
Por Agustín Durán.
En la comunidad inmigrante no todos tienen mucho que celebrar.
Los Ángeles, CA .- El año pasado Teresa Chávez preparó un jamón al horno, ensalada y una carne asada para celebrar con su esposo Francisco Cortés y sus tres hijos el Día de Acción de Gracias. Este año en la misma mesa no habrá una comida especial, simplemente se reunirá con su familia y tratará de seguirle explicando a sus hijos que su padre está bien y que pronto regresará.
Francisco forma parte de los miles de inmigrantes que mes con mes deportan las autoridades de inmigración (ICE) , sin mirar que atrás quedan familias divididas como la de Teresa que dice que de nada le sirvió llevar las cosas en regla por casi 30 años en el país.

De acuerdo a Chávez, los oficiales buscaban a otra persona y como no la encontraron, pidieron documentos a la familia y al ver que su esposo no tenía, inmediatamente se lo llevaron, sin importar que está recibiendo diálisis dos veces por semana.
Ahora la familia quedó divida porque Cortés fue deportado a Tijuana y su esposa Teresa y sus tres hijas tratan de sobrellevar la vida con los retos y limitaciones que trae la ausencia física y la escasez económica , además de los problemas emocionales que ha causado a su familia.
Por casos como los de la familia Cortés-Chávez, CHIRLA, Coalición de los Derechos Humanos de los inmigrantes en Los Ángeles, organizó una marcha hoy, un día previo a una de las festividades más significativas en Estados Unidos: El Día de Acción de Gracias.
La caminata salió del Centro de Jornaleros en Sherman Way a la Iglesia de Nuestra Señora del Santo Rosario en San Fernando para recordarle al pueblo estadounidense el verdadero significado de esta celebración.
“Este día es una celebración de los inmigrantes porque fue cuando los europeos brindaron un pavo a los indios nativos por su ayuda y hospitalidad”, expresó Angélica Salas, directora de Chirla. “En cambio ahora, el partido republicano ha desatado tantas leyes antiinmigrantes en toda la nación que ha liderado el movimiento de destrucción de nuestras familias”.
Salas agregó que “aunque celebramos con orgullo esa tradición, no podemos olvidar que millones de familias, incluyendo miles y miles de niños, mañana tendrán un plato y un lugar vacío en su mesa porque uno de sus padres fue deportado”.
De acuerdo a información de CHIRLA, desde el 2008 se han deportado a 1.5 millones de personas, en su mayoría individuos que no representaban un peligro para la sociedad.

Fue por eso que cerca de 250 personas,casi todos jornaleros, familiares y amigos tomaron la calle Sherman Way en punto de las 9 am y caminaron poco más de dos millas para llegar a la iglesia de Nuestra Señora del Santo Rosario donde después de escuchar misa, celebraron el Día de Acción de Gracias con un delicioso pavo preparado por la Iglesia.
“Desafortunadamente mucha gente no quiere dar a los inmigrantes un lugar en la mesa el día de mañana, una acción que contradice todo el simbolismo de este gran día festivo”, expresó el padre Richard Zanotti. “Es por eso que hoy compartimos un pavo con ellos, queremos que se sientan bienvenidos que sigan luchando y que no pierdan la fe”.
Y es precisamente lo que el esposo de Chávez, quien ya lleva una semana en la Casa del Migrante en Tijuana le sigue diciendo cuando hablan por teléfono. “Él está triste, necesita su diálisis y necesita a su familia. Dice que no sabe si podrá aguantar mucho tiempo, pero yo le digo que aguante y que pronto estaremos juntos”.
La señora Chávez teme por la vida de su esposo ya que la familia no tiene los recursos para que se le realicen las transfusiones de sangre en México. Ante este panorama, la familia dijo no tener tiempo, ganas ni recursos para celebrar el día del pavo.

“Cómo podemos pensar en celebrar el día de mañana si a mi familia me la han destruido y a mis hijos lastimado”, expresó Chávez.