Murdoch, el poder y la prensa

Como resultado del escándalo que estalló tras revelarse las prácticas de espionaje telefónico y corrupción empleadas

María Luisa Arredondo.

por el personal de su periódico “News of the World”, Rupert Murdoch ha empezado a pagar un precio alto, pero justo.

Al comparecer el martes ante la comisión parlamentaria británica que indaga las acusaciones de escuchas telefónicas en contra de los editores de ese semanario, Murdoch aceptó en tono sombrío que ese día fue el más humillante de su vida. Es posible, sin embargo, que lo peor aún esté por venir, pues las investigaciones en torno a sus prácticas de sobornos no sólo continuarán en Gran Bretaña sino que ya se han iniciado en Estados Unidos.

Desde que estalló el escándalo, la buena estrella que por años acompañó al magnate parece haberse esfumado. Además de haberse visto obligado a cerrar el tabloide News of the World, las acciones de su imperio de comunicaciones perdieron 17.4% de su valor, dos de sus más cercanos colaboradores han sido arrestados y se vino abajo un trato de 12 mil millones de dólares para comprar un canal de la televisión inglesa.

Aunque durante su comparecencia Murdoch y su hijo James se proclamaron inocentes y culparon del escándalo a las personas en las que ellos confiaron para manejar el periódico, su nombre ha quedado manchado para siempre. Es posible que no vayan a la cárcel y que su imperio de comunicaciones continúe dándoles grandes ganancias, pero de ahora en adelante el apellido Murdoch estará asociado a espionaje, sobornos y falta de ética.

Desde este punto de vista, el golpe para el magnate es devastador. Quienes lo conocen de cerca aseguran que lo que más le ha dolido es justamente que su honestidad haya quedado en entredicho porque ello le impedirá tener un mínimo de credibilidad para operar el negocio de los periódicos, por los que siempre ha profesado un amor muy especial.

Muchos se preguntan por qué Murdoch mostró siempre gran interés por invertir en la industria periodística a pesar de los graves problemas de rentabilidad que ésta enfrenta. Dentro de su conglomerado, que está valuado en 30 mil millones de dólares e incluye un estudio de cine y cadenas de televisión, los periódicos son la división que menos ganancias produce. En el año fiscal 2011 contribuyeron con 6,200 millones de dólares, equivalentes al 18% de News Corp.

El amor de Murdoch por los periódicos, sin embargo, va más allá de las ganancias económicas. Desde muy joven, cuando compró su primera publicación en su natal Australia, el magnate entendió que el verdadero valor de la prensa escrita radica en que ésta es la puerta de entrada a las esferas del poder.

Gracias a los periódicos, los políticos se inclinaban ante él y lo buscaban para pedirle apoyo durante sus campañas electorales. Murdoch usaba también a la prensa como arma de ataque contra sus enemigos. En Gran Bretaña, sobre todo, los políticos le temían y fue por eso que durante años el magnate hizo lo que se le antojó sin que nadie se atreviera a denunciarlo.

Pero, como nada es para siempre, hoy el imperio periodístico de Murdoch se tambalea porque, como él mismo ha reconocido, ha perdido la confianza de sus lectores, al menos de los que son pensantes y con criterio independiente. En su caída, seguramente arrastrará a muchos políticos y funcionarios que, por temor o falta de escrúpulos, se convirtieron en cómplices de su sed insaciable de poder a través de la manipulación.

**María Luisa Arredondo es directora ejecutiva de Latinocalifornia.com

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