Rubio, el latino en ascenso en el Partido Republicano

Marco Rubio tiene un prometedor futuro político.

Washington, 20 sep (EFE).- El senador Marco Rubio representa la cara fresca de los republicanos y su papel en la reciente convención del partido demuestra que, aunque no fue seleccionado como candidato a la vicepresidencia en estas elecciones, tiene un prometedor futuro político.
Su nombre sonaba en todas las quinielas en la lista corta de las opciones a disposición del candidato republicano, Mitt Romney, para ser su compañero en las elecciones del próximo 6 de noviembre y, aunque el senador aseguraba que quería continuar su labor en la Cámara Alta, no ha pasado inadvertido.
Rubio, de 41 años, nacido en Florida, es el segundo hijo de Mario Rubio y Oria García, un matrimonio cubano que abandonó la isla en 1956, antes de que Fidel Castro tomara el poder, y fue el encargado de pronunciar el discurso de presentación de Romney en la convención que el partido celebró a finales de agosto en Tampa (Florida).
En esa oportunidad, Rubio, que domina el inglés y el español, habló de prosperidad y repasó la historia de su familia, que emigró a EE.UU. en busca de oportunidades, algo que dijo “no es sólo mi historia, es nuestra historia”, la del pueblo estadounidense.
Este hispano con demostrada oratoria y carisma, sabe explicar las posiciones del partido y llegar al público conservador y ha cosechado una creciente popularidad en el país desde que consiguió su escaño en 2010.
Según un sondeo de la firma Rasmussen realizado el pasado junio, el 42 % de los votantes estadounidenses emite un juicio favorable sobre él, frente al 31 % que se manifiesta en contra.
El presidente del Comité Nacional Republicano (RNC), Reince Priebus, ha dicho de él que “es, sin duda, uno de los líderes más reconocidos e inspiradores del país”.
Graduado ‘cum laude’ en derecho por la Universidad de Miami, está casado con Jeannette, una exanimadora de los Miami Dolphins, de orígenes colombianos, con la que tiene cuatro hijos: Amanda, Daniella, Anthony y Dominic.
Su llegada al Senado de Estados Unidos y al centro de la lucha política en Washington no estuvo exenta de polémica, debido a que quedó demostrado que el cubano-americano no había sido preciso con la biografía familiar y se había presentado a sí mismo como una víctima de la llegada de Castro al poder.
Los padres de Rubio no huyeron de la dictadura castrista, como posteriormente reconoció. Su madre llegó incluso a viajar a Cuba en 1960 para explorar la posibilidad de retornar, según la versión posterior del senador que este año publicó su autobiografía, “Un hijo americano”.
En materia migratoria el senador aseguró a principios de año en una entrevista con Efe estar “dispuesto a trabajar con cualquiera” para lograr una solución bipartidista sobre inmigración, uno de los asuntos más espinosos en el partido republicano.
Aunque moderado en asuntos que afectan a los hispanos, en comparación con otros compañeros de partido, sus ideas se alinean con los ultraconservadores del Tea Party y recibe el favor y las donaciones de las grandes fortunas vinculadas a los republicanos.
Rubio ha sabido nadar en las turbulentas aguas republicanas pese a ser latino y verse en la necesidad de justificar posturas extremas contra la inmigración como la restrictiva ley de Arizona, que considera adecuada para ese estado fronterizo con México, aunque no para el resto del país.
Lo mismo sucede con su postura sobre el “Dream Act”, que pretende regularizar la situación de los jóvenes indocumentados que han crecido y han sido educados en Estados Unidos, de los que ha dicho que “tiene que haber una solución para estos muchachos”, pero se ha opuesto a la ley por considerar que puede alentar la “inmigración en cadena”.
Desde sus inicios, ha sido arropado por políticos y grupos anticastristas de Florida, para poco a poco convertirse en figura de un nuevo conservadurismo al imponerse al exrepublicano y por aquel entonces independiente Charlie Christ en su puja por el escaño del Senado.
En cierto momento su hoja de servicio quedó puesta en entredicho por irregularidades en el uso de fondos de campaña durante su lucha por el Senado.
Rubio ha reconocido haber hecho uso de tarjetas de crédito del partido para usos que no se ajustaban a la norma, aunque ha asegurado que reembolsaba todo el dinero que no correspondía finalmente a costes relacionados con la campaña.
No obstante, se ha desmarcado de estas polémicas y sigue en su camino por forjarse una sólida imagen de político conservador, pese a que el voto latino tradicionalmente se inclina del lado demócrata, y por convertirse en el primer hispano clave dentro del republicanismo.

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