La reducción de GEI’S

Del 3 al 8 de abril próximo, se llevará a cabo en Bangkok la reunión de seguimiento para evaluar la reducción en la

Patricia Guevara.

emisión de gases de efecto invernadero (GEI´S), por parte de los países firmantes de la Convención Marco de Naciones Unidas para el Cambio Climático, luego de la COP 16, celebrada en Cancún, México en diciembre del año pasado.

El foro efectuado en el Caribe mexicano, concluyó con un concepto de esperanza para iniciar una nueva etapa de acción contra el cambio climático. Aún cuando durante varios años ha predominado en la comunidad internacional un ambiente de desacuerdos e incluso simulaciones que propicia la pérdida de biodiversidad y repercute en el habitad de las especies de animales, sin que se logren concretar compromisos tangibles, consistentes y de largo plazo.

Sería muy lamentable que la ahora presidente de la C0P 16, Patricia Espinosa, se limitara a continuar asistiendo a reuniones de seguimiento de la Cumbre de Cancún y negociaciones para la COP 17, que se llevará a cabo en Sudáfrica y no se permeen siquiera algunos de los puntos tratados como impostergables en Cancún.

La propia Espinosa conminó a “pasar de las deliberaciones a las acciones”. De lo contrario, toda la humanidad corre riesgos ante los efectos del cambio climático, sentenció. Incluso el presidente Felipe Calderón definió como “una tragedia” la incapacidad de ver más allá de los intereses personales de los jefes de Estados, los de grupo o nacionales. El cambio climático y las consecuencias de los gases de efecto invernadero (GEI´s), son aspectos completamente globales.

Recientemente, se dieron a conocer, en Bonn Alemania, los compromisos adquiridos por las naciones. Compilarlos en un documento, les da categoría de formalidad. En el caso de México, el gobierno (a través de la cancillería no de la Semarnat, dato que invita a la reflexión y a al análisis), se comprometió a reducir sus emisiones de carbono 30% para finales de la década. Tan sólo en la ciudad de México se emiten al día un promedio de cuatro mil toneladas de gases tóxicos que forman una capa de hasta 300 metros de espesor en la ciudad más poblada del mundo. A nivel nacional, se emiten 650 millones de toneladas.

La obligación asumida llama la atención dado que el crecimiento poblacional, el de industrias y de vehículos estimado por el INEGI y otras instituciones de estadísticas, nos llevan a la deducción de que la merma de los gases, quedará anulada.

Sería muy conveniente que las autoridades mexicanas nos explicaran con toda claridad, a cuánto ascienden las cifras actuales, cuál es la perspectiva-prospectiva de crecimiento de la economía y cuáles serán las cifras, en números absolutos, que nos van a beneficiar con el cuidado y control de la emisión de gases de efecto invernadero.

Las promesas de decenas de países en desarrollo, compilados por las Naciones Unidas y divulgadas recientemente, tienen un carácter voluntario. Muchos de esos compromisos se hicieron condicionados a la ayuda técnica y financiera que reciban de las naciones industrializadas. Estas a su vez, no están dispuestas a soltar los recursos si no existen las garantías suficientemente sólidas para destinar los recursos.

De acuerdo a lo que nos han explicado científicos, el dióxido de carbono y otros gases menos mencionados pero no por ello menos tóxicos como el metano y el óxido de carbono, impiden que el calor de la Tierra salga al espacio, y ello provoca que el clima cambie en formas que podrían afectar la agricultura, aumentar los niveles del mar y contribuir a climas más extremosos con las consecuencias naturales en la producción de alimentos y productos del campo.

Lo cierto es que los seres humanos podemos sobrevivir prácticamente un mes sin comida; varios días sin agua pero sólo algunos minutos sin respirar. De ahí la importancia de cobrar la conciencia necesaria para contribuir, de manera individual a cuidar y proteger el ambiente o ¿será necesario que el cambio climático cobre aún más vidas para asumir cada uno la responsabilidad que le corresponde?

En los propios humanos está la respuesta, aún cuando a nivel ministerial o al más alto nivel, se carezca de liderazgos.

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