
María Luisa Arredondo*
Confieso que cuando el pasado 19 de marzo el gobernador de California, Gavin Newsom, ordenó al estado permanecer en cuarentena para evitar la propagación del coronavirus porque, de lo contrario, 25.5 millones de los 40 millones que vivimos aquí, corríamos el riesgo de contagiarnos, el anuncio me pareció un tanto alarmista.
Ahora, sin embargo, después de ver lo que ha ocurrido en otros países como Italia y España e incluso en otros estados de la Unión Americana como Nueva York, me queda claro que Newsom actuó con la celeridad debida. Gracias a ello, hasta ahora los números relacionados con las infecciones y fallecimientos relacionados con el coronavirus han crecido a un ritmo más lento en California, si se comparan con otras entidades.
Debido a que esta pandemia exige medidas extraordinarias para enfrentarla, el gobernador ha asumido un liderazgo ejemplar en otros frentes. Hace unos días anunció que trabaja con los legisladores del estado para ayudar económicamente a los indocumentados de California, que no han sido tomados en cuenta en el paquete económico del gobierno federal, a pesar de que muchos pagan impuestos.
Adicionalmente, Newsom dio a conocer que su gobierno garantizará servicios de salud gratuitos para los indocumentados durante la pandemia del coronavirus. La ayuda que les ofrecerá el estado incluirá pruebas, centros de aislamiento, atención médica y recuperación.
El gobernador ha tomado también la iniciativa de adquirir sus propios suministros médicos ante la falta de respuesta de la Casa Blanca. En una reciente entrevista con MSNBC, dijo que usaría el poder de California como “nación estado” para comprar a granel el equipo médico que el gobierno federal no le ha podido proporcionar. Y agregó que, si todo sale bien, California podría incluso “exportar algunos de esos suministros a los estados que lo necesitan”.
Este estilo de gobernar contrasta radicalmente con el de Donald Trump. El presidente, como lo indican incontables reportes de prensa y lo hemos visto todos, falló desde el principio en el manejo de la crisis del COVID-19. No solo le ha negado a los estados la ayuda que necesitan, sino que durante semanas desoyó los informes de su propio gabinete que le advirtieron sobre la catástrofe que se avecinaba. Esta demora en actuar le ha costado muy cara al país, que ahora encabeza a nivel mundial el número de contagiados y muertos por el coronavirus.
La situación se ha complicado porque, en lugar de enmendar sus errores, ha perdido totalmente el rumbo. Está empeñado en defender su imagen a toda costa y se ha embarcado en una lucha estéril con varios gobernadores, entre ellos Newsom, porque quiere ser él quien decida cuándo se reabrirá la economía de los estados, facultad que no le concede la Constitución.
El coronavirus le ofreció a Trump una oportunidad de oro para erigirse en un líder histórico y la desaprovechó. En cambio, otros como Newsom, han estado a la altura de las circunstancias y se han convertido incluso en un ejemplo a seguir.
*María Luisa Arredondo es la fundadora y directora ejecutiva de Latinocalifornia.com