
Enrique Peña Nieto está a punto de cumplir ocho meses en el gobierno sin que los mexicanos sepamos aún a ciencia cierta cuáles son sus planes y estrategias para combatir la inseguridad, la corrupción y la pobreza en el país.
La incertidumbre en estos tres ejes se ha traducido, como era de esperarse, en un fuerte revés para la imagen que proyecta. Una reciente encuesta de la casa GEA-ISA indica que en el segundo trimestre de su gobierno la tasa de aprobación de Peña Nieto cayó del 55% al 45% debido a que la ciudadanía no percibe grandes logros en lo que va de su gestión ni sabe qué hay detrás de sus acciones.
Pese a que la administración del mexiquense ha dado golpes espectaculares contra algunos políticos como la exdirigente del magisterio, Elba Esther Gordillo y el exgobernador de Tabasco, Andrés Garnier, que en su momento le atrajeron buenos dividendos, la población no tiene claro qué pretende Peña Nieto con estas detenciones: ¿Se trata solamente de acciones aisladas para que su gobierno luzca bien? ¿Es una venganza política? ¿Está realmente decidido a combatir la corrupción a fondo, caiga quien caiga?
Lo mismo sucede con el combate al crimen organizado y los arrestos de grandes capos como Miguel Ángel Treviño, el Z-40, líder del temido cartel de Los Zetas. Si bien la detención de este hombre, uno de los más buscados en México y Estados Unidos es un golpe importante, se ignora la estrategia de Peña Nieto en la lucha contra el narcotráfico y en qué se diferenciará de la de su antecesor. ¿Se enfocará en perseguir ahora al cartel más importante de todos, el de Sinaloa, encabezado por el Chapo Guzmán? ¿Intentará negociar un pacto con los principales capos para apaciguar al país? ¿Permitirá que el gobierno de Estados Unidos siga dictando la política antidrogas en México? Y más importante aún: ¿hasta qué punto está decidido a investigar los lazos de los carteles de la droga con políticos y empresarios del más alto nivel?
En el terreno económico y administrativo, los primeros meses de Peña Nieto se caracterizaron por una alta expectativa gracias a la aprobación de las reformas educativa y de telecomunicaciones, así como del Pacto por México.
Sin embargo, la encuesta de GEA-ISA, revela que en los últimos meses ha crecido el nerviosismo por el anuncio de que el crecimiento del país no será tan alto como se había esperado debido, principalmente, a la crisis en el entorno mundial. Muchos encuestados dijeron temer que haya más recortes a programas y obras sociales y por ello señalaron estar dispuestos a participar en marchas contra la desigualdad económica, la corrupción y la inseguridad que prevalece en el país.
En suma, todo indica que si Peña Nieto no hace un esfuerzo serio por comunicar a sus gobernados cuáles serán sus planes y estrategias para sacar adelante al país, la desconfianza y desaprobación hacia su gobierno irán en aumento.