
La fiesta más importante de Oaxaca continúa su crecimiento, pero ahora en la tierra donde en una época aniquilaron a la población indígena
Steven Muñoz
Especial para Latinocalifornia
Algunos niños descendientes directos de dos de los grupos indígenas más importantes de Mesoamérica platicaban en inglés entre ellos, cuando llegaba el maestro de baile o el padre de uno de ellos, cambiaban al español y cuando sus padres hablaban entre ellos mismos, se dirigían a ellos en mixteco o zapoteco.
Este era uno de los cuadros que se pudo apreciar este fin de semana durante la vigésima sexta fiesta oaxaqueña de La Guelaguetza en Los Ángeles, una de las celebraciones indígenas más importantes en Oaxaca, en Latinoamérica y ahora también en Estados Unidos.
Así lo dijo el alcalde de Los Ángeles cuando se le preguntó qué tan importante era este tipo de expresiones culturales en Los Ángeles. “La Guelaguetza es muy importante en Oaxaca, pero en Los Ángeles también”, subrayó.
La Guelaguetza 2013, organizada por la Organización Regional Oaxaqueña (ORO), se enfocó en esta ocasión en las nuevas generaciones, aquellas que han nacido en Estados Unidos y lejos de olvidar y tratar de pretender algo que no son, exaltan sus raíces y belleza de sus tradiciones
La mayoría de los grupos juveniles que bailaron sones, jarabes y chinas, lo hacían con un orgullo y un aplomo poco antes visto por una comunidad que por siglos ha sido discriminada por su color de piel, su lengua, su estatura y por su cultura.
En México, debido a la connotación negativa que se tiene de los indígenas, la gran mayoría de las personas se ofenden cuando los comparan o les llaman ‘indios”. Sin embargo, ese menosprecio quedó en el olvido el día de la celebración de La Guelaguetza y se transformó en admiración por los vestidos, los bailes y las tradiciones de la comunidad oaxaqueña que ahora son seguidas por los jóvenes, quienes parecen resueltos a cambiar el pasado.
“Es muy importante que los jóvenes como yo aprendamos de nuestras raíces”, explicaba LiDiana Gómez, una niña de escasos 15 años, que portaba su rebozo gris, su camisa rosa bordada a mano, una falda larga, casi hasta los tobillos y huaraches.
“Si los jóvenes se involucran, aprenderán que nuestra cultura es muy hermosa y hay mucho por aprender”, siguió expresándose la jovencita que portaba con mucha inocencia y dignidad la belleza de la mujer indígena, como Dolores del Río lo hizo en su galardonada película ‘María Candelaria’.
El nombre de LiDiana es Diana, pero su padre cuando se enoja le grita en zapoteco, LiDiana, o en español señorita Diana.
Posiblemente la pequeña no sabía exactamente los siglos de marginación que sus antepasados directos han sufrido en México, pero en Estados Unidos, su elocuencia, altivez e inteligencia al responder cada pregunta, eran señal clara de que ella está dispuesta a empezar un nuevo capítulo en este país.s
Fue un día de fiesta, donde unas 25 mil personas abarrotaron el parque Lincoln, a unas tres millas del centro de la segunda ciudad más importante de la nación, y donde todos, niños y viejos, latinos y no latinos, celebraban una de las tradiciones más importantes de las comunidades indígenas.
La comida fue una de las expresiones que más disfrutó la gente a la que parecía no importarle esperar hasta media hora para saborear las tlayudas, el mole negro o cualquier otro platillo típico oaxaqueño.
Durante el festival también hubo muestras de cómo trabajar el barro rojo y el negro, la palma y algunos artistas llegaron y montaron una galería de pinturas a la sombra de los árboles, que se convirtieron en refugios ideasles del sol que elevó los termómetros hasta 80 grados Fahrenheit.
Al final del domingo, se tenía anunciada una verbena para que todos los presentes pudieran disfrutar y cerrar el día bailando; no sin antes agradecer a los organizadores, que han hecho que por 26 años ininterrumpidos La Guelaguetza llegue a Los Ángeles y ahora se extienda a otras ciudades.
La Guelaguetza también se celebra en ciudades como San Diego, Bakersfield, San José, Santa Rosa y Oxnard, todas en California, estado en el que , al igual que en el resto de la Unión Americana, las culturas de los indios nativos fueron prácticamente exterminadas en el pasado.