Obsesión por la frontera

María Luisa Arredondo

Por María Luisa Arredondo

 

Hasta ahora, no se ha sabido de un solo caso en el que un terrorista haya cruzado de México hacia Estados Unidos para planear un ataque contra este país. No obstante, en la mente de millones de estadounidenses la frontera con el vecino del sur representa una amenaza latente para la seguridad pública, una bomba de tiempo que en cualquier momento puede estallar, especialmente ahora que los carteles del narcotráfico son amos y señores en gran parte de esa zona.

 

Para acallar esos temores, la Casa Blanca ha destinado recursos sin precedente para reforzar la vigilancia fronteriza. Se ha construido un muro a lo largo de 650 millas de las  1,951 que separan a las dos naciones y se han gastado cientos de millones de dólares en equipo de alta tecnología como cámaras, radares y aviones no tripulados que sobrevuelan el área. Se han destinado, además, 18,142 agentes de la Patrulla Fronteriza y el año pasado se enviaron 1,200 efectivos de la Guardia Nacional a Texas, California, Arizona y Nuevo México.  “La frontera está hoy mejor que nunca”, asegura con orgullo la secretaria del Interior, Janet Napolitano.

 

Ninguna de estas medidas, sin embargo, parece ser suficiente para quienes han desarrollado un temor obsesivo hacia la frontera sur y  por ello el tema es uno de los más explotados por los políticos, especialmente en tiempos electorales.  Justamente por eso en la actual contienda para ganar la candidatura republicana a la presidencia, gran parte de los debates se han centrado en la seguridad fronteriza.

 

Sin excepción, todos los aspirantes republicanos coinciden en que el gobierno de Obama no ha hecho los suficiente para proteger la frontera con México y se han pronunciado por aumentar la vigilancia. Curiosamente nadie habla de la frontera con Canadá, como si los terroristas, los narcotraficantes y los indocumentados sólo pudieran ingresar a EEUU a través de México.

 

Michele Bachman propone la construcción de un muro doble. Mitt Romney y Newt Gingrich se pronuncian por completar la valla a lo largo de toda la frontera, Ron Paul propone garantizar la seguridad por todos los medios, excepto por un muro y Rick Perry dice que en un año se puede crear un sistema sin vallas que ofrezca una buena vigilancia.

 

Ninguno de ellos, sin embargo, aborda el enorme costo que representaría la construcción de un muro a lo largo de toda la frontera. Tampoco hablan de las inconveniencias que ello representaría para el libre comercio entre México y EEUU ni de los tremendos daños que se ocasionaría a la ecología ni de la imposibilidad de sellar totalmente una zona tan vasta. Mucho menos reconocen que la inmigración de indocumentados ha disminuido sensiblemente y que los males no sólo provienen del sur sino también de aquí para allá, como lo demuestra el creciente tráfico de armas hacia México.

 

En el fondo, todos saben que se trata solamente de promesas que no podrán cumplir pero que suenan bien ante cierto segmento del electorado. Lo malo es que este tipo de discursos  no contribuye en nada a desarrollar una buena relación entre los dos países, necesaria para abordar de manera inteligente los retos comunes.

 

**María Luisa Arredondo es directora ejecutiva de Latinocalifornia.com

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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