El Chile verdadero que encontró John Travolta

 

Francisco Leal Díaz.

Santiago de Chile.- En su reciente viaje a Chile, John Travolta descubrió un país que se debate en una intensa pugna por controlar y usufructuar cada vez más del poder financiero. El gobierno de Sebastián Piñera —de centro derecha—, no ha ocultado sus afanes de favorecer cualquier transacción que beneficie al sector privado.

 Ya quedó en evidencia el 2011 cuando los estudiantes universitarios irrumpieron con decisión en las calles de las principales ciudades del país, movilizados por el hartazgo de enriquecer a las instituciones universitarias con sus onerosas mensualidades. Máxime, cuando al propio Piñera se le escapó una frase que lo traicionó: “Los alumnos son sujetos de crédito”… La idea del lucro a través de la educación generó ácidas suspicacias en la ciudadanía.

 John Travolta logró entender en territorio chileno el porqué de la fuerza que adquirió entonces la dirigencia de una joven angelical, Camila Vallejo, quien logró movilizar a una solidaria masa universitaria, marchando reiteradamente por las calles de Santiago, enfrentando a las fuerzas especiales de Carabineros con el respaldo del 80 por ciento de la población de este país. Es más, desde los tiempos de la dictadura de Pinochet que no se observaban manifestaciones tan multitudinarias, culminando muchas de ellas en un ferviente “caceroleo” (golpes de cacerolas), hasta altas horas de la noche. Esto enfureció al gobierno.

 Travolta encontró ahora un Chile distinto, que ha despertado socialmente, un Chile desilusionado de un gobernante que había prometido mucho… pero quien al cabo de dos años en el poder había caído a poco más de un 25 por ciento de aprobación; el tiempo de la acción se había diluido en discrepancias internas protagonizadas por los dos partidos oficialistas: Renovación Nacional (RN) y la Unión Demócrata Independiente (UDI).

 John Travolta, sin duda, se deslumbró con la imagen de esta joven carismática como lo es Camila Vallejo, quien hoy como activa dirigenta de la Federación de Estudiantes de Chile (FECH), acapara la atención mundial por haber puesto en jaque y desenmascarar los afanes utilitarios de las universidades privadas que hoy lucran con los sueños de los jóvenes, quienes sólo intentan forjarse un futuro a través de una carrera profesional. Y sucede que numerosos funcionarios del gobierno de Piñera están involucrados en el negocio de la educación. La irrupción de Camila Vallejo liderando marchas de indignados estudiantes le costó la cabeza a dos ministros de Educación.

 Pero no sólo en el plano de la educación John Travolta se llenó de asombro. Le costó, sin duda, entender que en este país la discriminación se manifiesta como en los mejores tiempos de la Inquisición. El alevoso asesinato del joven Daniel Zamudio —de tendencia homosexual—, de 24 años de edad, golpeado y torturado por un grupo neonazi intolerante, provocó consternación en la comunidad chilena. Zamudio pereció tras una agonía de 24 días.

 El suceso destapó el tema y desempolvó un proyecto de ley antidiscriminación sepultado en el Congreso desde el 2005.

 El descrédito en la clase política y la inercia de las corrientes religiosas escépticas a involucrarse en estos temas, se convirtieron en un llamado de atención para la sociedad chilena que ha vuelto a experimentar exasperación e indignación.

 Pero lo que más debe haber inquietado a John Travolta en su reciente viaje a Chile es la histórica pobreza del pueblo chileno, de la fuerza trabajadora, del obrero, del hombre esforzado que día a día es explotado a cambio de un escuálido salario.

 Tal vez le costó comprender a Travolta esta dualidad financiera, en un país cuya imagen internacional apunta casi al nivel de las naciones desarrolladas. Pero al interior de Chile, la realidad es distinta. Travolta entendería, finalmente, que este país —como la mayoría de las naciones latinoamericanas—, ostenta un poder financiero en manos de usureros grupos económicos (familias), quienes manipulan el sector laboral y lucran a su antojo.

 Así, Travolta pudo apreciar sin dificultad que en el Chile de hoy —del 2012—, el 80 por ciento de la población laboral recibe migajas salariales que oscilan entre los 600 y mil dólares al mes… en tanto el 20 por ciento de chilenos privilegiados que ostentan el poder financiero, obtienen remuneraciones —en promedio—, cercanas a los 40 mil dólares mensuales.

 

¡Una dura realidad para sufrir de “fiebre de sábado por la noche”!

 

 

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