En el noveno aniversario del inicio de la Operación Libertad, muchos siguen cuestionando la intervención de Estados Unidos

Por Rubén Moreno
Este martes se han cumplido nueve años desde que las tropas militares de Estados Unidos invadieron Irak, y aunque oficialmente la “Operación Libertad” terminó en diciembre pasado, muchas personas aún se preguntan para qué sirvió.
No solo son civiles. Algunos militares que estuvieron desplegados en ese país se cuestionan también qué hacían allí y si las miles de vidas que se perdieron valieron la pena a cambio de derrocar a un gobierno tirano.
“Yo nunca miré la causa por la que estábamos en Irak”, dijo Miguel Cucue, militar de Los Ángeles que estuvo desplegado en la zona de Hilla-Kerbala, al sur de Bagdad, entre enero de 2005 y enero de 2006.
“Siempre nos estuvieron hablando y especulando de que había misiles y armas nucleares que iban a usar contra nosotros [Estados Unidos], pero nunca las encontramos”, agregó. “Nos metieron la idea en la cabeza de que íbamos a viajar en camiones para buscar a terroristas, y lo que nos estábamos topando era con que había minas que dejaban en el suelo para que nosotros las pisáramos y así buscáramos pleito”.
En el grupo con el que Cucue trabajaba murió un sargento cuando fue alcanzado por la metralla que disparó un insurgente.
“Conocí a dos que perdieron la vida, pero esa muerte nos tocó muy de cerca. Era un compañero muy joven y nos dolió a todos”, recordó Cucue, sin olvidar que “otros compañeros que fueron heridos tuvieron que salir hacia Alemania, para después llegar a Texas y recibir tratamiento”.
Según la organización Actúa Ahora para Parar la Guerra y Acabar con el Racismo (ANSWER), la invasión de Irak dejó 1,3 millones de personas muertas, cuatro millones de heridos, 4,5 millones de niños huérfanos y cinco millones de refugiados y personas sin hogar.
“La guerra fue la gran atrocidad de la década”, señala un mensaje de ANSWER.

Decenas de personas de esta y otras organizaciones que velan por los derechos humanos y civiles participaron la tarde del martes en una vigilia frente al Edificio Federal en Westwood para conmemorar las vidas de “millones de personas inocentes”, mientras que “quienes lideraron la guerra están haciendo tours”, promocionando sus libros.
“El país está todavía completamente destruido”, se apunta desde ANSWER. “Falta electricidad, trabajos, agua potable y comida”.
Esa fue la realidad a la que se enfrentó Cucue durante el año en el que estuvo desplegado en la región donde apareció una tumba masiva “con esqueletos de personas que Saddam Hussein había perseguido”.
“Era un área muy fea. Nos tocó salir varias veces a dar de comer a la gente que estaban abandonadas por Saddam. No tenían comida, ni agua, ni dinero, ni electricidad”, recordó el exmilitar. “Fue lo único positivo que miré en todo aquello, el hecho de que podíamos ayudar a la gente”.
“La gente no nos miraba mal, le caíamos bien a las personas”, agregó. “No sabían a qué íbamos. Teníamos un traductor con nosotros que les decía lo que iba a pasar en sus casas, y cuando vieron que les tendíamos la mano quedaban agradecidos”.
Un mes antes de que Miguel Cucue regresara a California, Saddam Hussein fue ejecutado. Tuvo que asegurar en varias ocasiones que el lugar donde se realizó su juicio estuviera en orden.
El exmilitar completó sus estudios universitarios licenciándose en comunicación, y ahora trabaja en una compañía en Santa Ana. Pero el año que estuvo en Irak lo tiene todavía muy presente en su memoria.
“Todavía estoy buscando lo positivo que dejó la guerra de Irak”, dijo Cucue. “No se puede tener nada positivo, por todas las almas que hemos perdido. Capturamos a Saddam, sí, y después a Bin Laden aunque nadie ha visto las fotos”.
“Tal vez lo positivo es que somos responsables de capturar a terroristas. Pero hasta que regresas a casa y estás con tus familiares y amigos es cuando estás tranquilo”.