El destino de Trump, en manos de la ciudadanía

María Luisa Arredondo.
María Luisa Arredondo.

María Luisa Arredondo*

El reporte Mueller ha confirmado lo que millones ya sabíamos: que Donald Trump no merece ser el presidente de Estados Unidos porque es un hombre carente de ética a quien no le preocupa en lo más mínimo mentir y violar la ley con tal de lograr sus propósitos, por lo que representa un serio peligro para la seguridad nacional.

Aunque no se ha dado a conocer al público el informe completo, ha trascendido que el documento detalla con gran minuciosidad cómo miembros de la campaña de Trump buscaron la ayuda de los rusos para ganar las elecciones de 2016 y cómo el presidente trató en varias ocasiones de obstruir la justicia, por ejemplo, al despedir a James Comey de la dirección del FBI y al intentar deshacerse de Robert Mueller.

El problema es que, aunque el reporte ofrece múltiples evidencias de la conducta inapropiada de Trump, al final no lo condena pero tampoco lo exonera. Esta situación ambivalente ha dejado abierta la puerta para que sea el Congreso el que al final decida si actúa o no en contra de Trump.

Las opiniones sobre el paso que más conviene dar están seriamente divididas, no solo entre republicanos y demócratas sino entre los mismos miembros del partido azul. Esto se debe a que el proceso de destitución no considera solamente lo que dicta la ley sino, principalmente, las cuestiones políticas, es decir, lo que los legisladores creen que le beneficia más a su partido.

Por ahora, los republicanos han decidido respaldar a Trump, a pesar del costo político que pudieran pagar en las elecciones de 2020. En las filas demócratas la historia es otra. Un número creciente de legisladores, entre los que se encuentran Elizabeth Warren, Kamala Harris y Alexandria Ocasio Cortez, se han mostrado partidarios de iniciar el juicio de destitución contra Trump porque dicen que nadie puede estar por encima de la ley.

Pero otros más, entre ellos Nancy Pelosi y Bernie Sanders, aconsejan cautela. Su principal argumento es que el proceso de destitución al final podría beneficiarle al presidente porque contribuiría a energizar a su base. Desde su perspectiva, para los demócratas sería más conveniente dejar a Trump en la Casa Blanca y esperar a que sus acciones erráticas terminen por minar al Partido Republicano.

Se trata, sin duda, de una estrategia bastante calculada, pero no exenta de riesgos. Al final, la única esperanza real es que los ciudadanos tomen conciencia de la seria amenaza que representa la presidencia de Trump y actúen en consecuencia en las elecciones de noviembre de 2020.

*María Luisa Arredondo es la fundadora y directora ejecutiva de Latinocalifornia.com

 

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