Resistencia al abandono

“Se gana y se pierde, se sube y se baja, se nace y se muere.

Manuel Sañudo.

Y si la historia es tan simple, ¿por qué te preocupas tanto?”
Facundo Cabral

Es primordial que dejes ir procesos, productos, servicios o empresas completas cuya rentabilidad se ha esfumado. Y probablemente te atemorices: por la natural resistencia al cambio, al abandono.
Un modo de ganar más dinero es identificar las áreas en las que no estés generando un lucro, y que no veas para cuándo lograrlo. Detecta aquello en lo que no seas el mejor, ni tengas buenos beneficios, donde los resultados sean nulos o mediocres… Ya descubierto el problema, tienes resuelta la mitad.
Entonces, lo que procede es convertirlo en oportunidad; así, hacer lo demás te parecerá fácil. No obstante, a la hora de los hechos, puede ser que te resistas al paso siguiente: la acción de abandonar, de cerrar el capítulo; aunque tengas el respaldo de una buena táctica de renuncia, puesto que no es tan simple como aparenta ser.
Ya convencido de que hay que actuar, que debes de abandonar, es en la puesta en marcha – de las decisiones obvias e impostergables – que te puedes detener, posponer… y seguirás perdiendo dinero. A veces no abandonas, porque hacerlo te restaría popularidad hasta que los problemas llegan a un punto sin solución.
Algunas explicaciones de la resistencia al abandono:
– La inercia. Sigues haciendo lo que venías haciendo porque siempre lo has hecho, sin tomar conciencia de que ese camino te está llevando al precipicio.
– La soledad. Quieres cambiar y no tienes quién te ayude en este proceso doloroso, pero necesario.
– Resistencia al cambio. El cambio intimida, pues saca de la zona de confort. Traigo a cuento la frase que dice: “No es porque las cosas son difíciles, que no nos atrevemos a cambiar; es porque no nos atrevemos, que las cosas son difíciles”. Llegado el momento de empezar a cambiar se asoma el miedo. Es cuando se manifiesta la resistencia al cambio, donde se refleja tu temor a dejar viejas creencias que te llenan de pretextos, muy convenientes, para tranquilizar la conciencia y no dar el paso adelante: buscar la rentabilidad perdida. La lista de pretextos para no actuar puede ser interminable.
¿Qué hacer para vencer estas resistencias, para reencontrar las avenidas de la sana evolución de tu propósito?
Ahora, sugeriré lo que creo que es bueno:
– Busca compañeros, dentro y fuera de tu trabajo, que atenúen la soledad de tu decisión y que te infundan energía y valor para actuar; aliados con los que puedas hacer un frente común de cambio. Ya que, por extrañas razones, es más difícil cerrar un capítulo que abrirlo.
– Elije y dale poder suficiente a un líder, para que ejecute la decisión tomada. Dependiendo de la dimensión de ésta tendrás que ser tú mismo quien haga cabeza del intento o un buen colaborador.
– Comunica la decisión a las personas involucradas y hazles ver las ventajas. Procura que la información sea debidamente codificada y distribuida, para no desvirtuar el propósito de ella y caigas en el nocivo terreno del chismorreo.
– Establece un programa de tareas, con fechas, responsables y medidas del avance. Así como evalúas un proyecto nuevo, así también debes medir uno de retiro. Es un plan necesario que te permitirá salir del atolladero con menos daño y en el menor tiempo posibles.
– Practica el desapego. Por esotérico que suene, reflexiona sobre una máxima budista: “El excesivo apego a las cosas, las relaciones y el dinero, es la principal fuente de la infelicidad humana”. Buda dijo: “El mundo está lleno de sufrimientos; la raíz del sufrimiento es el apego; la supresión del sufrimiento es la eliminación del apego”.
Si lo analizas, verás que hay una sola cosa que origina la infelicidad: el deseo – apego ¿Y qué es el apego? Es un estado emocional de vinculación compulsiva a una cosa o persona determinada originado por la creencia de que sin esa cosa o persona no es posible ser feliz.
Tu mente te dice: no puedes ser feliz si no tienes tal o cual cosa, o si tal persona no está contigo. Si no tienes un trabajo seguro, o si estás sólo. O si los otros actúan así o asá. No puedes ser feliz si tu mente está programada para demostrarte constantemente – si no es por una cosa, es por otra – que no puedes serlo… ¡Todo esto es falso!
En asuntos de dinero el apego es causa de profundas sangrías en la rentabilidad. El desapego es un proceso de aprender a desprenderse. Y se puede lograr, porque nada ni nadie te son indispensables; sólo es costumbre, apego, necesidad.
– Decidir de qué debes prescindir para alcanzar lo que quieres. Constantemente pensarás que podrías estar desaprovechando algo en la vida. La ambición insana y desenfrenada de saberlo todo, de alcanzar y poseer todo te acelerará en una carrera agobiante e ilimitada.
En la prisa de no perderte de algo, has olvidado la inevitable realidad: no existe nada en la vida y en el trabajo, absolutamente nada, por lo cual no debas pagar el precio correspondiente. Este precio se llama renuncia, abandono.
Cuando piensas únicamente en lo que quisieras tener, y no en aquello a lo que debes renunciar, tus quehaceres se llenan de pesados lastres que enferman el desarrollo, que te dispersan y desenfocan. Optas por una meta, pero no te decides, al mismo tiempo, con igual firmeza y convicción, a renunciar a lo que sea necesario para alcanzarla. Juzga tu éxito en función de aquello a lo que has renunciado para conseguirlo.
Debes tamizar lo dicho a la luz de la realidad de los quehaceres lucrativos; los que, por su esencia misma, piden maximizar las ganancias. No se trata de cerrar por cerrar, ni de claudicar en el esfuerzo hacendoso, sino de comprender que tu sola fuerza de voluntad no es suficiente para resucitar un proyecto decadente.
Simplemente se trata de que seas pragmático. Si no hay beneficios económicos, ni tiene para cuándo haberlos… ¿para qué seguir?
Vive la vida y maneja tus asuntos sin tanto apego a los mismos

***El autor es Consultor en Dirección de Empresas. Correo: manuelsanudog@hotmail.com
Facebook: www.facebook.com/manuelsanudog
D. R. © Rubén Manuel Sañudo Gastélum. Se prohíbe la reproducción, total o parcial, sin el permiso del autor.

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