
Ataviado con un sombrero de charro y bajo lo que parecía una lluvia interminable de confeti verde, blanco y rojo, Nico Rosberg, ganador del Gran Premio Fórmula 1 celebrado en la capital mexicana el pasado domingo, no sólo desbordaba júbilo sino asombro:
“Ha sido increíble, lo mejor de toda mi vida, la energía que había y el apoyo de los mexicanos, ha sido tremendo. Estoy muy agradecido con México”, dijo Rosberg a la prensa al bajar del podio de los ganadores.
De igual forma se expresaron otros destacados pilotos que participaron en la competencia.
“Ha sido fantástico estar aquí en México. Nunca he visto una afición como ésta; es como un partido de futbol…es la cosa más increíble que he visto”, aseguró, por su parte, Lewis Hamilton, campeón mundial de F1.

Los narradores de las televisoras en inglés que transmitieron el evento se mostraban igualmente impresionados. No cesaban de elogiar desde la magnífica organización de la competencia hasta el escenario único del autódromo Hermanos Rodríguez y, desde luego, el delirante entusiasmo de los aficionados.
Hacía mucho tiempo, no recuerdo cuántos años, que no veía en la prensa internacional una noticia tan positiva sobre México y, aunque no soy fanática del automovilismo, no pude evitar sentirme orgullosa.
La exitosa celebración del evento mostró la otra cara de México: la del país emprendedor, industrioso y responsable capaz de orquestar a la perfección una carrera tan compleja como la Fórmula 1.
El Gran Premio de México estuvo ausente de las pistas del país durante 23 años. Pero finalmente el gobierno mexicano y un grupo de empresarios decidieron arriesgarse e invertir $360 millones para la realización de la carrera.
Las cifras preliminares indican que la apuesta económica fue más que productiva. Pese al alto costo de los boletos (entre 91 y 1,132 dólares), en los tres días de la competencia acudieron unos 330,000 aficionados. Según el gobierno mexicano, se facturaron unos 400 millones de dólares relacionados con la carrera y se generaron 18,000 empleos directos e indirectos. En total, las autoridades estiman que en los cinco años que dure el evento se podrían generar 2,000 millones de dólares.
Falta ver aún el impacto que tendrá en el sector turístico la buena imagen que se proyectó. La Secretaría de Turismo informó que 520 millones de personas de 185 países presenciaron el evento por televisión.
El reto será ahora mantener esa imagen. Aunque los problemas no se resolverán de la noche a la mañana, el gobierno debe hacer hasta lo imposible por combatir la inseguridad y evitar nuevos escándalos de corrupción. De lo contrario, este valioso esfuerzo será, como decimos en México, una llamarada de petate.
**María Luisa Arredondo es la fundadora y directora general de Latinocalifornia.com