
María Luisa Arredondo*
Si en algo se ve reflejado el declive de la presidencia de Trump es en su discurso sobre el muro fronterizo. Inició su campaña por la Casa Blanca con la bombástica promesa de construir una muralla de concreto para proteger a Estados Unidos de las drogas y de los criminales provenientes del sur. Lo mejor de todo es que obligaría a México a pagar por la faraónica obra. La idea le funcionó tan bien que contribuyó en gran parte a llevarlo al poder.
Pero han pasado dos años y la promesa se ve cada vez más lejana. Uno de los grandes obstáculos ha sido el costo de la obra, estimado en por lo menos 25 mil millones de dólares. El plan de Trump de que forzaría a México a pagar por el muro simplemente no funcionó. De nada sirvieron las amenazas de que emplearía medidas coercitivas como cobrar impuestos a las remesas o frenar la firma de un acuerdo comercial con el vecino país. Al final, el mandatario tuvo que reconocer que el gobierno mexicano jamás pagará por esa obra.
Ante esa realidad, a Trump no le ha quedado otra opción más que negociar con el Congreso, al que no ha podido persuadir de que lo apoye con el muro. Los demócratas, con toda razón, lo califican de innecesario porque se cuenta ya con la vigilancia y la tecnología suficientes para proteger la frontera. Múltiples reportes del gobierno, por otra parte, indican que la mayor parte de las drogas y de los indocumentados llegan a Estados Unidos por los puntos legales de entrada del país.
Trump está consciente de la dificultad de llegar a un acuerdo, especialmente ahora que los demócratas han recuperado la Cámara Baja. Pero sabe bien que, hoy más que nunca, tiene que cumplirle a su base la promesa del muro porque su presidencia está seriamente amenazada por las investigaciones que hay en curso sobre sus nexos con Moscú y otros delitos. Para obtener el dinero del muro, que ahora ha rebajado a la categoría de valla o barrera metálica, se ha negado a firmar el presupuesto nacional, lo que ha llevado al cierre del gobierno y a que más de 800 mil empleados federales estén sin pago.
La desesperación lo ha llevado a recurrir a su táctica favorita: mentir. Ha dicho que todos los expresidentes trataron infructuosamente de construir el muro y que más de 4,000 terroristas han sido interceptados en la frontera sur. Nada de esto es cierto. Pero al presidente no le importa. Quiere, como siempre, salirse con la suya al precio que sea, incluso mediante la declaración de una emergencia de seguridad nacional en la frontera. Esta vez, sin embargo, lleva todas las de perder pues es claro que la emergencia solamente existe en su presidencia.
*María Luisa Arredondo es la fundadora y directora ejecutiva de Latinocalifornia.com