“Es mejor estar preparado para una oportunidad y no tenerla nunca, que tener una oportunidad y no estar preparado”

Anónimo
Desde hace miles de años el hombre ha reconocido el poder de la suerte y realizado hasta lo inconcebible con tal de poseerla, incluidos toda clase de actos de superchería. Y los hombres de negocios – de entonces y de ahora – no han sido la excepción.
En pleno siglo XXI es posible ver a algunos empresarios cruzar los dedos de la mano, por tan sólo mencionar un ejemplo de artificio, para evitar calamidades del destino o atraer la buena fortuna. Lo que confirma que seguimos creyendo en que sí existe la suerte.
La ciencia ha demostrado que uno puede poner a la suerte de su lado pues, de acuerdo con un estudio acreditado que, por más de una década, llevó a cabo el Dr. Richard Wiseman, se encontró con que la gente afortunada aplica tres principios fundamentales:
-Capitaliza la presencia de las oportunidades. Pues su mente está abierta y dispuesta a lo que sucede en el entorno. Aunque, siendo objetivos, para cultivar una oportunidad normalmente se requiere un mínimo de tiempo y dinero.
-Favorece el logro de sus intenciones teniendo perspectivas optimistas. Y sabe disminuir el impacto de la adversidad, lo que la hace sentirse bien consigo misma.
-Asume una condición flexible que repele la mala suerte.
Para lograr la fortuna en los negocios sugiero que, primero que todo, aceptemos que la suerte – buena o mala – es un resultado de nuestras actitudes; y por tanto es algo que se aprende. Sí, ser o no ser afortunados es una consecuencia de nuestros pensamientos y conductas. Así lo afirman las teorías de Programación Neuro Lingüística (PNL)
Es necesario estar atento a las señales, en especial las del mercado y los competidores. Y cuando surja alguna de ellas, no la ignoremos. Preguntémonos: ¿Qué significa esto?, ¿Cuál y qué tan rentable es el negocio que se puede desarrollar? A algunos les puede ser útil llevar una bitácora de esas señales, para revisarlas periódicamente y establecer conexiones entre ellas, para validarlas o desecharlas.
Frente a las oportunidades que se nos muestren es bueno probar, corregir y, en su caso, tomar los errores como aprendizaje y no como tristes fracasos. Lo que requiere de un buen grado de autoestima, y un carácter fuerte, para hacer caso omiso de las voces que lo tilden de loco y ambicioso. Sin embargo, hay que desertar rápido si la oportunidad no es todo lo rentable que debe ser.
Ayuda mucho identificarnos con ciertos modelos de éxito: personajes famosos, empresarios exitosos, científicos, líderes célebres, etcétera. Técnica, de la PNL, que se le conoce como la del “modelaje” y que equivale a imitar los rasgos de conductas y actitudes positivas de esas personas admirables.
Rodearse de gente optimista, equilibrada, emprendedora y de buenas cualidades ayudará a mantener nuestro ánimo en óptimo nivel, obtener información valiosa, consejos complementarios y aliados benéficos en esta búsqueda de la buena fortuna.
Es provechoso salirnos de nuestras cómodas oficinas y armar verdaderas jornadas de “cacería” de oportunidades. Ya sea en exposiciones, ferias o convenciones; visitas a otros comercios o industrias; platicar con clientes, empleados, colegas y proveedores; navegar por Internet, leer, hacer viajes de negocios…
Lo que la mayoría llama suerte no es más que la aplicación de estos principios para cumplir nuestros propósitos. Por algo Luis Pasteur afirmó que “El azar favorece a la mente preparada”. Y esto puede trasladarse a una sencilla ecuación:
Oportunidad + Preparación = Buena suerte.
***El autor es Consultor de Empresas en Dirección de Empresas. Correo: manuelsanudog@hotmail.com
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