Mujica, un presidente que no teme ir contra la corriente

María Luisa Arredondo.

En las democracias modernas es cada vez  mayor el número de políticos que gobiernan guíados por las encuestas. A primera vista se podría pensar que esto es positivo porque los gobernantes siempre deben escuchar la voz del pueblo. En algunos casos, sin embargo, hay políticos que no se atreven a tomar decisiones impopulares, aunque éstas sean las correctas y justas, por el temor a que bajen sus bonos y es aquí donde empieza el problema, pues se gobierna, no por convicción,  sino simplemente para no perder popularidad entre ciertos sectores.

En este universo, en el que los principios han pasado a un segundo término y lo único que cuenta es hacer actos de malabarismo para mantenerse en el poder, el caso del presidente uruguayo José Mujica es una verdadera rareza que vale la pena analizar.

La popularidad de Mujica se ha derrumbado de manera estrepitosa en los últimos meses debido a una  propuesta tan audaz como controvertida:  estatizar la producción y venta de la marihuana. En abril, el mandatario tenía una valoración positiva del  47% , pero esta cifra bajó al 39% en junio, cuando presentó esta iniciativa que rechaza el 60% de los uruguayos.

El proyecto de ley de Mujica es, sin duda, el más avanzado que se ha presentado hasta ahora a nivel internacional: prevé que el gobierno  asuma el control y la regulación de todas las actividades relacionadas con la producción, comercialización, almacenamiento y distribución de la marihuana.

Establece, además, que el Estado controlará la venta de la droga y creará un registro de consumidores, incluyendo a los adictos crónicos que serán incorporados a un sistema de tratamiento médico.

Como era de esperarse, la iniciativa no sólo ha despertado una ardua polémica dentro de Uruguay sino que ha suscitado un intenso debate en el mundo debido a que, si es aprobada, convertiría a ese país sudamericano en el primero en legalizar toda la cadena de producción, comercialización y consumo de una droga.

Pese a la evidente caída de su popularidad, el mandatario uruguayo ha dicho que está dispuesto a pagar cualquier costo político con tal de que su país  deje de mirar de costado hacia este problema.

Dada la férrea oposición contra la iniciativa de Mujica, es poco probable que sea aprobada. En lo personal, no estoy segura si su propuesta es la ansiada solución al problema del narcotráfico. Creo, en todo caso, que no existe una panacea y que se deben explorar todo tipo de opciones, entre ellas la de la legalización de las drogas.  Pero lo que me parece meritorio es la valentía del presidente para defender lo que él cree correcto a sabiendas de la pérdida de popularidad que le acarrearía. Por otro lado, sin duda el poner este controvertido tema sobre la mesa es una oportunidad de oro para que surjan nuevas ideas y propuestas que seguramente tendrán repercusión internacional, pues el narcotráfico es un problema que atañe a todo el mundo y para combatirlo con eficacia se requieren estrategias innovadoras y con visión global.

En este sentido, Mujica es un ejemplo que otros mandatarios deberían imitar. Y, por cierto, no solo en este renglón. A diferencia de muchos otros que usan el poder para enriquecerse,  el uruguayo dona el 90% de su salario, que asciende a 12,500 dólares mensuales, a causas de ayuda social. Sin duda, una auténtica rareza.

 

**María Luisa Arredondo es fundadora y directora general de Latinocalifornia.com

 

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