Por Rubén Moreno

De costa a costa de Estados Unidos, un grupo de jóvenes indocumentados libran una batalla contra el reloj. Sus armas: Facebook, Twitter, mensajes por celular, llamadas de teléfono, correos electrónicos y el boca a boca.
Están decididos a detener una deportación. Y para ello tienen menos de un día.
Los contactos que tienen les permiten que el mensaje corra como la pólvora. Si no le ponen remedio, Yanelli Hernández, una de ellos, estará tomando un avión rumbo a México en la mañana.
El pasado miércoles, un juez de inmigración en Ohio le ordenó que tiene que abandonar el país, diez años después de que cruzó sola la frontera. En aquel entonces tenía 13 años y atrás había dejado su natal Veracruz.
Su pesadilla comenzó cuando en la primavera fue arrestada por manejar sin licencia. Lo hacía además bajo los efectos del alcohol. Había encontrado en la bebida el remedio para olvidar los malos momentos por los que atravesaba su vida. No pudo acabar la secundaria porque la obligación de mantener a su familia fue más grande que la de continuar en la escuela.
Una planta manufacturera donde se fabrican partes de avión ocupó el tiempo que tendría que haber dedicado a la universidad. La depresión fue tan grande que intentó quitarse la vida hace poco más de dos años. Pero aunque afortunadamente no lo logró, la depresión no se le ha quitado.
“Estamos haciendo todo lo posible para que no la deporten”, dijo Marco Saavedra, uno de sus amigos en Ohio, que forma parte de la Alianza Nacional de Jóvenes Indocumentados, una plataforma social desde la cual pelean por sus derechos.
“Hemos hablado con dos abogados para presentar los recursos legales, pero nos falta que la comunidad salga en su apoyo”, agregó Saavedra.
Los mensajes han surtido efecto. En todo el país hay convocatorias para que los jóvenes indocumentados y sus simpatizantes se congreguen con el objetivo de mandar un mismo mensaje.
“Yanelli no necesita que la deporten, lo que necesita es un tratamiento”, indicó Ernesto Zumaya, coordinador de la alianza desde Los Ángeles.
A las seis de la tarde han convocado una vigilia en el campus de la Universidad de California en Los Ángeles (UCLA) y durante todo el día han estado llamando a las oficinas del Servicio de Inmigración para intentar frenar la deportación.
“Estamos saturando las líneas y el buzón de correo ya está lleno”, comentó Saavedra, quien asegura que el sueño de su amiga es convertirse algún día en veterinaria.
Mientras trabajaba en la fábrica, sacó tiempo para aprender inglés, aunque eso de poco parece haber servido más que para entender la orden de deportación. Cuando supo a lo que se enfrentaba, asegura Saavedra, su amiga volvió a intentar quitarse la vida en un arrebato de desesperación.
Sus amigos quieren evitar que vuelva a repetirse otra tragedia. Tienen muy reciente en la memoria la muerte de Joaquín Luna, otro joven indocumentado que decidió quitarse la vida con 18 años porque no se veía con futuro en Estados Unidos.
Ni siquiera las recientes palabras del presidente Barack Obama asegurando que está a favor de firmar el DREAM Act tan pronto como llegue a su escritorio les levantan el ánimo.
“Sabemos muy bien que estamos en un año de elecciones y que los políticos hacen y dicen todo por puro interés”, dijo Zumaya. “Por eso no nos enfocamos mucho en lo que está diciendo el presidente. Son palabras que se las lleva el viento. Si de verdad tuvieran interés político, la muerte de Joaquín Luna se hubiera evitado”.
“Después de lo que sucedió mucha gente nos dijo que teníamos que haber hecho algo para evitarlo”, agregó. “Y aquí estamos de nuevo, tratando de hacer algo por los jóvenes indocumentados”.
La Alianza Nacional de Jóvenes Indocumentados está solicitando que quienes se opongan a la deportación de Yanelli Hernández se sumen a la campaña. Para más información, visite http://action.dreamactivist.org/yanelli