciendo debido a la gran cantidad de padres que han y siguen deportando.
“Lo que está haciendo el gobierno con las deportaciones de los padres de familia es un caos completo porque está sobrecargando el sistema de crianza que ya no tiene capacidad para atender a tanto menor”, expresó Bejarano. “Además, los padres que se han llevado, en su mayoría eran gente trabajadora que mantenían a sus hijos y familias, pero ahora el gobierno es el que está pagando por el mantenimiento de estos pequeños”.
William Torres, de la Coalición de Mujeres para el Tratamiento Humano de los Inmigrantes, indicó que el dolor de una madre no es político. No es demócrata o republicano. Es gente que ha vivido en este país por años, ha contribuido al crecimiento de la nación, se ha establecido y ha tratado de sacar adelante a su familia, pero de repente las autoridades llegan y deportan a uno de los padres.
“Es inconcebible que se esté haciendo algo así: dividir una familia y destrozar el futuro de un niño”, expresó Torres. “Lo que está pasando es que primero le quitan a los niños a su madre o padre y después los entregan a al sistema del condado, con gente que no conoce y con la posibilidad de que no vuelva a ver a sus padres. Imagínese el trauma para la criatura.”.

Torres expresó que habían escogido el día de Acción de Gracias para marchar porque es uno de los días en que la mayoría de la población estadounidense busca estar con sus familias, sin embargo debido a la política actual miles de familias latinas no podrán hacer lo mismo.
El activista agregó que esperaba que este mensaje abriera los corazones de los legisladores y del presidente para que detenga las deportaciones de personas que no tienen antecedentes penales o por fallas menores, pero que en muchas veces también terminan en deportación.
En el caso de Rina Chew, una de las madres que llegó a apoyar el movimiento y recientemente fue operada de cáncer, dijo que el día de hoy no habrá nada que celebrar ya que debido a la deportación de su hermano a Guatemala, su esposa y niños, ambos estadounidenses, quedaron anímicamente destruidos.
“Qué vamos a celebrar? La separación de nuestra familia luego de dejar más de 20 años de trabajo en esta tierra. No podemos celebrar, al menos no por ahora.”