
Además de multimillonario, inversionista y estrella de un programa televisivo, Donald Trump es un bufón. Todo lo que hace, desde la ridícula forma en que se peina hasta sus constantes comentarios fuera de tono, están dirigidos a escandalizar. Su objetivo es simple: atraer constantemente los reflectores para estar en un primer plano e incrementar así su fama y fortuna.
El reciente anuncio de que contenderá por la candidatura a la presidencia, acompañado de una sarta de comentarios racistas sobre los mexicanos, a quienes acusó de ser unos violadores y de traer a Estados Unidos problemas de droga, violencia y crimen, es parte de ese exagerado afán de llamar la atención a toda costa. Pero finalmente se trató de una farsa. Ahora sabemos que incluso contrató a extras para que actuaran como simpatizantes de su supuesta precandidatura.
Trump, de 70 años, sabe bien que no es un político serio y que no tiene posibilidades de llegar a la Casa Blanca. Sabe, además, que no tiene la voluntad ni la inteligencia para hacer propuestas concretas que realmente ayuden a este país a resolver sus grandes retos y problemas. Por eso, la única opción que le quedó para hacerse notar durante el anuncio de su precandidatura fue denostar a los mexicanos. Y los eligió porque son el grupo al que más le temen los conservadores de ultraderecha debido, entre otras razones, a que son el más numeroso de la actual ola migratoria.
Justo es reconocer que lo que sí sabe hacer el magnate neoyorkino es cómo escandalizar. Sus deleznables comentarios tuvieron gran resonancia no sólo en Estados Unidos y en México sino en varias partes del mundo. Tanto se le criticó que hace unos días suavizó su postura al asegurar que ama el espíritu de México y de los mexicanos. Peor burla, imposible.
Lo preocupante de todo este teatro del absurdo es que hay mucha gente que lo cree, entre ellos los racistas dispuestos a culpar de todos los males de este país a los inmigrantes latinos, especialmente a los mexicanos. Y por desgracia este clima complica aún más las ya de por sí remotas posibilidades de que se apruebe una reforma migratoria en el corto plazo. Alimenta, además, los sentimientos de odio y xenofobia en contra de los latinos, como lo atestiguamos con los recientes casos de tres mexicanos muertos a manos de la policía estadounidense, en incidentes separados.
Todo esto, por supuesto, tiene muy sin cuidado a Trump, a quien lo único que le preocupa es que se hable de él, sin importar las consecuencias.
**María Luisa Arredondo es fundadora y directora general de Latinocalifornia.com