La historia está a favor del Tri en el duelo de esta noche

PEREIRA.— Quizá 90 minutos, quizá más otros 30, quizá también se le deba agregar una tanda de penaltis… Quizá la muerte súbita.

Eso es lo que separa a la Selección Mexicana Juvenil de la gloria, lo que la separa de la gran final.

En categorías con límite de edad, el Tricolor se crece en estos juegos. No importa a quien tenga enfrente, pues aunque sean potencias, el cuadro nacional, en diferentes épocas ha levantado la mano de forma triunfante.

“No importa quien venga ahora; llámese Brasil, llámese otro equipo. Al derrotar a Colombia [el anfitrión], ya mostramos que estamos preparados para grandes cosas, y podemos ganarle a quien sea”, reflexiona el portero José Antonio Rodríguez.

En Mundiales de categorías menores, México ha disputado tres semifinales y ganó todas. Derrotó a distintas selecciones consideradas potencias dentro del orbe futbolístico.

En Túnez 1977, dentro de la misma categoría Sub-20, venció a Brasil, en un encuentro que se fue a penaltis, después de empatar a un gol. En Perú 2005, ya en Sub-17, derrotó a Holanda por goliza de 3-0, y recientemente en el estadio Corona de Torreón, también en la categoría infantil, pasó por encima de Alemania, en un juego dramático que finalizó 3-2.

Después de esas tres victorias, México logró coronarse campeón del mundo en dos ocasiones, ambas dentro de certámenes Sub-17. En juveniles hay una deuda pendiente.

Rergis, el caudillo

La primera semifinal fue realizada en Rades, Túnez. México se fue arriba con gol de Eduardo Rergis, actual director de fuerzas básicas del Santos Laguna, pero se empató con tanto del brasileño Jorge Luiz. En los penaltis, el Tricolor ganó 5-3.

Primeros “Niños Héroes”

El segundo intento llegó en Perú. En Chiclayo, la Selección dirigida por Jesús Ramírez se vio frente a frente con Holanda, que llegaba a la competencia como campeona de Europa. De forma contundente, el equipo mexicano despachó a la Naranja Mecánica por 4-0. Los goles fueron de César Villaluz (en dos ocasiones), Héctor Moreno y Éver Guzmán.

A sangre y sudor

La más reciente ocurrió hace apenas unos meses. México se enfrentaba con Alemania, el temido tanque teutón. Parecía que todo estaba decidido a favor de los europeos, pero gracias a un épico gol del volante Julio Gómez, quien sangrante anotó de chilena, el Tri consiguió el triunfo por 3-2. El marcador fue abierto por el mismo Gómez; después, Jorge Espericueta empató cerca del final, con una anotación olímpica que comenzó a escribir la hazaña.

El presente

Hoy la historia es otra, pero se puede apoyar y aprender del pasado. Los seleccionados mexicanos han marcado severamente que nadie los asusta y que están dispuestos a volver a dar la sorpresa. “Creo que todos se han dado cuenta de que a México ya se le juega con respeto”, afirma el líbero de la Selección, Néstor Araujo.

Equipos “como Argentina e Inglaterra, en la primera fase, fueron muy precavidos a la hora de enfrentarnos y nos costó mucho poder abrirlos. Ahora, contra Brasil, sabemos que puede ser diferente, pero también sabemos que ya se nos ve con más respeto”, agregó el portero Rodríguez.

Una cosa es cierta: México sabe cómo jugar semifinales, México sabe cómo ganarlas. Hoy puede ser el refrendo, “puede ser un gran día, difícil de recuperar, un ejemplar único, no lo dejen escapar”, decía Joan Manuel Serrat.

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