
Por Roberto Alvarez Quiñones
Cuando nuestros más remotos antepasados antropoides fueron capaces de agarrar un pedazo de palo y tumbar frutas, sin tener que subirse en el árbol, iniciaron un proceso de trabajo y aprendizaje que durante miles de años posibilitó el desarrollo de las manos, cada vez más hábiles y sorprendentes.
Con esto solo estoy recordando que a través de la historia la interacción del hombre con la naturaleza y el medio en que vive ha ido modificando y transformando su propia morfología, su fisonomía, su apariencia física.
En nuestros días, ya no tanto la naturaleza sino la revolución tecnológica, ha comenzado a provocar cambios importantes en los humanos. Las manos están evolucionando rápidamente, aunque no nos demos cuenta. Como dijo Galileo, “Eppur si muove” (y sin embargo, se mueve).
Por eso resulta muy interesante un estudio realizado por la universidad británica de Warwick, publicado en Londres por el diario The Observer, que reveló que el uso constante de teclados en los teléfonos móviles, tabletas, etc. etc. ha causado una mutación física en los dedos pulgares de menores de 25 años,“que han pasado a ser dedos con mayor musculatura y más hábiles”, afirma el estudio.
Manos más pequeñas que antes
Y no están exagerando. Como señalan los científicos, las manos de nuestros bisabuelos y tatarabuelos eran un poco más grandes y toscas, con dedos más gruesos. Hoy generalmente tenemos las manos más pequeñas y los dedos menos gruesos. Ya no necesitamos que sean grandes. Los tiempos han cambiado.
Tenemos dedos más ágiles, especialmente los pulgares. Horas de entrenamiento con las nuevas tecnologías móviles han convertido a nuestros pulgares en algo así como instrumentos de precisión. Ese cambio obviamente afecta al cerebro y hay más conexiones neuronales para controlar los dedos.
La investigación citada se realizó con cientos de usuarios de teléfonos móviles, durante seis meses, en nueve de las mayores ciudades del mundo, entre ellas Londres, Tokio, Pekín y Chicago.
Como afirmó la doctora Sadie Plant, autora del estudio y fundadora de la Unidad de Investigaciones sobre Cultura Cibernética en la Universidad de Warwick, la relación entre la tecnología y sus usuarios es mutua. Nos cambiamos mutuamente”.
Está probado científicamente que el hecho de que nuestros pulgares funcionen de forma distinta a los otros dedos es una de las cosas que nos define como humanos.
Por eso que los menores de 25 años hoy utilicen los pulgares de forma totalmente distinta y lo hagan de forma instintiva, mientras el resto de nosotros usamos nuestros dedos índices, resulta muy interesante.
Tocar la puerta con el pulgar
En este estudio se descubrieron cosas asombrosas. Resulta que mientras la mayoría de las personas teclea y usa todos sus dedos, aquellas que con más frecuencia utilizan esta tecnología emplean solo los pulgares y sin apenas mirar el teclado, tanto para pulsar números como para escribir mensajes.
Y a medida que el pulgar adquiere destreza, sobre todo los jóvenes tienden a utilizarlo para otras tareas que normalmente haría el índice, como presionar un timbre para llamar, o incluso para señalar algo,lo que resulta muy significativo, totalmente nuevo para los seres humanos.
La mala noticia es que también hay más lesiones musculares y las atrofias producidas por un uso abusivo de nuestros dedos. Y también hay más tensión con tanto aparato electrónico.
Me asombro al ver la velocidad con la que los jóvenes escriben sus mensajes de textos, siempre con los dedos pulgares. Y me asombro aún más cuando observo a niños pequeños manejando como verdaderos expertos un teléfono celular, u otro artefacto electrónico.
Da la impresión que los niños de hoy ya vienen con el ADN tecnológico que les permite hacer esas cosas. En fin, todo indica que estamos en los inicios de una transformación de las funciones que nuestros pulgares han tenido durante milenios.
Esta tendencia se ha hecho particularmente fuerte en Japón, según el estudio citado, donde los menores de 25 años se describen a sí mismos como “oya yubi sedai”, o sea, “la tribu del pulgar”. En otros países altamente desarrollados los jóvenes tal vez no se llamen así, pero son igualmente miembros de la misma novedosa y sofisticada tribu.
¿Dedos más largos y delgaditos?
Como divertimento, ese estudio nos permite montar nuestra imaginación en la máquina del amigo Herbert G. Wells y “visualizar” de disímiles formas como podrían ser nuestros dedos pulgares en el futuro: más largos, más delgados, etc.
O puede que los pulgares se queden así como son ahora, gorditos. Nadie sabe si en muchas décadas hacia adelante todos estos artefactos de la revolución tecnológica serán accionados por la voz humana. O quizás la mirada, o un gesto…o el pensamiento ¡Wow!
Elucubraciones aparte, de lo que no hay duda es de que por un buen tiempo con este ejercicio del pulgar, y otros más que irán apareciendo, la tecnología se cobrará otras modificaciones y mutaciones en nuestra anatomía.
Eso sí, yo no comparto esas teorías brotadas del cine y de la literatura de ciencia ficción según las cuales dentro de miles de años tendremos la cabeza muy grande y las piernas pequeñas y debiluchas.
Estoy convencido de que seremos mucho mejor que eso. Si llegamos a allá.